Lunes 28 de julio de 2014
DF:
protesta
inutilizada
Lo que amenazaba
con ser una muestra del México bronco contra las reformas terminó diluida por dos razones: no fue numerosa para apuntalar las amenazas del PRD en
la cámara de diputados y el gobierno del DF evitó el conflicto
callejero.
Al final, los
diversos membretes de organizaciones campesinas dejaron un mensaje político bastante interesante: la disminución de la potencialidad conflictiva
de los movimientos sociales que habían tomado las calles para convertir sus protestas en decisiones de gobierno.
Lo sorprendente
fue el hecho de que los líderes de grupos campesinos otrora radicalizados y
violentos el miércoles de la semana pasada se mostraron desmovilizados;
y lo más interesante fue que esos líderes agradecieron en una reunión al
jefe de gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, la operación de una marcha sin afectar a terceros y sus oficios para una mesa de trabajo en Gobernación.
Lo demás quedó
implícito: la marcha fue un fracaso porque amenazan con llenar las
calles del DF con casi cien mil campesinos enfurecidos y fueron menos de quince
mil, la marcha iba a ser catapultada por el PRD en la cámara de
diputados como el despertar del México bronco y por la vía de la presión
de la movilización en las calles iban a reventar las leyes secundarias
de la reforma energética.
Mientras los
legisladores perredistas usaban la calle como advertencia de lo que venía,
los líderes de diversas y hasta encontradas organizaciones campesinas estaban cómodamente
reunidos con Mancera para agradecerle el buen desarrollo de la marcha. Y
entre los agradecidos estaba Alfonso Ramírez Cuéllar, el belicoso
dirigente de El Barzón que llegó a meter caballos nerviosos en la cámara y
ahora aparecía agradeciendo al poder la realización de una marcha
anticlimática.
El dato contrapuntea con el grado de conflictividad de las movilizaciones callejeras antisistémicas
aquí mismo en la ciudad de México y en otras partes de la república,
significativamente la de Puebla que terminó en violencia. El mensaje que dejó
Puebla y el DF en realidad afecta el sentido político de la protesta:
antisistémica contra el PRI y el PAN y notoriamente domesticada contra
gobiernos del PRD.
El gobierno de
Mancera hubo de pasar año y medio de conflictos en las calles y el uso
de la policía para controlar disturbios, desde aquella violencia del primero de
diciembre orquestada por seguidores de López Obrador para reventar la
toma de posesión del presidente Peña Nieto. Con la CNTE movilizada y la
violencia de los anarcos, el GDF logró imponer el criterio de aceptar la protesta en las calles pero impedir los bloqueos. La técnica
policiaca del encapsulamiento anuló la estrategia de la protesta
social callejera de cerrar calles y provocar el caos urbano.
Con la operación
política del miércoles, el gobierno perredista del DF acotó una de las
estrategias --quizá la única-- de la oposición mayoritariamente perredista
contra la autoridad para obligarla a someterse a la voluntad de la masa. Y con
esa maniobra, Mancera aportó técnicas de administración de la crisis
callejera a gobiernos que siguen utilizando la fuerza para disolver manifestaciones.
El grave
problema que instaló en el pasado el PRD en el DF fue justamente el de
los plantones y cierres de avenidas para provocar la represión y generar las
víctimas que reactivan los movimientos sociales de protestas; la profesionalización de la protesta fortaleció a algunas tribus perredistas en disputas internas y
en conquista de privilegios para sus movilizados. Al meter orden en las marchas sin provocar la violencia, el GDF encontró finalmente la fórmula para impedir la paralización de la ciudad, aunque a costa de quitarle valor de uso a las marchas.
Así, los
habitantes del DF tienen algo que agradecerle al gobierno de Mancera.
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@carlosramirezh
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