Lunes 1 de julio de 2013
+ Cuando
los pactos fallan por partidos
+ España:
cómo destruir una transición
MADRID, España.-
Si la transición democrática de España 1976-1978 fue emblemática y constituyó
un modelo, lo que ha ocurrido es también un ejemplo paradigmático de
cómo destruir una opción democratizadora.
La clave de la transición española se localizó en la dirección política de Adolfo Suárez
para poner los objetivos de destrucción del viejo régimen por encima de las
mezquindades de los partidos, pero paradójicamente la mezquindad de la
izquierda del PSOE no sólo liquidó a Suárez sino que pervirtió el proceso de
transición democrática.
Hoy España es la
sombra de un entendimiento: partidos, liderazgos y organizaciones combaten por sus intereses perdiendo el foco de la consolidación democrática. La crisis
económica por incompetencia de los gobiernos de izquierda y de derecha, la
corrupción y sobre todo la apropiación del poder han minado las bases
mismas de la democracia. La insurrección de los indignados españoles de
mayo de 2011, previo a las elecciones generales de noviembre de ese año, fue traicionada por los partidos.
La transición
democrática logró su papel fundamental cuando se convirtió en un consenso nacional. Suárez logró sentar a partidos y organizaciones sociales en torno al
objetivo de modernizar España y logró concesiones de todos. La transición
permitió el arribo de la izquierda al poder en 1982 y luego de la derecha en
1996, en ambos casos sin conflictos de gobernabilidad. Pero el consenso
de la transición se terminó en 2004 por la lucha del PSOE y el PP por el poder,
no por la democracia. La crisis económica de 2008 hundió a España no sólo
en la inestabilidad económica, sino que la hizo perder todo lo ganado:
hoy España es un país del tercer mundo en el escenario europeo, y no tiene
posibilidades de salir del hoyo en cuando menos veinticinco años.
La transición
española caminó en tres tiempos para salir del bache de Franco: la ley
de la reforma política para la democracia electoral en 1976, los Pactos de la
Moncloa en 1977 y la Constitución de 1978. En esos tres tiempos el presidente
Suárez lideró las negociaciones con los partidos y obligó al PSOE,
entonces el más reticente, a mirar hacia la democracia y no hacia sus
mezquindades.
La lucha por el
poder se subordinó a la construcción de una democracia, de un consenso
nacional y de un acuerdo político entre todas las fuerzas, pero más tarde la
lucha por el poder se salió de los cauces y hoy impide que España
consolide el ajuste macroeconómico. De nueva cuenta el PSOE como la izquierda
mezquina está impidiendo los acuerdos de reforma económica, con el
agravante de que el PSOE hundió a España en la crisis con el
neopopulismo de José Luis Rodríguez Zapatero y su política de regalar dinero.
Lo que viene en
España es un segundo acuerdo por la transición o quedar varada en la
crisis económica y el colapso social. En 1977 la posición clave la jugó la
monarquía de Juan Carlos I, pero hoy la monarquía aparece como un factor dinamizador de la crisis. De ahí que España sólo puede salir de la crisis si el
PP de Mariano Rajoy y el PSOE de Alfredo Ruvalcaba firman otro acuerdo
por la transición en la que se construyan nuevas formas democráticas, ahora con menos monarquía --y hasta sin monarquía-- y más sociedad civil.
La transición
española y los Pactos de la Moncloa colocaron a España como uno de los países más desarrollados de Europa; hoy España tiene la imagen de un país quebrado en lo social, crispado en lo político y con una democracia que no satisface a
los ciudadanos.
Si España no regresa
al consenso de los Pactos, su futuro no existe. Sin embargo, como nadie
quiere ceder posiciones, la crisis del consenso de los Pactos hundirá a España
en una crisis permanente, sin salidas sociales y con riesgos
democráticos.
www.grupotransicion.com.mx
carlosramirezh@hotmail.com
@carlosramirezh
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