Viernes 8 de mayo de 2015
Fidel Herrera a Veracruz
a operar sucesión local
Antes de ser enviado
como delegado especial del PRI a la convulsa Oaxaca para atender las
elecciones federales a nivel estatal, el exgobernador veracruzano Fidel Herrera
Beltrán ya se había hecho cargo de conducir el proceso de sucesión
estatal en Veracruz.
A pesar de tener la fama de que todos los veracruzanos son políticos de nacimiento, en Veracruz se ha
dado una crisis en las élites locales. Las rupturas internas en el PRI
no pudieron ser allanadas por el gobernador Javier Duarte y el peligro para el PRI es que la dinastía de los Yunes se apodere de la próxima
gubernatura que se votará en julio de 2016.
La situación política
en Veracruz pasó a alerta roja no sólo por el descuido de las
autoridades estatales ante la represión contra periodistas y el ambiente
mediático profundamente adverso al gobernador Duarte, sino por el latente peligro de que el crimen organizado no haya sido vencido y pueda regresar por sus fueros en cualquier momento.
La clave de la crisis en Veracruz se localiza en Miguel Ángel Yunes Linares, un político priísta
forjado al amparo de Carlos Salinas y su operador Patricio Chirinos, experto en
guerra sucia, con estelas en el crimen organizado, consentido de la
maestra Elba Esther Gordillo y con pistas de corrupción a su paso por Gobernación,
el sistema carcelario y el ISSSTE.
Yunes fue colocado por
Madero como primero en la lista plurinominal del PAN en la tercera
circunscripción, no tanto por la despreocupación del presidente panista
de los mensajes antiéticos y por la fama pública del expriísta sino por su
capacidad de “operación” política. En su afán por ganar alguna gubernatura
a cualquier precio, Madero le está apostando a la dinastía Yunes que
encontro acomodo en encontrasternatura a primero en
la lista plurinomionaldel PAN, no tanto por la desprecopaciñon del presidente
panió acomodo en el PRI y en el PAN. En las elecciones de gobernador de
julio de 2010, Duarte le ganó a Yunes apenas con 79 mil votos, sólo 2.5
puntos porcentuales. Y Yunes quiere repetir como candidato el año
próximo.
El proceso de sucesión
estatal se le salió de control al gobernador Duarte, encendiendo la alarma en el tablero priísta nacional por el papel del estado como pieza clave en la aportación
nacional de votos. Ahí es donde apareció la figura del exgobernador Herrera
Beltrán, quien había sido proscrito en los cinco años del gobierno estatal
actual. En el escenario del PRI, Herrera sería la apuesta para no perder
la gubernatura estatal a manos del PAN yunista.
La sucesión en
Veracruz será clave por significar la antesala electoral de la elección
presidencial del 2018, junto a las de Chihuahua, Hidalgo, Sinaloa, Tamaulipas,
Puebla y Estado de México. Si el PRI pierde alguna plaza, las restricciones
electorales en el 2018 serán un obstáculo.
Veracruz se dinamizó en política por el resultado apretado del 2010 y los problemas del crimen organizado
y sobre todo de las quejas de periodistas que han colocado su agenda de
represión en escenarios no sólo nacionales sino internacionales, ante la frialdad del gobierno estatal ante las quejas.
En este escenario se
localiza la resurrección del exgobernador Herrera Beltrán como operador
político del PRI y del gobernador Duarte para operar la sucesión estatal,
además con la urgencia de saber si finalmente cuaja o no la propuesta de una minigubernatura de dos años para empatar la elección con las presidenciales sexenales.
Lo malo para Veracruz
es que Herrera Beltrán no tuvo tiempo para limpiar su biografía
política, estuvo cinco años exiliado políticamente y las prácticas políticas
hoy son más abiertas. Lo primero que ofrece Veracruz es una “caballada flaca”
--Rubén Figueroa dixit-- dentro del PRI, con el reforzamiento de
la dinastía Yunes con apoyos de algunos sectores priístas y el papel del jefe
de los Yunes como número uno de Madero en la próxima bancada de la
Cámara de Diputados.
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