¿Otra crisis económica postpandemia?

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Cuando lea estas líneas, estimado lector, se estará celebrando virtualmente la reunión anual 28 de la Alianza de Álamos que congrega a economistas de toda América para discutir temas del momento, ya no en los tres días de reuniones presenciales en la bella ciudad de Álamos, Sonora, sino en medio día en internet.

Esta tertulia se titula Análisis económico de los trastornos causados por el Covid 19: incertidumbre radical, monedas digitales y recuperación postpandemia. Hoy resumiré la presentación de Carmen Reinhart, economista en jefe del Banco Mundial, quien cree que “esta vez sí es diferente”[1] pues no se cuenta con ningún precedente histórico que vaticine las secuelas financieras de la pandemia.

Otro elemento determinante de lo que vendrá resulta de las consecuencias de las políticas adoptadas por muchos países para contener con éxito el contagio, que provocaron un colapso económico profundo y casi universal, a diferencia de la influenza española de 1918-20, que mató a 50 millones pero no causó daños económicos por coincidir con el auge que siguió al fin de la 2ª Guerra Mundial.

Para encontrar una sincronía tan marcada de tantas economías hay que remontarse a la Gran Depresión de los 1930s, y aunque la pandemia no empezó como una crisis financiera está mutando a serlo al coincidir el colapso económico, el enorme desempleo y un aterrador aumento en la pobreza.

Detrás de esta debacle se gesta una crisis financiera ante la eventual caída en el precio de activos muy apalancados, burbuja causada por una política monetaria altamente expansiva y una política fiscal de desbordado gasto gubernamental, con la consecuente explosión en el endeudamiento publico y privado en muchos países.

Se entiende que los gobiernos hayan reaccionado con mayor gasto y creando liquidez para ayudar al sector productivo y evitar muchas quiebras que habrían agravado la caída, pero está por verse si tales políticas solventaron crisis que eran sólo de iliquidez de corto de las empresas o si éstas son ya insolventes.

Con las bajas tasas de interés globales muchos países emergentes se endeudaron en dólares, y mientras las firmas calificadoras bajan la calidad de su deuda, lo que aunado a una copiosa fuga de capitales por la desconfianza creciente, puede llevar a que la deuda sea impagable y los países caigan en una nueva crisis.

Reinhart hace una taxonomía de los distintos tipos de crisis financieras y concluye que las que vienen serán de índole “conglomerada,” una combinación de crisis bancaria, cambiaria y de deuda, tanto soberana como privada, lo que representaría un duro golpe adicional al colapso causado por la pandemia.

El sombrío futuro que preocupa a Reinhart, sobre todo para los países emergentes, puede tener un costo social y económico devastador, sobre todo al aparecer en el lomo del derrumbe económico que hoy padecen y que en muchos países no tiene para cuando superarse, como muestran las estadísticas más recientes de su actividad económica todavía en declive.

¿Hacia dónde correr?

[1] En un juego de palabras que alude al magistral libro que ella y Kenneth Rogoff publicaron en 2009, This Time is Different: Eight Centuries of Financial Folly.