Salgado Macedonio

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De cuando en cuando aparecen impresentables en los partidos políticos. Gente que considera que merece una candidatura y que supone que ganará el cargo que entraña. Se sostiene en la idea, aspirante y dirigencia (sin la cual no se sostendría) amén del entramado de intereses que converjan en apuntalar la candidatura.

En paralelo pueden ser biografías personales impresentables, caprichos personales, forcejeos por doquier para mantener una designación contra viento y marea y desde luego, frente a un sector de la una opinión pública manifiesta en su oposición a que se le postule; una expresión colectiva que no olvidemos que en tantos asuntos puede ser que no sea determinante ni acertiva ni se pronuncia en una sola dirección por mucho que cierta tendencia sea muy atronadora.

En todos los partidos políticos hay personajes que más convendría no necear en impulsarlos. Aunque ellos se empeñen o incluso, se crean merecedores. Así, Anaya en el PAN o Roberto Madrazo en el PRI son magníficos ejemplos de personas que se pudieron haber ahorrado la pena de postularse y conducir al fracaso a sus partidos. Era su derecho candidatearse y el de los electores –que no los minimicen ni lo olviden los analistas políticos– a darles la espalda, cuando no ya lo habían hecho sus correligionarios, tal y como también lo hicieron dejándolos perder, porque ese abandono partidario también ha operado en México sabiéndose a confesión de parte.

Salgado Macedonio se anota por Morena en la categoría ya descrita y explicada párrafos arriba. Su trayectoria en efecto, lo coloca en el camino de una gubernatura y como le ha sucedido a otros, su vida personal imbricada con la pública, desaconseja sostenerlo, a juzgar por acusaciones de violación que ahora brotan. ¿Creerles? sí, ¿son suficientes y lo único para impedir que sea postulado? no. ¿Explican por sí mismas la no idoneidad del sujeto? Tampoco.

Con Salgado Macedonio pareciera haber gato encerrado. Las oportunas acusaciones de violación en su contra pintan a tan armadas que mejor dejarlas. No terminan de explicar tanta furia y tanta oposición a que llegue a la gubernatura. Como provienen de un tema delicado y por demás condenable, garantía de escándalo, parecieran ser causa y suficiente razón, mas conviene mirar el asunto con más detenimiento.

Se insiste en postularlo y López Obrador ya se expresó: el pueblo no es tonto. Y acierta. La gente sabe a quien apoyar y en esta columna en repetidas ocasiones lo hemos expresado. Tantas veces esos electores minimizados por los analistas han estado a la altura de no apoyar nada que no los convenciera, pese a lo que dijeran los partidos que los postulaban. Y los analistas.

Salgado Macedonio está acusado de violador. Muy bien. Se le sostiene en las aspiraciones a gobernador. En respuesta, la y las agredidas han hablado, los medios especialmente opositores a Morena han detallado los pormenores de las criminales conductas del susodicho dando espacio a las opiniones que lo acusan y a señalamientos acres y contundentes (menos del señalado, por cierto) y se ha desencadenado una corriente que reprueba que se sostenga a Salgado Macedonio, cuyos dotes de gobernante –por ejemplo, presidiendo Acapulco– no fueron precisamente brillantes.

Ahora bien. Lo que no se ha explicado, si cabe hacerlo, es qué representa y de qué forma que no agrade a determinados intereses que hacen todo para que no llegue y claro, supieron pegar en su talón de Aquiles. Qué implicaría su triunfo en las condiciones actuales, aun falta que nos lo digan esos medios tan opositores y tan investigadores que no acaban de decírnoslo. Porque esas otras razones también son importantes. Es evidente que no solo es su pasado personal y mala fama de violador lo que lo inhabilita moralmente para ocupar una gubernatura, aunque haya habido otros gobernadores y presidentes de la República en sexenios pasados de peor calaña y resultados nefastos que desaconsejaban postularlos y que, sin embargo, se les postuló contra viento y marea. Y no eran de Morena y no generaron tanta inquina.

La inquina desatada contra Salgado Macedonio paga bien años de errores, excesos y torpezas diversas que pasan factura tarde que temprano y poniendo el acento en un tema nada menor: violación. Queda una pregunta por responder: ¿qué intereses no quieren a Salgado Macedonio de gobernador?