¿Aspiración de Alejandro Murat? Y aprender de Biden

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Como lo ordena la Constitución Política de Oaxaca, el 15 de noviembre el gobernador Alejandro Murat Hinojosa deberá presentar su informe sobre el estado que guarda la administración pública, en la misma sesión en que la Legislatura abra periodo ordinario.

Y será ya su Cuarto Informe.

¡Qué rápido pasa el tiempo! Pareciera que fue ayer cuando con dos años de antelación –aproximadamente— empezó a hacer campaña para la gubernatura; era entonces Director General del Infonavit, y como tal le organizaron algunas reuniones con agrupaciones del sector de la construcción.

Los políticos de cualquier partido (incluido el más democrático, el más transformador, el más honesto) siempre se las arreglan para realizar campaña al amparo del cargo público sin dejar evidencia de transgresiones a la ley; la cual, por cierto tiene muchas lagunas en materia de sanciones administrativas y de delitos electorales.

A toro pasado.

Aunque la mayor parte de la adelantada campaña, alguien se la diseñó “sin candidato”. Un equipo de oaxaqueños y oaxaqueñas priistas se encargaron de realizar recorridos por toda la entidad promoviendo la posibilidad de la candidatura de Alejandro Murat.

Y la mayor parte la hizo su esposa, Ivette Morán de Murat, quien de manera decidida caminó (como dicen los políticos) pueblos y comunidades del estado llevando acciones de beneficio mediante la Fundación AMO.

Por ejemplo, el 22 de enero del 2015 anunció que vía la Fundación en enero del 2016 se colocaría la primera piedra de un hospital para el tratamiento de cáncer de mama.

Corría ya el proceso electoral 2015-2016 para la elección a la gubernatura, la cual estaba en manos del coalicionista Gabino Cué Monteagudo, discípulo de AMLO.

Legalmente AMO significa Arte y Manos Oaxaqueñas, pero en el campo fáctico se le identificó con las dos primeras iniciales del nombre Alejandro Murat y la “O” de Oaxaca.

Tal contexto viene a colación, porque faltándole dos años para concluir su mandato como gobernador, en redes sociales diversas cuentas ya lo empiezan a candidatear para las próximas elecciones presidenciales para suceder a Andrés Manuel López Obrador, con quien, por cierto, guarda estrecha amistad o por lo menos una tersa relación.

Uno de los últimos tuits inducía una encuesta: “¿A cuál de estos gobernadores le gustaría ver en la boleta compitiendo contra Marcelo Ebrard en el 2024? Quirino Ordaz, Alfredo del Mazo, Alejandro Murat? 

Oaxaqueños y oaxaqueñas se preguntan si la frecuencia con la cual se empiezan a ver el candidateo de Alejandro Murat es en serio, o solamente es “puntada” de tuiteros y tuitaras.

APRENDER DE BIDEN 

Con sus excepciones, los habitantes de cualquier país anhelarían escuchar frases como las siguientes:

“Prometo ser un presidente que no busca dividir, sino unificar”. 

“Para progresar, debemos dejar de tratar a nuestros oponentes como a nuestros enemigos.” 

“No escatimaré esfuerzos, ni compromisos, para revertir esta pandemia.” 

“Trabajaré tan duro por aquellos que no votaron por mí, como por aquellos que sí votaron por mí.” 

“(Seamos un país que) crea empleos con dignidad y respeto”. 

Son frases pronunciadas por Joe Biden en su discurso de la victoria en la elección de presidente de los Estados Unidos. 

En realidad, cada frase representa un mensaje y sin caer en la vulgar diatriba; sin ofender a nadie, sin denostar a quien en breve se convertirá en su antecesor, sin culpar al pasado como la única razón de todo mal en su país. 

Solo una vez se refirió al republicano, y lo hizo de la siguiente manera: “Y para aquellos que votaron por el presidente Trump, entiendo su decepción esta noche. Yo he perdido un par de veces. Pero ahora, démonos una oportunidad. Es hora de dejar atrás la retórica hostil, bajar la temperatura, volver a vernos, escucharnos de nuevo. Para progresar, debemos dejar de tratar a nuestros oponentes como a nuestros enemigos. Ellos no son nuestros enemigos. Ellos son estadounidenses.”  

Y solo una vez aludió al pasado, así: “Dejemos que esta sombría época de demonización en Estados Unidos termine, aquí y ahora.” 

Ojalá en México se tome ejemplo y nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador, intentará unir a los mexicanos; o por lo menos, dejara de insultar, de creer que quien no coincide con su forma de pensar, está en su contra. 

Cosa alejada de la realidad. Porque puede disentirse de algunas acciones y actitudes, y coincidir en otras. Además, es erróneo creer que los detractores se ubican en los partidos de oposición o en la sociedad civil organizada, alejando la mirada de Morena y aliados. 

Hoy más que nunca, ante la amenaza de un rebrote de Covid-19 mexicanas y mexicanos quisieran ver al presidente armando un equipo de científicos para combatir la pandemia como tarea inmediata y prioritaria, tal como lo plantea Biden para sus connacionales.

En fin. Y a propósito de actitudes, el presidente de México faltó a la diplomacia al dejar de felicitar a Biden por su victoria, con el argumento de esperar a la declaración oficial como regla.

Cuando en 2018 AMLO ganó las elecciones, la misma noche de la jornada electoral lo felicitaron mandatarios de diversos países por praxis diplomática.

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