Lunes 16 de febrero de 2015
AMLO ayuda
a Rafael Moreno Valle
Si su intención fue la
de exhibirlo ante la opinión, la denuncia de López Obrador ante la CNDH no
hizo más que darle la oportunidad al gobernador poblano Rafael Moreno
Valle de encontrar un espacio de posicionamiento nacional.
Si su intención fue la
de utilizar su imagen propia para anatematizar a un gobernante para colocarse
como el defensor de los derechos humanos y políticos, López Obrador no hizo más
que hundirse en el pantano de otros: la foto donde aparece nada menos
que con el impresentable Manuel Bartlett Díaz y su larguísima cola de
dinosaurio priísta fue contraproducente para el tabasqueño.
Y si su intención era
la de colocar el tema de la protesta social callejera como el camino de
la lucha social al margen de los partidos, sin acatar las leyes ni
respetar los derechos de terceros y vender la idea de que el país debería
terminar como el DF estrangulado por marchas políticas, López Obrador como
el rey de los plantones abrió un debate que en realidad no le convenía
porque la sociedad mexicana mayoritaria que le ha apostado a los caminos
institucionales está harta de las manifestaciones callejeras y mira con
interés hacia los gobernantes que aplican la ley contra la selva
política de pavimento.
Así que la protesta de
López Obrador y su ahora fiel escudero de izquierda Manuel Bartlett Díaz
ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos no fue más que un petardazo
sin sentido político. Sobre todo porque se hizo acompañar de Bartlett y su
larga lista de violador de derechos humanos y políticos y como
exgobernador de Puebla no quiere más que fundar un cacicazgo político en
la entidad; pero como es de Tabasco y gobernó Puebla por dedazo de
Carlos Salinas de Gortari y gracias a una operación política local manejada
nada menos que por Joseph-Marie Córdoba Montoya, entonces López Obrador salió
perdiendo porque quedó aún más contaminado de Bartlett y sus expedientes
abiertos en los Estados Unidos por el asesinato del agente de la DEA Enrique
Camarena Salazar en 1985, además de responsable de los “fraudes patrióticos” de 1986 en Chihuahua y presidencial de 1988.
En todo caso, la
denuncia contra el gobernador Moreno Valle fue una acción desesperada de
López Obrador por encontrar en Puebla un nicho de mercado político en los
grupos radicales que se han dedicado a estallar la violencia en las calles y
que se han encontrado con la ley.
Lo de menos es que el
López Obrador que mandó al diablo las instituciones ahora cumple
rigurosamente con una demanda apelando a las instituciones. El fondo de todo
movimiento del tabasqueño tiene que ver con buscar un posicionamiento propio como candidato por tercera vez a la presidencia en función de su propia
declaración de que la “tercera es la vencida”, aunque ya le dijeron que
no pierda las esperanzas porque “no hay quinto malo”.
Pero López Obrador
anda sólo cachando conflictos ajenos que le garanticen votos, aunque los
grupos sociales antisistémicos que provocan la violencia en las calles no participan en elecciones y muchos de ellos carecen siquiera de credenciales
para votar, aunque, eso sí, llenan plazas en los acarreos tradicionales
del tabasqueño.
La denuncia de López
Obrador-Bartlett Díaz salió al revés porque jaló la atención nacional a
Puebla, a su gobernador y a sus acciones legales contra la violencia política
antisistémica en las calles y ayudó a colocar a Moreno Valle en la atención política del 2018. Por eso en Casa Puebla deberían estar agradecidos con
Bartlett y López Obrador por colaborar en atraer el interés político del 2018 a
la entidad.
Aunque de paso no
estaría mal que la CNDH abriera el expediente de Bartlett Díaz y su
larga cola de pasivos como uno de los cancerberos del sistema político
priísta y de los gobiernos de De la Madrid y Salinas de Gortari.
http://noticiastransicion.mx
carlosramirezh@hotmail.com
@carlosramirezh
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