Con una población total superior a 700 millones de personas, la región Iberoamericana terminó el 2021 en el total abandono geopolítico. Con problemas graves e inmigración copada ya por el crimen organizado, narcotráfico, populismos depredadores, perversión de ideologías y sociedades desarticuladas que solo desean llegar a Estados Unidos atraídos por el confort capitalista, los países de América Latina y el Caribe comenzaron 2022 sin mejores expectativas.
El punto central de la crisis Iberoamericana se puede ubicar en el agotamiento del modelo paternalista de control ideológico de Estados Unidos que se intensificó en los años de la guerra fría 1951-1989, pero la región entró en la zona del olvido y el abandono cuando dejó de ser una prioridad estadounidense. En la actualidad, ya no existe en EU siquiera un enfoque geoestratégico de seguridad nacional para apropiarse de los recursos naturales de los países de la zona porque la dinámica del desarrollo capitalista se ha encargado de desdramatizar el potencial conflictivo de la ideología.
Cuba jugó un papel fugaz en el equilibrio ideológico en la región, pero el liderazgo de Fidel Castro se agotó en el personalismo dominante y el socialismo cubano no pudo construir una propuesta de desarrollo económico no dependiente. Sin mayores preocupaciones, Castro se sentó en su trono de La Habana a recibir solo el reconocimiento regional a su personalidad, perdió la capacidad de seguir impulsando y financiando revoluciones armadas y llevó a su Camelot tropical a un aislamiento en el tiempo y en el espacio.
El liderazgo de relevo de Hugo Chávez no pudo configurar un modelo de desarrollo regional y su bolivianismo retórico distorsionó los equilibrios políticos y económicos en la región y tampoco consiguió definir una globalización populista por la ausencia de pensamiento económico y teoría del desarrollo. Los populismos mediocres y regionalistas de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Argentina carecen de viabilidad económica y no tardan reventar rebeliones internas ante la incapacidad de satisfacer las necesidades sociales.
El indicio más grave de la desintegración social, económica y política de Iberoamérica se resume en las oleadas migratorias de familias enteras que huyen de casi todos los países de la región tratando de ingresar a Estados Unidos y obtener por ese solo hecho un pedazo del pastel del american way of life, sin saber que dentro de Estados Unidos hay una marginación social brutal de comunidades ajenas al modelo anglosajón dominante.
Los grandes medios norteamericanos han ignorado hasta la fecha la deplorable situación de vivienda y vida de las comunidades minoritarias y han escondido las condiciones de pobreza, hambruna y deterioro individual por el consumo de drogas.
Las expectativas políticas de los países de Iberoamérica son muy estrechas. La reciente victoria electoral de la corriente de centro-izquierda de Chile quedó atrapada en la incapacidad del sistema productivo de proponer nuevos modelos de desarrollo que rompan con estructura neoliberal heredada de las reformas pinochetistas. La votación por el líder estudiantil Gabriel Boric fue solo un grito de protesta y no el apoyo a alguna opción viable.
La Internacional Populista iberoamericana propiciada como Grupo Puebla por PSOE y Unidas Podemos de España no alcanza a entender la dinámica y la lógica del subdesarrollo Iberoamericano, por lo que carecerá de viabilidad real para contribuir a nuevos caminos de salida de la crisis histórica de la región.
Estados Unidos se desentendió de Iberoamérica en 1989 y el abandono ha permitido salidas fugaces de tipo populista basadas en liderazgos personales que tienden a derivar en dictaduras ominosas como la de Cuba y Nicaragua. La economía estadounidense podría comenzar a voltear la mirada así Iberoamérica en el escenario de la aglomeración de migrantes solicitando asilo en la frontera mexicano-estadounidense. Sin embargo, EU ya firmó acuerdos comerciales con buena parte de los países iberoamericanos, pero sin posibilidades de éxito en tanto que no existen modelos de desarrollo locales ni políticas educativas y tecnológicas que le den prioridad al sistema productivo; hasta ahora, el discurso dominante en Iberoamérica es el ideológico, nacionalista y antiimperialista.
Europa apenas está mirando a Iberoamérica como un espacio ideológico determinado por los gobiernos populistas, pero también carece de una propuesta de integración globalizadora económica, productiva y comercial. El Grupo Puebla está operando una alianza ideológica de gobiernos populistas, aunque sin entender que la prioridad iberoamericana es de desarrollo y no de enfoque ideológico.
El escenario Iberoamericano para 2022 está lleno de incertidumbres, tensiones y sobre todo conflictos locales por estallamientos derivados de la pobreza y de la nueva gobernanza criminal que está asumiendo el control de los regímenes y gobiernos.
La única iniciativa Iberoamericana fue la de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), pero fracasó porque la viabilidad de integración regional solo es de desarrollo y no de ideologías superficiales. Las experiencias de la Unión Europea pueden ser muy útiles a los escenarios comunitarios iberoamericanos, pero exigirían una estrategia integral y no partidista y sobre todo una mayor presencia de la Comunidad Europea en Iberoamérica.
En los hechos, Iberoamérica enfrenta posibilidades y limitaciones que dependen de las reflexiones hasta ahora ausentes de los liderazgos gubernamentales y también distantes de otros grupos regionales con experiencias asimilables.
Pero por lo pronto, el año 2022 muestra a Iberoamérica cómo una región invisible, no viable.
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