Don Porfirio, ¡qué su boca sea santa!

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Porfirio Muñoz Ledo vaticina que en dos años puede acabarse un “periodo de concentración de poderes”, entonces “México vivirá una oportunidad de cambio verdadero”.

¡Qué su boca sea santa!

Y no por ese pronóstico demoledor de que a pesar de la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, “este régimen tenderá a desgajarse en los próximos dos años”, sino porque México necesita salir de toda simulación para vivir lo que por definición es: Una República.

Sin entrar en profundidades, la simple etimología nos dice que la República es “la cosa pública”; o sea, de todos, no de una sola persona. Es, además, una forma de gobierno.

Claramente lo dijo Muñoz Ledo: “La República es la casa de todos, la República invita al consenso, la República necesita serenidad, la República no puede estar sometida a vaivenes pasajeros ni a negocios políticos”. 

Justamente en 2018 la ciudadanía votó por un cambio, harta de los excesos del PRI y decepcionada del fracaso del PAN, no votó por regresar a la concentración de poder, que, a decir verdad, ya había disminuido gracias al impulso de la ciudadanía y de la oposición.

Al panismo le tocó ser parte de esa oposición y empujó. Pero sobre todo empujó la izquierda, esa que ahora se ha engallado en el poder con la llegada de López Obrador a la Presidencia de la República, olvidando muy pronto la lucha por la democracia y la cosa pública.

Bien dicen que el poder marea.

En fin, ya lo decíamos hace algunos días: Que en el declive del sexenio lopezobradorista el fenómeno Morena podría terminar en debut y despedida.

El Movimiento obtuvo el registro como partido político nacional en 2014 y en 2018 ganó la Presidencia de México y, junto con sus aliados, la mayoría en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, además a partir de entonces y hasta el 2021 se ha quedado con el mayor número de gubernaturas y Congresos Locales, así como ayuntamientos.

Pero así tan rápido como llegó al poder, así tan rápido puede perderlo.

Porque hasta el “pueblo” se cansa. Y como dice el mismo AMLO, “con el pueblo todo y sin el pueblo nada”. Y un día éste se va a cansar con todo y la existencia de los programas sociales. Aunque tal probabilidad parece algo lejana.

El mayor riesgo para AMLO y para Morena son los mismos morenistas, las desmedidas ambiciones políticas y económicas de éstos. Vaya, si han seguido a López Obrador no ha de ser por su linda cara, sino por su indiscutible liderazgo que significaba el arribo al poder.

Pero el presidente López Obrador ha entrado ya a la segunda mitad de su sexenio con la nota característica puesta por él mismo de una sucesión adelantada que puede desembocar en una profunda fractura morenista. Y la pregunta es: ¿Hasta cuándo el tabasqueño podrá sostener el control absoluto sobre el partido y la cosa pública?

Bien advierte Porfirio Muñoz Ledo: “Algo teme, y lo lamento, yo creo que está sintiendo el vacío del abandono del poder, sabiendo además que el nivel de concentración de poder que existe en México no es eterno, que, por fuerza de la política de la economía, de la sociedad, y de las ambiciones, este régimen tenderá a desgajarse en los próximos años”.

Lo dijo en el contexto del AMLO-Fest en el zócalo de la Ciudad de México con motivo del tercer aniversario de la asunción de López Obrador en la Presidencia de la República, pues ¿por qué ese afán de demostrar que sigue teniendo liderazgo, fuerza?

Incluso, un poder de convocatoria bastante cuestionable dada la práctica del “acarreo” por parte de sus correligionarios, sobre todo de aquellas personas y partidos aliados (como el PT) que buscan quedar bien con él con el propósito de ser beneficiados con candidaturas a cargos de elección popular en las elecciones 2022 y 2023.

NO HAY OPOSICIÓN 

No obstante, el presidente López Obrador se siente fuerte porque no tiene oposición en frente. Sí, hay una aparente oposición legislativa que intenta hacer contrapeso a Morena, pero no una oposición que le dispute la Presidencia de la República en 2024.

Así que AMLO tranquilamente dejará sucesor o sucesora, con todo y el riesgo de la fractura en Morena. Y dejará a alguien que le obedezca en todo, quizá hasta con el ánimo de seguir gobernando transexenalmente. Eso si acaso antes no se le ocurre reelegirse.

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