2021: dos efemérides importantes para México

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Las coincidencias calendáricas confabulan para que 2021 sea el año vector entre el V centenario de la Conquista de México-Tenochtitlán y el bicentenario de la consumación de la Independencia Nacional. En el camino se fraguan la identidad y se cumplirán dos siglos de la bandera nacional nacida en Iguala.

Muchos elementos referenciales para reflexionar. Y tal y como sucedió en 2010. México es una nación pluricultural, diversa en consecuencia y por lo tanto capaz de articular diferencias. El Estado mexicano ha denominado al año 2021 como Año de la Independencia y de la Grandeza de México. A ver si las efemérides referidas sirvieran para entender que no somos ni indígenas ni españoles en absoluto todos. Somos mexicanos y con la enorme carga de complejidad que ello entrañe.

Se ha forzado la cosa empalmándolo todo esto con la fundación de la capital mexica, asunto que retuerce lo repetido de siempre: fundada en 1325, no en 1321. Adelantarse no ayuda. Será que hay nueva información.

Centrándonos en las otras conmemoraciones sería plausible –ya que no se puede desplegar el esfuerzo conmemorativo como sucedió en 2010– que la reflexión en torno a la identidad, fuera constante. Sin clichés ni aspavientos. Se gana nada pidiendo las disculpas del rey de España; se gana mucho reflexionando el pasado y no concediendo ni a leyendas negras ni a leyendas rosas. Vengan de donde vengan. Eso ayudará más y tanto más. Es uno de los precios a pagar por el silencio de España. Ya se trate del episodio de la Conquista como en el de la Consumación de la Independencia. Máxime cuando se niegan los excesos de ambos bandos en ambos episodios y cuando arrecia una corriente burda que cuestiona la independencia de las repúblicas hispanoamericanas como eficaz, que obligan a entonces a recordar que no necesariamente tenían garantizado mejor futuro dentro del Imperio español.

Sería loable que las mentes más preexcelsas se pronuncien, pero igual se permita a tantas voces expresar su sentir en torno a estos acontecimientos que nos congregan, porque no hay ni una sola voz ni en un mismo sentido. En 2010 se perdió cierta oportunidad de reflexionar alrededor de dos sucesos torales de nuestra historia: Independencia y Revolución. No se hizo profundamente. La oportunidad de revertir esa omisión hoy existe y merecería aprovecharse, pese a la pandemia.

Si no a diario se cumplen aniversarios redondos, ergo deberíamos volcarnos a remarcarlos cuando suceden. 2021 es una estupenda oportunidad.

Algo sí llama la atención: la idea ya anunciada de hacer un gran desfile militar por todo lo alto en septiembre próximo y con países invitados como en 2010. Sin reparar en si la nación estará para fiesta y el mundo para acudir. Ojalá que esa medida se revalore conforme avances los meses. Lo que no necesitamos es un deslucimiento por una imprevisión o una terquedad acumulando declinaciones como sucedió en 2010. Quede el tema como asignatura a considerar con más reparo.

Y para terminar, dígase que estamos de bicentenario, a ver si aprendemos a leer adecuadamente a Estados Unidos y a evitar esa malsana manía de extrapolar nuestros valores a los suyos haciendo lecturas forzadas de su realidad para cacarear la nuestra y tener más presentes y a  sentir resquemores de su proceder. Míreseles con más cuidado y si cabe, desconfianza.  Dos centurias de vecinos ya nos deberían de haber ayudado a ello. No hacerlo es no haber aprendido nada.