Ni relativismo ni absolutismo políticos

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En las acciones humanas y de sus correspondientes valoraciones, algunos se sitúan en el absolutismo otros en el relativismo, a mí en lo particular me inclino por el pluralismo.

Debe de haber unas reglas inamovibles (basadas en convención), que aseguraren que la sociedad pudiera funcionar tolerablemente. Para otros todo depende del momento histórico.

Sin embargo, una dosis comedida de relativismo, podría ser un sano correctivo al aislamiento cultural o al fanatismo. En dosis grandes, no obstante, es tóxico, puesto que conduce a algo muy cercano al nihilismo moral.

Existe la tesis de que la gente se comporta moralmente por necesidad, porque favorece sus intereses, no porque realmente quiera. Para otros, la moral es esencialmente una convención, para posibilitar la existencia social del hombre.

Si bien el motor que mueve al ser humano es el egoísmo, vale actuar con moralidad para obtener la cohesión social. Si se permitiera el egoísmo sin más, la vida sería solitaria, pobre, desagradable, salvaje y corta, como lo dijo Hobbes.

Para otros la ética, en su sentido más básico, es una construcción social, es decir, el producto de presiones ejercidas sobre los individuos que interactúan socialmente. Sin dejar de considerar   que las ideas de la clase dominante, en toda época, son las ideas de referencia. Dicho con otra referencia, la civilización en sí misma y todas sus influencias corruptas son las que provocan la pérdida de la inocencia.

Existe la regla de oro de la moral, en los siguientes términos: “trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”. Esta regla está en consonancia con los principios de reciprocidad, imparcialidad y universalidad.

Esta regla de oro cobra expresión en otros pensamientos tales como:

a).- Confucio: “mientras intentes alzarte, ayuda a los demás a hacerlo también; cuando desees el éxito, ayuda a los demás a conseguirlo”.

b).- Kant: “obra solo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal”.

c).- Jesucristo: “actúa siempre con los demás como te gustaría que actuaran contigo, porque esto resume la ley y los profetas”.

d).- Marqués de Sade: toda la moral humana está contenida en estas palabras: “haz tan feliz a los demás como tú mismo deberías ser, y nunca les sirvas peor de lo que tú te mereces”.

Estas ideas deben de servir para serenar la lucha política en nuestro país, vale la pena intentarlo.