A vueltas con la memoria

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Jesús Romero-Trillo

La reciente sentencia de la Cámara de Apelaciones argentina revocando la decisión de la jueza Servini de procesar al ministro Rodolfo Martín Villa por delitos de lesa humanidad durante su etapa al frente del Ministerio de Relaciones Sindicales durante la Transición es una excelente noticia para una de las figuras claves de nuestra democracia, pero también para la historia de España.

El 28 de octubre de este año se cumple el cuarenta aniversario de la llegada del PSOE al gobierno bajo el liderazgo de Felipe González en 1982, y muchos recordarán la incertidumbre en muchos sectores de la sociedad española con la llegada del primer gobierno de izquierdas desde la Segunda República, especialmente tras el intento de Golpe de Estado de Tejero. Sin embargo, el trabajo realizado por muchos de los sectores sociales durante los últimos años del franquismo, y especialmente durante la Transición, hicieron posible una normalidad democrática que logró la estabilidad política, social y económica del país.

Cabe destacar en el éxito de la Transición el papel del Cardenal Tarancón, presidente de la Conferencia Episcopal entre 1971 y 1981. Tarancón fue una figura determinante para asegurar la colaboración de la Iglesia con el Estado en el nuevo contexto sociopolítico, como dejó claro en su homilía del 27 de noviembre de 1975 en la Iglesia de los Jerónimos con motivo de la entronización de Juan Carlos I como rey de España. Su mensaje remarcó la apuesta de la Iglesia en favor de la paz, la libertad y la justicia en una nueva etapa histórica que dejaba atrás el nacionalcatolicismo y seguía el espíritu de renovación del Concilio Vaticano II (1962-1965). Durante su homilía el cardenal Tarancón afirmó: “[El] mensaje de Cristo, que el Concilio Vaticano II actualizó y que recientes documentos del Episcopado Español han adaptado a nuestro país, no patrocina ni impone un determinado modelo de sociedad. La fe cristiana no es una ideología política ni puede ser identificada con ninguna de ellas… La Iglesia no patrocina ninguna forma ni ideología política.”.

Aunque es comprensible que a veces se siga interpretando y reinterpretando la Transición, es necesario elogiar el papel de los protagonistas de todo signo político que llevaron a buen término aquel momento crucial de nuestra historia. Por ello, creo que no se pueden trasladar los diferentes relatos -en ocasiones contrapuestos- a la categoría jurídica. La memoria de la historia es una construcción colectiva que no debe ser esclava de las categorías del pasado.

Publicado originalmente en elimparcial.es