Las fricciones de México con la Casa Blanca en torno a las exigencias estadunidenses para poder asistir a la IX Cumbre de las Américas estaría frenando la decisión del presidente Joseph Biden de regresar a Estados Unidos al liderazgo imperial del mundo prometido en la Conferencia de Seguridad de Munich de febrero de 2021 y el tema podría ser determinante en la sucesión presidencial mexicana de 2024.
De manera arbitraria, la Casa Blanca estableció un mecanismo intervencionista de certificación de regímenes de gobierno en función del modelo de democracia estadounidense que está haciendo agua por todos lados. El enfoque democrático de Biden está en el territorio imperial de imposición de sistemas nacionales y de manera intervencionista estaría reventando las reglas de la ONU para pertenecer a la comunidad de las naciones.
La amenaza de Biden en Munich fue muy clara: reconstruir el escenario de la vieja guerra fría EU-Rusia-China, con la Casa Blanca liderando al mundo occidental. Este escenario explica la intervención de Washington en Eurasia provocando la guerra de Rusia con Ucrania, ahora presionando la incorporación de los países neutrales de Finlandia y Suecia a la OTAN y dando todo el apoyo estadounidense para convertir a este organismo militar en el sucedáneo de los ejércitos estadunidenses que estallaron guerras en Corea, Vietnam, Irak y Afganistán, entre otras guerras perdidas.
La clave de la OTAN se localiza en los planes de Biden para convertir a este organismo en una instancia militar intervencionista, la construcción de un ejército europeo para poner una nueva línea roja militar a Rusia y China en Europa y de paso incorporar –según los deseos de Biden– a los ejércitos de México, Colombia y Brasil en una OTAN como Pentágono mundial.
En este escenario de reconfiguración del poderío estadounidense después de las derrotas en Irak y Afganistán y del repliegue militar de Donald Trump adelgazando la OTAN y retirando la presencia dominante de EU se debe incluir el caso de la IX Cumbre de las Américas. La condición mexicana de invitar a los siete excluidos o decidir la no participación del presidente López Obrador le rompió el escenario estratégico americano a Biden, con efectos que se resentirán en el escenario de Eurasia y la guerra en Ucrania.
De manera arbitraria e intervencionista, Biden le dio a la Cumbre el tema de la democracia, convirtiendo a la Casa Blanca en mecanismo de certificación de formas de gobierno nacionales de otros países. Los gobiernos excluidos sí participan en las diferentes organizaciones que pululan alrededor de la ONU, incluyendo, por, ejemplo, el papel directo de Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU a pesar de denuncias en contra.
Si Estados Unidos gana el pulso con Mexico e impone la exclusión de países en función de consideraciones estadunidenses sobre sistemas de gobierno, el escenario de América Latina y el Caribe quedaría a merced de certificaciones de la Casa Blanca, como si EU fuera la democracia pura y absoluta por excelencia, a pesar de que arrastra exclusiones racistas, ideológicas y de sistema capitalista económico empobrecedor.
La política exterior de México se había sometido a los intereses geopolíticos estadunidenses con la firma del Tratado de Comercio Libre. Los gobiernos de Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto se subordinaron al enfoque estadounidense geopolítico bilateral y regional y mundial en tanto que la integración comercial tomó el lugar prioritario de la seguridad nacional mexicana.
El punto más sensible de la actual fase de fricción y a veces de crispación en las relaciones México-EU se estaría dando en el papel que podría jugar la relación con Washington en el proceso de sucesión presidencial mexicana. Si se analizan con profundidad los estilos políticos del presidente López Obrador, el replanteamiento de las relaciones bilaterales será uno de los factores de decisión, aunque en los hechos su sucesor pueda profundizar el distanciamiento bilateral nacionalista o necesite desecharlo para regresar al modelo salinista de cesión de la soberanía nacional.
Y si bien se analizan los escenarios, el modelo de democracia participativa de López Obrador es excluyente de la democracia representativa de lobbies de poderes fácticos del capitalismo estadounidense. De ahí el hecho de que el factor EU pueda ser muy importante en la candidatura presidencial de Morena para 2024.
Política para dummies: la política exterior más interior de lo que pueda suponerse.
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