Viernes 23 de noviembre de 2012
+ Con
EPN, ¿reorganizar diplomacia?
+ Sin
dinero, sólo un México aldeano
AUSTIN, Texas.- Las
giras internacionales del presidente electo Enrique Peña Nieto dejaron la impresión de que el regreso del PRI a Los Pinos también se sentiría en una recuperación
del papel de la diplomacia activa. Sin embargo, el servicio exterior ha sido el patito feo de las últimas administraciones priístas y panistas y los diplomáticos
cayeron casi al último escalón de la burocracia.
La modernización
del servicio diplomático fue adelantada por diputados del PRI con una
iniciativa de reforma a la Ley de Servicio Exterior para desempanizar la diplomacia y regresarle su papel fundamental. Las reformas fueron aprobadas
en comisiones pero frenadas por el coordinador de la bancada priísta,
aliada a los funcionarios de la cancillería panista, para impedir su
votación en el pleno. Ahora se abrió la expectativa de modernizar la
función diplomática con la decisión de acotar el servicio profesional de
carrera que había servido de refugio de panistas en el poder.
Entre los
miembros del servicio exterior mexicano existe desazón no sólo por el
abandono de la profesionalización de la diplomacia mexicana, sino porque los
dos gobiernos presidenciales panistas convirtieron el servicio exterior en una extensión del PAN y también usaron las embajadas como refugio político de panistas en desgracia.
Sin embargo, la
parte más importante del problema se sintió en el aspecto de que la alternancia
partidista en la presidencia de la república no entendió el papel de la
diplomacia y México abandonó paulatinamente posiciones estratégicas
internacionales. Ahora el PRI en la presidencia de la república sabe que buena
parte de la nueva imagen que quiere proyectar tendrá que sustentarse en una
diplomacia activa.
En el servicio diplomático
mexicano --sobre todo el asentado en los Estados Unidos-- se vio con decepción la congelación de las reformas a la Ley del Servicio Exterior que promovieron
priístas antes de las elecciones. De hecho, se avanzó prácticamente todo
el proceso legislativo pero se hundió pretextando razones de presupuesto
aunque en realidad sed buscó proteger las posiciones de panistas
incrustados en la diplomacia sin tener formación diplomática.
La congelación
de la reforma fue una maniobra política de la bancada del PAN. La
iniciativa de reformas a la ley presentada en enero de este año por la bancada
del PRI fue aprobada en comisiones por todas las bancadas --a excepción,
obvio, de la del PAN-- y enviada al pleno antes del cambio de
legisladores en septiembre. Sin embargo, a última hora se frenó su
debate en el pleno por decisión del anterior coordinador de la bancada priísta
Francisco Rojas, debido a un reporte de la Secretaría de Hacienda sobre el
costo de los ajustes.
Más que un
asunto de presupuesto, se trató de una maniobra de Hacienda para impedir
una limpia de burócratas panistas incrustados en el servicio exterior.
De acuerdo con Hacienda, la modernización tendría un costo de 12 mil millones de pesos y por eso Rojas frenó la discusión en el pleno del dictamen
de la comisión. Sin embargo, el Instituto de Fianzas Públicas de la propia
Cámara de Diputados había señalado que el costo de las reformas sería de menos de 5% del presupuesto actual de la cancillería.
En el fondo, los
funcionarios de carrera del servicio exterior --la canciller Patricia Espinosa
y los subsecretarios-- bloquearon desde el principio la iniciativa de
reformas que presentaron Beatriz Paredes Rangel, Heliodoro Escárraga y Carlos
Flores Rico. La iniciativa tuvo dos objetivos que avalaron los diplomáticos de
carrera en el servicio exterior: mejorar las condiciones de trabajo de
los diplomáticos y también elevar la calidad del servicio diplomático.
Como en el pasado priísta, los dos gobiernos panistas usaron el servicio exterior
como colchón político.
Los gobiernos
panistas se enfrentaron a la posibilidad de profesionalizar el servicio
exterior pero prefirieron mantenerlo como espacio de acomodo de políticos destripados.
La iniciativa de reforma del PRI atendió la necesidad de una capacitación obligatoria permanente de los miembros del servicio exterior; también incluyó el
establecimiento de la indispensable equivalencia entre puesto y rango que las
administraciones panistas porque se multiplicaron los casos de directores
generales con rango de segundo o primer secretarios, siempre con la intención
de ahorrar prestaciones y teniendo en ocasiones a embajadores como asesores.
Otra reforma
indispensable era la eliminación del llamado examen de media carrera a
los primeros secretarios por ser innecesario, ya que existe el examen
para pasar a ese rango al de consejero y de la evaluación quinquenal, en el que
una empresa evalúa a todos los miembros del servicio y emite sus
recomendaciones sin que haya posibilidad de defensa.
Asimismo, la
reforma establecía garantías para que un miembro del servicio exterior se
le comisione en la Secretaría de Relaciones Exteriores pudiera arribar a la
sede central con un puesto predeterminado y no, como ocurre actualmente,
a buscar una posición.
Otra reforma
considerada fue la de mejorar los niveles de sueldos de conformidad
con el tabulador establecido por la Secretaría de Hacienda que en la actualidad
lleva a que funcionarios del servicio exterior que se encuentren en México sean
ubicados en las categorías más bajas de dicho tabulador y que exista la
figura de "rehomologado" que se concede a voluntad de las autoridades, y en la que se percibe un mejor ingreso y prestaciones.
También la
reforma a la Ley del Servicio Exterior consideraba una jubilación que
permitiera a los miembros del sector a llevar una vida digna en la etapa de su retiro
e incrementar la edad de jubilación a los 70 años de edad. Y sobre todo, terminar con el voluntarismo de las autoridades en los nombramientos de
personas ajenas al servicio en plazas que corresponden al personal
profesionalizado e impedir nombramientos en el servicio exterior de
personal ajeno a las plazas porque en la actualidad se ha abusado de esta
práctica al grado de que los miembros de carrera son mas o menos los mismos de
hace décadas.
Al frenar la
reforma a la ley del servicio exterior, los panistas quieren la diplomacia como
un refugio de hibernación sexenal.
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