Barbosa, el patán; la glucosa y el poder

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En solidaridad con Alba Espejel,

víctima del machismo y abusos de Barbosa.

Miguel Barbosa sigue los malos pasos de Mario Marín. Los pleitos del gobernador con los periodistas es algo que ocurre todos los días. Sus desplantes se han convertido en algo habitual. Hace unos días fastidió a una reportera del periódico El Sol de Puebla con una de sus clásicas patanerías.

Cuando la reportera Alba Espejel cuestionó al segundo de a bordo de Barbosa, David Méndez por la demolición de una escuela rural, el gobernador sufrió un disparo de su glucosa. Iracundo salió en defensa del secretario de Gobierno y le espetó a la periodista:

“Le digo que cuando el gobernador ya habló, ya ningún otro puede hablar, ¿sale? Aprende eso, por favor. No preguntes”.

Barbosa es un político dicharachero que se suele regirse por frases carnavalescas.

Barbosa es un Pitecantropus político. No evolucionó. Vive atrapado en la edad de las cavernas. El gobernante poblano (bueno eso es un decir) es una especie de la zoología política, mezcla del Negro Durazo y Rubén Figueroa.

Incapacitado física y mentalmente para mantenerse en el cargo, Barbosa vive atrincherado entre las paredes de la Casa Aguayo. La sede del gobierno poblano se ha convertido en un hospital privado. Médicos van, enfermeras vienen. Los contribuyentes están pagando los tratamientos costosos de Barbosa para mantener su precaria salud.

Desde que asumió su mandato en agosto pasado, los únicos eventos públicos en los que se ha visto forzado a aparecer han sido las visitas del presidente Obrador.

Hace unos días presentó su segundo informe de gobierno mediante un documento enviado al Congreso local, mismo que pasó desapercibido igual que el primero en diciembre pasado. Un informe plagado de lugares comunes (“gobierno cercano a la gente”, “austero” y “honrado”). La gran obra de su “administración” ha sido cambiar la pintura de los camiones del transporte público por los colores de Morena.

En eso consiste la “cuarta transformación” del gobierno barbosiano.

El maltrato de Barbosa a la periodista Alba Espejel es uno más del largo expediente en contra de la libertad de expresión.

Hace 15 años, en Puebla se  presentó una demanda por difamación y calumnias por parte del empresario Kamel Nacif contra la periodista Lydia Cacho. Entonces Mario Marín despachaba en la Casa Aguayo. Marín se asumía como una reencarnación de Benito Juárez pero sus sueños acabaron en una pesadilla. Marín vive a salto de mata como consecuencia de una orden de aprehensión en su contra por actos de abuso de poder (tortura, uno de varios delitos).

El propio gobierno de Obrador se vio forzado a rendir una disculpa pública  por exigencias del comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Barbosa se siente intocable. Lo mismo pensó Marín, cuya carrera política acabó abruptamente por atacar a un periodista-activista defensora de las mujeres.

Barbosa se ha caracterizado por sus ataques a periodistas. Uno de ellos es Rodolfo Ruiz del periódico digital e-consulta a      quien individuos cercano al gobernador le han asestado una serie de demandas por “daño moral” con reclamos de un monto millonario, con el afán de fastidiarlo.

Se han registrado casos de agresiones físicas en contra de periodistas. Itzel Valencia y José Luna son reporteros que han sufrido las consecuencias de un gobierno abusivo y abiertamente declarado enemigo de la prensa.

Puebla es el cuarto lugar con más agresiones a la prensa, según ha documentado la organización internacional Artículo 19 como consta en su informe “Disonancia: Voces en Disputa”, en el que se documentan 34 amenazas a equipos periodísticos poblanos, entre ellos nueve episodios de bloqueos, alteración o remoción de información, ocho de intimidación y hostigamiento y siete de amenazas.

La prensa internacional ha tomado nota puntual de los ataques a los periodistas poblanos durante la gestión del gobernador Barbosa quien se ha rodeado de un grupo de sicarios periodísticos para emprender campañas calumniosas en contra de los verdaderos periodistas.

Barbosa que padece diabetes, sufre de constantes alteraciones de su conducta bipolar. La disfunción que padece se ha ido agravando, tanto que el presidente Obrador se ha referido públicamente a la salud del gobernador poblano.

Su enfermedad no lo exculpa de sus patanerías y bravuconadas.

Barbosa es un clon de Mario Marín.