Con EU, el problema es de seguridades nacionales diferentes

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Si se revisan los modelos políticos de relación de los demócratas y republicanos hacia México, lo que cambia sólo es superficial: mejor explicación de posibles soluciones, pero manteniendo el punto central de soberanías diferentes.

El punto clave de las relaciones bilaterales se localiza en una de las conclusiones firmadas por México dentro de la Comisión Binacional que promovieron el presidente De la Madrid y el presidente Ronald Reagan en 1987: cambiar la percepción mexicana respecto de Estados Unidos, pero sin que Washington a su vez ajustara sus suspicacias sobre México.

Las relaciones México-Estados Unidos no son de dependencia comercial, ni de vecindad física, sino de estrictos criterios de seguridad nacional contrapuestos: Washington quiere un México subordinado a los intereses geopolíticos de la Casa Blanca, en tanto que Palacio Nacional ha fijado criterios mínimos de resistencia por valores de un nacionalismo de sobrevivencia, a veces mal entendidos y en ocasiones bien percibidos.

Lo ocurrido con México y Trump en el corto período de 2016-2021 ha revelado la existencia subterránea en la nación mexicana de un resentimiento histórico con respecto a Estados Unidos: el vecino del norte representa un deseo de imitación en niveles económicos y de bienestar, pero con el mantenimiento de valores indispensables de nacionalismo que han impedido el zarpazo final.

El presidente Salinas de Gortari supuso que el tratado comercial iba a contribuir a encontrar caminos de acercamiento que liberaran a los dos gobiernos y las dos sociedades de los viejos resentimientos históricos. Salinas cedió la seguridad nacional a favor de los intereses de EU, pero se quedó esperando la reciprocidad.

El estratega geopolítico de la Casa Blanca Johnny Dimitri Negroponte, que era embajador de Washington en México en los años de la negociación del Tratado, lo vio con claridad en 1991 cuando escribió un Memorándum al Departamento de Estado para apresurar la aprobación del acuerdo comercial porque en el fondo esa integración iba a liquidar los resabios nacionalistas mexicanos que impedían la conversión de México en una economía asociada en el modelo puertorriqueño.

El discurso de Trump-Vance celebra los beneficios estadounidenses de la integración productiva pero se sigue quejando que la economía mexicana no ha resuelto sus problemas de bienestar y decenas de miles de mexicanos continúan cruzando la frontera estadounidense sin cumplir con los requisitos legales migratorios, con verificación adicional porque México se ha convertido en la puerta giratoria para una verdadera invasión de personas por la frontera mexicana.

Estados Unidos vio a México sólo como un mercado para miles de productos que antes llegaban a territorio mexicano por el camino del contrabando ilegal, pero el modelo productivo estadounidense no supo percibir las oportunidades de mayor integración y sólo se concretó al espacio beneficioso del intercambio comercial, sin que las empresas americanas contribuyeran a una reconversión industrial mexicana que fortaleciera a la planta productiva estadounidense en declinación.

Estos errores de entendimiento sobre la realidad mexicana se extendieron el tema del narcotráfico: Estados Unidos quería sólo controlar la producción y flujo de droga para los millones de adictos estadounidenses, pero no supo gestionar la toma del control de la estructura criminal del narcotráfico. Y ahora EU quiere lanzar hasta misiles sobre zonas de narcos en territorio mexicano, pero el último informe de la DEA reconoció que dos cárteles mexicanos del narcotráfico, Sinaloa y Jalisco, tienen el control del contrabando ilegal de drogas que ingresa a territorio estadounidense, manejan la distribución de productos en toda la Unión americana y ya tienen presencia significativa nada menos que en los 50 estados de la Unión americana. En este sentido, podría adelantarse que de nada servirá que EU controle a los narcos en México, si células con estructuras integrales del narco mexicano tienen capacidad autónoma dentro del espacio físico estadounidense.

Trump-Vance, como Biden-Harris, sólo están mirando la superficie bilateral y sus intereses de seguridad nacional y del lado mexicano vienen otros seis años de desencuentros ríspidos porque las administraciones entrantes en EU no han entendido que nunca, ni en gobiernos conservadores locales, México ha aceptado ser una estrella más de EU.

 

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Política para dummies: la política casi siempre sirve control total y no para entender.

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