Miércoles 3 de octubre de 2012
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Laboral: PRD como PRI vergonzante
+ Camacho:
reformar desde Senado
En 1974, el
entonces flamante secretario del Trabajo y Previsión Social del gabinete de
Luis Echeverría, Porfirio Muñoz Ledo, montó en cólera cuando se
publicaron dos ensayos del entonces politólogo y hoy senador perredista Manuel
Camacho Solís desnudando el sistema sindical y sus complicidades con el
Estado.
A lo largo de su
vida académica en El Colegio de México, Camacho centró sus
investigaciones en el sistema político y dedicó varios ensayos críticos al
movimiento obrero priísta. De ahí que Camacho tiene en sus manos la posibilidad
de que el PRD brinque las maniobras de los diputados lopezobradoristas
que no impulsaron la rendición de cuentas de los líderes, aunque las pejebancadas han sido muy estridentes en acusar al PRI de mantener a los líderes
sindicales como intocables.
En sus ensayos,
Camacho consideró al sindicalismo priísta como un obstáculo para la
democratización. Ahora como senador del PRD, Camacho tiene la oportunidad de
construir en la discusión laboral una alianza para evitar que los líderes
sindicales sigan como uno de los “feudos de poder” del régimen
priísta vigente. Los dos sexenios panistas perdieron la oportunidad de
construir desde el poder y desde el Estado un sindicalismo dinámico, porque prefirieron
“entenderse” con la casta sindical.
La iniciativa de
reforma laboral del presidente Calderón quiso resolver, al final del periodo y
con un presidente electo del PRI, la agenda sindical. La minuta enviada
por la Cámara de Diputados al Senado excluyó el tema de la rendición de
cuentas de los líderes sindicales, es decir, dejó intocado el tema del
poder obrero. De ahí que el Senado tiene la oportunidad de cuando menos abrir un verdadero debate sobre la política laboral que tiene que ver sustancialmente
con la reforma al sindicalismo como parte de la política productiva.
Los enfoques sindicalistas
de los legisladores se agotaron en la dinámica apoyo-repudio, sin analizar la relación de los sindicatos con el Estado, con el gobierno, con los
partidos y con la sociedad. En la doctrina priísta, la alianza histórica
de los trabajadores con el Estado obedecía al criterio de que los trabajadores reproducían en sus beneficios el bienestar de la sociedad; sin embargo, hoy los sindicatos
pelean prestaciones que no se transforman en beneficios sociales; al
contrario, las prestaciones se conceden quitándole gasto social al gobierno.
En su ensayo El
futuro inmediato, publicado en la colección “La clase obrera en la historia
de México”, coordinado por Pablo González Casanova, Camacho analizó las opciones del sindicalismo de izquierda y opositor, justamente el sector que hoy en día
pudiera ser el detonador de una reconfiguración del papel de los
sindicatos en la sociedad y en la estabilidad, aunque esos sindicatos de
izquierda han reproducido y hasta magnificado los vicios del
sindicalismo priísta.
Entre las
opciones del sindicalismo de izquierda y opositor, Camacho planteó las tres existentes: detonar la organización proletaria desde un sector estratégico,
trabajo en la organización de las masas y construir la alternativa
revolucionaria socialista. Pero planteó una cuarta que hoy se presenta
como posibilidad para evitar que el PAN y el PRI posterguen por otro sexenio la
reforma laboral y la reorganización del sindicalismo como una forma de reconfigurar el modelo de desarrollo: la opción de “luchar al interior del sistema”
político.
El sindicalismo
independiente y anclado en la izquierda debería ser el factor de ruptura democrática, aunque a lo largo de su existencia disidente prefirió encontrar el
camino del entendimiento con el sistema político priísta y moverse en la comodidad de una oposición en busca de beneficios y el régimen priísta
cumplió su parte al mantener excluidos a los independientes aunque
tranquilizados con salarios y liderazgos intocables. Una verdadera reforma
laboral, siguiendo el razonamiento de Camacho, podría comenzar con el
sindicalismo independiente de izquierda y opositor, pero con la condición de que debería de renovar sus liderazgos y asumir por decisión propia límites y
controles al ejercicio de las direcciones políticas y una rendición de
cuentas hacia la sociedad y los propios trabajadores.
El regreso del
PRI a la presidencia de la república podría reconstruir los mecanismos
de control social que Camacho describió en ese ensayo y en otro titulado
“Control sobre el movimiento obrero de México”, reproducido en el libro Lecturas
de política mexicana, de El Colegio de México. El modelo priísta de
los setenta y ochenta basa el control en cuatro mecanismos: los
empresarios y éstos articulados al gobierno y al Estado, los liderazgos sindicales ajenos a los intereses de los trabajadores, la estructura legal del
gobierno y la represión. Al final, se controlaba al sector obrero pero
ese control repercutía negativamente en la productividad y por tanto en la
competitividad de la economía.
El dilema sindical hoy es muy claro: o pactar con los sindicatos para seguirlos asumiendo
como factor de inestabilidad pero sometiendo a los trabajadores a la triple explotación por parte de la empresa, la política económica y los líderes o reorganizar el sector para reactivar el papel sindicalista en la economía y regresarle a
los trabajadores los beneficios de liderazgos sindicales democráticos.
Como senador
perredista, Camacho podría llevar al PRD a corregir el fracaso de la
reforma laboral en la Cámara de Diputados.
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