Cinco lecciones políticas de Carl Sagan para tiempos interesantes

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Tal y como reza la maldición china, estamos viviendo tiempos interesantes, de esos en los que se detendrán los libros de historia. A partir de este momento y como sucede cada 70 años aproximadamente, vendrá un periodo de inestabilidad y replanteamiento de la política. Podrá ser más o menos largo o violento, según podamos entender la dimensión de la problemática y presionar por reformas.

Es buena idea frente a la incertidumbre retomar a un científico y pensador quien además fue un gran divulgador de la democracia: Carl Sagan. En su libro El mundo y sus demonios, dedicado a impulsar el pensamiento racional frente a la superstición, dedicó dos capítulos a la política y la importancia de empoderar al individuo como ciudadano al mismo tiempo que como agente racional.

Veamos cinco de esas lecciones, esperando que ayuden a pensar dónde estamos parados, cómo llegamos ahí y qué podemos hacer para salir:

Primera lección: todos somos embaucables– no importa nuestra educación, experiencia y conocimiento, cada uno de nosotros podemos ser presa de quienes desean engañarnos para su propio provecho. Y precisamente ese es el interés de los políticos: siempre presentarán información parcial o falsa para llegar al poder o permanecer ahí. Si piensan que sólo los ignorantes pueden caer ante la seducción del demagogo, recordemos que en 1933 Alemania, país con altos niveles de cultura y educación, no sólo eligió a Hitler sino que sus principales promotores fueron profesores universitarios. Esto es especialmente cierto en momentos de incertidumbre, agitación y polarización.

Segunda lección: es mejor apostar por libertades y límites al poder– desde el siglo XVIII los padres fundadores de Estados Unidos entendieron que siempre habrá masas ignorantes. ¿Qué hacer con ellas? El camino autoritario es pretender que es posible salvarlas de sí mismas. Al contrario, la vía democrática es darles libertades, brindarles un entorno con libre información para que puedan discutir y hacerlos responsables de sus actos. Por ejemplo, en Estados Unidos una buena parte de la población cree en supersticiones, pero si se les llama a ejercer como jurado y se les da información para que ejerzan su criterio puede haber justicia. Si queremos tener una democracia madura es buena idea que todos nos tratemos como adultos.

Tercera lección: la democracia es un sistema de “usar o perder”– nuestro sistema de libertades, derechos y limitación del poder es resultado de más de 300 años de luchas sangrientas. Y si no la cuidamos puede haber una reversión. No hay algo dado o definitivo en este entorno.

Cuarta lección: el método científico también aplica en la política– aunque no hay reglas naturales que sean identificables o inamovibles en la sociedad, un ciudadano debe siempre contrastar y cuestionar sus conocimientos y creencias. También aplica establecer hipótesis, investigar, probar y de ahí corroborar o descartar antes de tomar una decisión.

Quinta lección: los patriotas preguntan– si no hay verdades, la duda y la presión al poder son parte del estado natural del ciudadano. Una democracia que se asume como perfecta está al borde del colapso. No hay mayor pobreza que tener certezas inamovibles en este juego.

@FernandoDworak

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