Desde el 2018, Morena va a paso acelerado tiñendo de guinda toda la geografía electoral del país. En 2022 va por seis gubernaturas más: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas; y en 2023 por dos: Coahuila y el Estado de México.
Y es hecho ineludible que la encuesta es el método predilecto de Morena para la selección de sus candidatos y candidatas a los cargos de elección popular por el principio de mayoría relativa. Así decidirá las candidaturas a las próximas seis gubernaturas.
Para Aguascalientes los precandidatos son Flavia Narváez, Karla Espinoza, Nora Ruvalcaba, Aldo Ruiz, Daniel Gutiérrez Castorena y Arturo Ávila. Para Durango: Marina Vitela, Margarita Valdez, Maribel Aguilera, Gonzalo Yáñez, José Ramón Enríquez y Santiago Fierro.
Para Hidalgo: Lisset Marcelino, María Merced González González, Simey Olvera, Abraham Mendoza Zenteno, Cuauhtémoc Ochoa, Julio Menchaca, Navor Rojas Mancera. Para Oaxaca: Irma Juan Carlos, Susana Harp Iturribarría, Benjamín Robles Montoya, Armando Contreras Castillo, Raúl Bolaños-Cacho Cué y Salomón Jara Cruz.
Para Quintana Roo: Marybel Villegas Canché, Mara Lezama, Laura Beristain, José Luis Pech y Luis Alegre. Y para Tamaulipas: Maki Ortiz, Olga Sosa, Américo Villarreal, Rodolfo González Valderrama, Héctor Garza, Adrián Oseguera y José Ramón Gómez Leal.
Entre tales aspirantes se encuentran las 3 gobernadoras y los 3 gobernadores, pues es innegable la fuerte presencia de Morena en las seis entidades y la disminuida oposición en éstas, salvo que los morenistas pierdan Aguascalientes (pronóstico de casas encuestadoras) o que se fracture en más de dos estados como resultado de la selección interna.
Aunque Andrés Manuel López Obrador como jefe fáctico de Morena y político de colmillo retorcido, sabe cómo poner en calma a quiénes pretendan rebelarse si la encuesta no les favorece. Seguramente tiene listo el expediente de cada aspirante y hasta un premio de consolación, sobre todo para los prospectos internos.
En ese contexto cabe preguntar: ¿Es la encuesta el método ideal para seleccionar a las personas idóneas a las gubernaturas? Y es que gobernar una entidad va más allá de números fríos sobre grado de conocimiento entre la ciudadanía de las personas aspirantes, puntos negativos de éstas y preferencia electoral.
Una encuesta no mide la sensibilidad política de la persona aspirante, la experiencia en la administración pública; la capacidad de diálogo, acuerdo y conciliación; el conocimiento de la demarcación geográfica a gobernar, de la problemática social, política y económica; cualidades de liderazgo y dirección; relaciones internas y externas, legales y fácticas, etc.
Hasta para el cargo de menor jerarquía dentro de la administración pública se necesita un perfil idóneo, con mayor razón para una gubernatura. Claro, en los casos de los puestos de elección popular las cualidades de perfil idóneo tampoco son requisitos de elegibilidad. Para gobernar, la normatividad ni siquiera se exige saber leer y escribir.
No obstante, una entidad, su ciudadanía y hasta el “pueblo” que tanto ama a Morena, no merecen quedar a merced de la improvisación, de la inexperiencia. Es cierto que nadie nace sabiendo, pero para gobernar tampoco cabe el dicho de “echando a perder se aprende”.
Es evidente que la encuesta no definirá las candidaturas de Morena, ésta solamente matiza el “dedazo”. O si se prefiere decir más sutilmente: La decisión de AMLO como jefe político del partido, quien según parece mucho decide en función del corazón y de lealtades.
Aunque a decir de los propios morenistas, el jefe político considera ciertos resultados de las encuestas para tomar la decisión final. No obstante, el dilema sigue estando en acertar en la candidatura idónea para gobernar la entidad de que se trate y que, además, responda a su proyecto político.
En fin, pronto habrá humo blanco en las entidades donde en 2022 habrá renovación de gubernatura, porque en enero ya empiezan las precampañas. Pronto, a menos de que las mismas dificultades para decidir, lleven a Morena a dar a conocer los nombres hasta el plazo para el registro de las candidaturas ante la respectiva autoridad electoral.
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