La política mexicana, aún en tiempos de la 4ª-T, sigue siendo priista, quizá porque los protagonistas cuatroteístas mantienen todavía el ADN del viejo PRI. El líder senatorial morenista Ricardo Monreal Avila en los hechos se acaba de bajar del ferrocarril sin frenos del proceso de sucesión presidencial que se maneja de manera directa desde el despacho principal del Palacio Nacional y el canciller Marcelo Ebrard pone en duda la encuesta y deja entrever que el dedazo ya se dio a favor de Claudia Sheinbaum.
En uno de sus muchísimos textos que publica como articulista en la prensa mexicana y que le quitan tiempo para hacer política, Monreal mandó el martes 2 de mayo desde Milenio el mensaje a Palacio en una sola palabra: “reconciliación”, aunque luego de haber jugado a la tensión dinámica con el presidente de la República y de haber amenazado con salirse de Morena para correr por la libre o por otro partido.
Monreal ya se había alejado de los intereses presidenciales con votos en contra y abstenciones en algunas de las reglas cambiadas en el Plan B de la reforma electoral y aún ahora, en las votaciones del último fin de semana del rally de reformas legales, el líder senatorial se abstuvo en iniciativas presidenciales, dejando claro que sus convicciones personales eran mayores a sus voluntades disciplinarias.
En este contexto, el artículo de Monreal difiere de la belicosidad autonomista que llegó a llenar primeras planas de advertencias unidireccionales a Palacio. Y cuenta que en su visita al presidente el viernes –para presentarle respetos por el tropiezo de salud, pero también para recibir instrucciones inflexibles para votaciones senatoriales— “nos encontramos con un mandatario lúcido, entero y con amplio dominio de los alcances y propósitos de las iniciativas presentadas. Los días de confinamiento y recuperación de su salud habrían cumplido su propósito con creces”.
Monreal no le dio vueltas al asunto y dijo que el diálogo senadores-presidente se hizo bajo la lógica de los intereses del jefe del Ejecutivo, “en virtud de que el común denominador de las personas asistentes de ambos poderes era nuestra pertenencia e identificación con el proyecto nacional de la 4T”. Y, claro, fijó su propia posición: “convenimos que el reto más importante es mantener la unidad y cohesión del movimiento frente al desafío de obtener el referendo y avales ciudadanos en las urnas”.
Monreal planteó su enfoque del 2024 presidencial: “primero, la aceptación ciudadana de sus acciones y resultados; segundo, la unidad interna y articulación orgánica de quienes integran el movimiento; y tercero, el perfil de la candidata o el candidato que representará a la 4 t, así como el tipo de campaña que habrá que desplegar”. Respecto al tercer punto, Monreal plantea una alternativa a la encuesta: “el acuerdo o consenso entre las personas aspirantes”, como ocurrió con la candidatura a gobernador de Sonora de Alfonso Durazo Montaño, a diferencia de la confrontación que está buscando Marcelo Ebrard.
El último párrafo del artículo de Monreal refleja un signo de derrota: “haber regresado a Palacio nacional (como invitado senatorial) es una señal de reconciliación”, aunque en realidad el presidente fue muy claro en dictar lineamientos unidireccionales de su bancada en la Cámara alta.
En una declaración para El Universal, el canciller aparece diciendo con desdén: “si es Claudia, ¿para qué hacemos la encuesta?”, una frase que confronta los lineamientos del proceso de sucesión que definió el presidente de la República desde el arranque formal de la contienda.
Así pues, parece que hay dos precandidatos menos.
Política para dummies: La política, ha dicho el líder español Felipe González, es la aceptabilidad de la derrota.
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