El presidente López Obrador debió ser el primer interesado en deslindar a su sucesora Claudia Sheinbaum Pardo de cualquier escándalo, conflicto, escenario o información con el narcotráfico como crimen organizado transnacional y la delicada relación con Washington. En lugar de ello, el mandatario colocó a la próxima presidenta al lado del gobernador Rocha inserto en el caso del Mayo Zambada.
Pero el momento fue mal calibrado: opacó la coyuntura de la entrega de la constancia de mayoría que le reconoce la única gran victoria de la oposición en la lucha por la presidencia.
El caso Mayo-Rocha es apenas la punta del iceberg. El gobernador Rocha hizo una confesión al columnista Salvador García Soto, de El Universal, que no alcanzaría para declaración ministerial a menos de que el mandatario la ratifique ante autoridades competentes, pero con elementos de reconocimiento de la narcopolítica cuando menos en el escenario micro de Sinaloa:
“No nos hagamos pendejos. Aquí todo mundo sabe cómo está la cosa. Yo fui y hablé con ellos, los conozco a todos porque soy de Badiraguato, y yo fui a pedirles su apoyo. Quien te diga que quiere gobernar Sinaloa y no tiene el visto bueno de ellos (los narcos), te miente. Así es la cosa aquí, para qué nos hacemos pendejos”.
A ello se agrega el dato agregado por el periodista García Soto: dinero del narcotráfico de Sinaloa fue utilizado para financiar campañas de gobernadores de candidatos de Morena. Se trata de dichos, pero basados en la sólida credibilidad profesional de un periodista y en la acreditación de afirmaciones del hoy gobernador de Sinaloa mencionado por Ismael El Mayo Zambada como parte de las relaciones de poder político del narcotráfico.
Por la forma en que fue involucrada mediáticamente en la respuesta del gobernador Rocha a la carta del Mayo Zambada y por su presencia en ese evento del propio presidente de la República, la presidenta electa Sheinbaum quedó tocada por el conflicto destapado en Estados Unidos, a pesar de que sus tareas en el gobierno capitalino 2000, su Jefatura delegacional en Tlalpan y la Jefatura de Gobierno de Ciudad de México 2018-2023 la mantenían alejada de la definición de la estrategia de seguridad pública del Gobierno lopezobradorista.
En este contexto, lo menos que debería decir la presidenta electa sería un compromiso de abrir su propia investigación del caso una vez que tome posesión del cargo y asegurar que el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, que termina su gestión en 2028, atenderá las necesidades políticas del nuevo gobierno en seguridad pública por el tema del narcotráfico y de seguridad nacional por el involucramiento vulgar de Estados Unidos que tendrían que definir la política exterior y bilateral de la próxima administración federal mexicana.
El escenario mediático se mueve por ritmos políticos no institucionales; es decir, los medios de comunicación seguirán explorando el caso del Mayo Zambada a partir de los elementos que busquen probar una complicidad política con autoridades locales y deslindar cualquier responsabilidad de tipo federal. La lógica mediática señala que a mayor negativa gubernamental corresponderá también una mayor insistencia mediática de denuncia de complicidades en la narcopolítica.
En el escenario de la denuncia mediática están jugando un papel fundamental los medios de comunicación extranjeros, sobre todo porque los estadounidenses responden a la lógica de los intereses de seguridad nacional de la Casa Blanca. La carta-denuncia del Mayo Zambada fue entregada por su abogado al The New York Times y de ahí se difundió masivamente.
Es un espacio más abierto del escenario de conflicto de la narcopolítica, el caso del Mayo Zambada estaría ya limitando de manera muy sensible las zonas de continuidad de la estrategia lopezobradorista de construcción de la paz, de la gobernanza criminal y de los presuntos acuerdos para erradicar la violencia. Destaca el hecho de que el Cártel de Sinaloa ha sido muy funcional al modelo de “abrazos, no balazos”, en tanto que el Cártel Jalisco Nueva Generación estaría en el centro de la violencia en la disputa de territorios institucionales, políticos y físicos que ha ido perdiendo la soberanía del Estado.
Y al final, el caso del Mayo Zambada fortalecerá la estrategia estadounidense para obligar al próximo gobierno de Sheinbaum a subordinarse a los criterios americanos para que el control de los capos no los tenga instancias mexicanas, sino los organismos de seguridad nacional estadounidenses.
López Obrador está aún a tiempo para blindar al gobierno de Sheinbaum de los lastres de la narcopolítica heredada.
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Política para dummies: la política es la disputa por el poder con los poderes fácticos.
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@carlosramirezh