Derbez ¿El Zelensky mexicano?

0
371

Xóchitl Patricia Campos López

El cómico vinculado familiarmente a una de las estirpes más representativas de la ultraderecha nacional podría alzarse como la propuesta civilista de los cuerpos intermedios y del tercer sector para encabezar la coalición PRIANRD que, amén constituirse como un Frankenstein, puede incorporar el formato más serio de la actuación para disfrazarse del monstruo amable “Herman Munster”.

Eugenio Derbez, como muchos actores latinoamericanos que le rodean y se desenvuelven en las relaciones Estados Unidos-México bajo la tutela de la CIA (Kate del Castillo), son los actores externos que, debido a su promoción mediática y capacidad individual, tienen un capital social que, al traducirse en la política, resultaría competitivo en unas elecciones presidenciales. En otros momentos, distintos partidos incorporan personajes que no son sus integrantes, incluso violando los derechos políticos de la militancia y membresía en los diferentes institutos ideológicos, pero que les permiten ganar elecciones en forma cómoda y generosa.

En diferentes países de los cinco continentes, el neoliberalismo conservador ha implantado títeres que en nada resuelven la situación de conflicto o crisis socioeconómica. Silvio Berlusconi, quizá uno de los casos más extremos de estas medidas, son ejemplo del terrible daño que pueden causar personajes mediáticos ajenos a la política profesional. Zelensky es responsable de la situación en Ucrania por su soberbia e imprudencia de ceder a la OTAN y Estados Unidos, la sensatez de otras naciones que han decidido mantener la neutralidad en la región, también es muestra de que la política es más seria que la comedia. ¿Qué actos llevaría a cabo Eugenio Derbez como presidente?

Todos los partidos han presentado candidatos externos que ocupan desde alcaldías hasta gubernaturas, y la mayor parte constituyen una tragicomedia. Si el transfuguismo partidista resulta enfermizo por las contradicciones de los personajes que abandonan sus principios ideológicos en función de la supervivencia política, es discordante también que personas alejadas del campo partidista pretendan llevar a cabo decisiones extrañas al sistema político. Poetas, actores, escritores, deportistas, vedettes, etc., ahí están sus resultados.

Pero en el caso de Eugenio Derbez lo más grave no resulta su discapacidad político partidista sino su apego a una influencia norteamericana que es inocultable. El activismo social que ha empezado a caracterizarlo resulta de pésimo gusto, como sus actuaciones. El genocidio intelectual causado por la producción de sus programas televisivos y estilo de comedia, así como por la empresa televisiva corrupta que lo sostiene, es causa suficiente para cuestionar su intervención. Con todo, la participación política es un derecho de todos, la consideración de Eugenio Derbez es muestra de la terrible crisis de los partidos políticos y ausencia de un proyecto nacional.

Derbez representa la metástasis cultural que ha llevado estructurar el modelo neoliberal y la oligarquía conservadora hispanista, además de pretender representarlos políticamente; ahora, también se incorpora al colonialismo norteamericano.