¿El periodismo es el contrapeso que necesitamos?

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La tendencia que se presentó en las redes sociales con la etiqueta #TodosSomosLoret, demostró no sólo la preocupación de un amplio sector de la sociedad mexicana por lo que sucede con un periodista, algo que se relaciona con las protestas por los asesinatos que se han dado recientemente de comunicadores en el país, sino también refleja otro tema que es necesario discutir, pues nos debemos preguntar si esta defensa y las movilizaciones y actos de apoyo son simples muestras de solidaridad o parte de la defensa del único contrapeso que ha funcionado en el actual sexenio frente a un presidente que acumula poder como pocos en la historia de México.

 

Cuarto poder

Tradicionalmente, al periodismo se le considera un poder más, incluso un contrapeso al poder político. Episodios en la historia mundial como el sucedido en Estados Unidos y conocido como Watergate, nos dan una idea del impacto que el periodismo puede llegar a tener en ciertas coyunturas.

En la actualidad, atestiguamos el regreso del partido hegemónico que monopoliza prácticamente todos los cargos de elección –el carro completo— y una oposición que es –al parecer— más bien testimonial e incapaz de influir para detener los abusos que se cometieron –y cometen— por ser parte del grupo en el poder.

Muchos jóvenes que hoy participan en la discusión pública a través de las redes sociales, no conocieron la época del partido único, pero están a punto de experimentarlo en carne propia con un partido que recuerda al PRI de los años 60 y 70 del siglo pasado, algo que no es una buena noticia para el país.

Así, el periodismo regresa a su papel de contrapeso, pero enfrentando un escenario complicado, como apuntan los siguientes hechos:

  • Una creciente amenaza de grupos del crimen organizado y de grupos políticos que ven afectados sus intereses, algo que se traduce en agresiones y amenazas contantes, así como asesinatos, de los cuales hemo tenido 5 sólo en lo que va del presente año.
  • La falta de proyectos periodísticos que privilegien el aspecto informativo y no sean sólo parte de las ambiciones personales de ciertos empresarios que buscaban un acercamiento con el poder político y no servir a la sociedad, lo que ha dado como resultado la dependencia de la publicidad oficial y medios que defienden al gobierno en turno como parte de una estrategia de propaganda, lo cual ayuda a explicar la crisis que muchos periódicos, revistas, estaciones de radio y televisión, así como portales de Internet atraviesan hoy en día, misma que se acentuó con la decisión de recortar la publicidad oficial.
  • Las difíciles y pobres condiciones que una gran mayoría de periodistas enfrentan cotidianamente para ejercer su labor informativa, que van desde bajos sueldos, nulas prestaciones, falta de equipamiento y capacitación, algo que para desgracia del gremio se ha combinado en lo que va del sexenio con despidos e incertidumbre laboral para muchos comunicadores.

A pesar del panorama descrito, y vista la capacidad demostrada de la oposición partidista, el único contrapeso que el actual grupo gobernante enfrenta es el que representa el periodismo, como ha quedado demostrado con el caso de #TodosSomosLoret y la información que ha dado a conocer Carlos Loret de Mola, en particular acerca del estilo de vida del hijo mayor del presidente López Obrador.

El periodismo, las redes sociales demostraron su eficacia con la presión que ejercieron para detener el intento de hacer embajador a alguien con acusaciones de acoso, por lo que enfrentan las resistencias que hoy vemos de un mandatario y su grupo que buscan hacer realidad sus deseos, aún en contra de la ley, mismas que han tenido como diques a una labor periodística que por lo mismo es atacada, estigmatizada y señalada por los nuevos privilegiados por el poder, pues detrás de cada defensor hay un contrato –como con ciertos personajes que se disfrazan de académicos—, la búsqueda de una candidatura en el partido oficial –como en el caso de cierta youtuber de Jalisco—, o asignaciones directas de publicidad oficial –como cierto diario que recibe tanto dinero como las televisoras—, algo que los actuales defensores repudiaban en sexenios anteriores.

Es claro que mostrar el verdadero rostro de un gobierno que repetía a cada oportunidad aquello de “no somos iguales”, que anunciaba el fin de una corrupción que vemos llena de vida –como las encuestas y la carta de renuncia al Indep de Jaime Cárdenas Gracias demuestran–, y que ha fallado en su promesa de erradicar el nepotismo, amiguismo e influyentismo, es una tarea que corresponde al periodismo más que a ninguna otra profesión en nuestro país.

Lo único que falta es que esa parte de la sociedad que ha aplaudido reportajes como los de la “Casa Gris” o se ha indignado por los asesinatos de periodistas, dé el siguiente paso y apoye económicamente a los medios que están apostando por ser un contrapeso del poder político. Sin ese apoyo, la lucha seguirá siendo desigual y el periodismo seguirá poniendo las víctimas mortales, pues de aplausos no se vive para ejercer el oficio.

@AReyesVigueras