AMLO, Adelfo, Alejandro Murat

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Más mesurado, pero este fin de semana el presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a la tentación del proselitismo cuando durante su gira por Oaxaca habló del proceso de concientización sobre el daño de la corrupción, poniendo como ejemplo de lo contrario la construcción de caminos rurales por los propios pueblos a costos menores.

No obstante el manejo de masas vía su discurso  –que a veces choca con la realidad–, en algo tiene razón el mandatario: Sus antecesores no tomaron en cuenta al pueblo.

Claro, AMLO lo dijo a su modo y seguramente considerando la circunstancia electoral de 2021: Elecciones para renovar la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión concurrentes con comicios locales en las 32 entidades federativas.

En Oaxaca, por ejemplo, renovarán el Congreso del Estado y 153 ayuntamientos de régimen de partidos políticos (el resto, 417 se rigen por sistemas normativos indígenas); y en septiembre del próximo año entra a proceso para elegir al sucesor o sucesora del priista Alejandro Murat Hinojosa en la gubernatura.

Retomando el tema: El presidente López Obrador dijo:

“El pueblo siempre sabía que imperaba la corrupción, pero ahora está percibiendo que lo que antes se robaban les está llegando… 

“Por eso los adversarios, los conservadores, los que quieren mantener el mismo régimen de corrupción, de injusticias, de privilegios de antes, quieren regresar a eso, se jalan los pelos diciendo: ‘¿Y cómo es que el pueblo está apoyando la transformación…()…? 

“Pues esa es la explicación, que el pueblo es sensible, consciente y sabe lo que conviene y lo que no conviene. No llegan a entender los conservadores que hay esta transformación, esta revolución de las conciencias en el pueblo de México, porque ellos no tomaban en cuenta al pueblo…” 

Sin embargo, los extremos son peligrosos. Porque si bien el gobierno del presidente López Obrador ha enfocado su atención en los sectores vulnerables, también es cierto que descuida el sector productivo en detrimento de la economía del país.

Y así genera desequilibrios que impiden el desarrollo de México; desequilibrios que nunca serán buenos consejeros para mantener el control político-electoral; el electorado se cansa tarde que temprano.

Por lo pronto, le funcionan sus programas sociales y rurales (voto cautivo).

CAMINOS RURALES 

Un camino parece poco, pero para los pueblos y comunidades lo es todo, máxime en un estado con falta de conectividad como Oaxaca con 570 municipios, además de una difícil orografía llena de montañas y donde desde la época del gobernador Heladio Ramírez López no se le había dado prioridad a los pueblos indígenas.

El presidente López Obrador retomó la prioridad; facilitar la construcción de caminos es abrir la puerta al desarrollo. Claro, 58 caminos a igual número de cabeceras municipales son pocos en comparación al universo de más de ocho mil localidades en la entidad oaxaqueña, pero para los pueblos beneficiados un camino vale más que mil obras urbanas.

Ahí, una de las fortalezas del presidente. Y en Oaxaca tiene su retribución político lectoral: El electorado de zonas indígenas y rurales se han volcado a favor de AMLO desde su primera campaña como candidato presidencial del PRD, no se diga después como líder de Morena; prácticamente se ha llevado carro completo en diputaciones.

ADELFO REGINO  

Los morenistas oaxaqueños sabes de la fuerza electoral de AMLO en el estado. Por eso se sienten con la próxima gubernatura en la bolsa; si hoy fueran las elecciones seguramente ganarían sin necesidad de ninguna coalición electoral.

En las filas morenistas suenan tres para la candidatura de Morena: El senador Salomón Jara CruzSusana Harp y Adelfo Regino Montes, director general del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), aunque éste y ella no son militantes.

¿Quién de los tres? Bueno, quizá parezca demasiado temprano y habría que esperar el desenlace del 2021 para hacer proyecciones para el 2022. Sin embargo, en electoral nunca es temprano, más bien siempre se hace tarde.

Por lo pronto y hasta donde se sabe, Salomón Jara no es muy del ánimo presidencial. Tanto así que pocas veces es invitado a las giras de AMLO por Oaxaca. Incluso, lo vienen acotando políticamente. Por ejemplo, no fue tomada en cuenta su “opinión” para integrar el Tribunal Electoral del Estado en la más reciente designación de magistrado.

En cambio, Adelfo y Susana con frecuencia aparecen junto a López Obrador. Incluso, ella fue nombrada como coordinadora estatal en materia de salud para atender la pandemia COVID-19.

Adelfo siempre está cerca del presidente López Obrador, manejando una de las políticas prioritarias: La indigenista. Desde esta trinchera Regino Montes ha enfrentado serios problemas que venían siendo dolor de cabeza del Gobierno Federal.

Por tanto, no se descarte que Adelfo puede convertirse en el candidato de Morena para la sucesión oaxaqueña.

ALEJANDRO MURAT 

De él tiene muy buena opinión el presidente López Obrador; en la gira del fin de semana lo destacó al decir lo siguiente:

Y también (nos llevamos bien) con el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat. Siempre ha trabajado con nosotros de manera coordinada, no tenemos ninguna diferencia; al contrario, sumamos esfuerzos, sumamos voluntades, sumamos recursos y esto siempre pensando en el bien del pueblo, en el bien de Oaxaca, en el bien de la nación.” 

En otras palabras, Alejandro Murat ha estado con el Presidente de la República en las buenas y en las malas.

¿Y será igual cuando llegue el momento de la sucesión oaxaqueña? Alejandro es del PRI y AMLO de Morena.

Como jefe político del priismo local, es de suponerse que Alejandro Murat querrá hacer hasta lo imposible porque su partido, el Revolucionario Institucional, gane la gubernatura; ¿o viendo perdida la elección la entregará sin la menor resistencia?

Y en impulso de la “Cuarta Transformación”, es de suponerse que López Obrador pretende el triunfo de Morena en la sucesión oaxaqueña de 2022. ¿O en pago a la colaboración de Alejandro se la dejará al PRI?

Interesante.

Quizá en el ánimo colaboracionista de ambos, pacten una sucesión tersa con un candidato o una candidata que represente equilibrio entre ambos partidos políticos y que garantice la continuidad en Oaxaca de los proyectos de AMLO y en cierto modo los de Alejandro.

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