Colosio 30: las acusaciones de Camacho, aún abiertas

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Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, José Cordoba Montoya, Fernando Gutiérrez Barrios y Manuel Camacho Solís durante la presentación del libro de estudios sobre la Constitución de 1917.04FEB1992.-

Como cada 23 de marzo de cada año, el fantasma de Luis Donaldo Colosio aparece en los pasillos del poder público para recordar que hubo una investigación manipulada por los presidentes Salinas de Gortari y Zedillo y por los fiscales a modo que eludieron su responsabilidad pericial para investigar la tragedia de Lomas taurinas a partir de un principio jurídico-político: en política no hay asesinos solitarios.

Uno de los señalamientos más importantes que fue desdeñado por los fiscales del caso Colosio estuvo en una carta breve de Manuel Camacho Solís, exjefe del Departamento del DF y precandidato presidencial derrotado el 28 de noviembre de 1993. La misiva fechada el 5 de octubre de 1995 estuvo dirigida a don Luis Colosio Fernández, padre del malogrado candidato presidencial priista, quien fue manipulado por el presidente Salinas y desdeñado por el presidente Zedillo bajo el criterio de que había que enterrar la investigación bajo la tesis oficial del asesino solitario.

Una frase de la carta de Camacho preocupó a Salinas de Gortari, pero sobre todo marcó el ascenso al poder presidencial de Zedillo:

Yo no fui ni podía ser el beneficiario de la muerte de Luis Donaldo Colosio”.

La categoría de beneficiario es utilizada en investigaciones periciales de delitos penales para abrir líneas de investigación a partir de quien resultara, en efecto, beneficiario de un delito: la bala que mató a Colosio le pegó de rebote a Manuel Camacho Solís, lo sacó del paraíso priista y encumbró a Zedillo en la presidencia.

Al contrario, ninguna de las investigaciones de los fiscales se preocupó por profundizar el tema más importante del contexto político del asesinato: entre el 16 y 22 de marzo, Colosio selló un pacto político con Camacho para lograr un acuerdo que iba a incorporar al exregente capitalino como secretario de Gobernación del gabinete colosista, con la tarea prioritaria de operar los acuerdos con la oposición para una verdadera transición a la democracia. La reforma política de Colosio-Camacho iba a relegar el legado salinista del Tratado de Comercio Libre a segundo o tercer término, lo que desde luego enfureció al presidente saliente.

En su carta al papá de Colosio, Camacho les dio su punto de vista sobre el tema que dominaba las quejas de don Luis Colosio Fernández: el clima de inestabilidad y ruptura alrededor de la campaña presidencial del PRI. Camacho le dijo a don Luis que la parte más importante del escenario criminal no era el clima de crisis política, sino la afirmación del primer fiscal en el sentido de que en Lomas Taurinas “hubo una acción concertada” que derrumbaba la versión del asesino solitario.

Camacho le escribió a don Luis: “volver al tema de que fue el clima, un ambiente político, el que llevó al asesinato de Luis Donaldo Colosio, distrae de la atención del tema central: ¿quién fue el responsable moral, intelectual y material de la muerte de Colosio? ¿A quién le resulta útil, a estas alturas, hablar de un clima, en vez de descubrir y castigar, ya, a los culpables?

Camacho le explicó a don Luis que había elementos probatorios de que el 22 de marzo se había sellado el pacto político de Colosio con Camacho: en declaración pública, el exregente aceptó finalmente la candidatura de Colosio y dijo que sus propios deseos de Camacho de ser presidente no se lograrían a cualquier costo. Y Camacho le pidió a don Luis que investigara la comunicación telefónica de Colosio con Camacho a las dos de la tarde de ese 22 de marzo: “Porque se han dado a conocer otras grabaciones del teléfono al que me llamó Luis Donaldo el día 22, debe existir una grabación”.

Y a partir de este razonamiento, Camacho arribó a la conclusión que dos meses más tarde tendría el propio Salinas: “inmediatamente después de la muerte de Luis Donaldo se desató la lucha por el poder con tres figuras políticas al frente”. Aunque no lo dijo, Camacho después habría de comentar quiénes eran esas tres figuras que lucharon por el poder después del asesinato: Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Joseph-Marie Córdoba Montoya.

El caso Colosio dejó muchas dudas en el camino, pero los presidentes Salinas y Zedillo hicieron hasta lo imposible para imponer la tesis del asesino solitario. Y todos los fiscales, sobre todo el último, Luis Raúl González Pérez, perteneciente al grupo político del salinista Jorge Carpizo McGregor, utilizó todo el poder judicial para complacer la exigencia presidencial.

 

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Política para dummies: la política es el arte del engaño.

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