Las elecciones intermedias en cada sexenio suelen tener tres características: fortalecer la fuerza política del ejecutivo con su partido consolidado, mantener la mayoría absoluta/calificada como llave de ejercicio del poder y preparar el ambiente para la sucesión presidencial en modo de continuidad.
Los proyectos personales presidenciales se consolidan en la primera mitad del sexenio, dejando a la segunda sólo el fortalecimiento de objetivos. En la segunda parte de los sexenios poco puede hacer la oposición, salvo mantener una parte mínima de su poder real.
Los partidos de oposición, en las elecciones intermedias, bailan al son del partido en el poder: se fortalecen o se debilitan si el partido presidencial en turno tiene algún objetivo de fondo. La oposición saltó a la competitividad después de la debacle de Salinas de Gortari en 1988, pero nunca supo definir una estrategia adecuada. En 1991 Salinas regresó el poder al PRI, en 1997 Zedillo pagó su arrogancia tecnocrática, en 2003 Fox quiso adelantar candidatura de su esposa, en 2009 Calderón creyó que el PAN era como el PRI y en 2015 Peña Nieto ignoro el costo político de la apropiación totalizadora del PRI.
En 2021 el presidente López Obrador enfrenta un escenario óptimo que podría resultar complicado: la potencialización de un proyecto personal por encima de las contradicciones sociales de grupos que pululan dentro y alrededor de Morena. Antes de arrancar el proceso se observa una oposición inexistente y liderazgos sociales sin partido ni oportunidad para competir por asientos en la Cámara, por lo que los errores que dañen a Morena serán del propio partido y sus tribus.
La configuración de poder en la cámara federal de diputados está así: Morena tiene 51.2% de legisladores, a los que se agregan 15.6% del PT, Partido Verde y Encuentro Social (sin registro), para sumar 66.8%, menos de dos décimas para el 67% de mayoría calificada que le permite modificar la constitución. La oposición se divide en dos formaciones: la alianza PRI-PAN-PRD con 27.4% (los tres llegaron a dominar el sistema de partidos, hoy los tres en desgracia electoral) y Movimiento Ciudadano por su cuenta con 5%.
Morena le apostó a la fragmentación de su propia oposición promoviendo tres partidos nuevos: la renovación del registro de Encuentro Social como Encuentro Solidario, Fuerza de México del líder burócrata Pedro Haces y Redes Sociales Progresista de la maestra Elba Esther Gordillo. Para mantener su registro cada uno necesitan cuando menos, 3% de votos, un total de 9% que querrán quitárselo a PRI-PAN-PRD, pero que en realidad llegarán de los aliados Verde, PES y PT.
Para consolidar la fuerza presidencial, Morena está urgido de mantener por sí mismo mínimo el 51% de los diputados, pero que por circunstancias del nuevo juego de partidos tendrá que sacrificar varios para ayudar a sus aliados viejos y nuevos. Un dato mayor se localiza en el PT y su 9% de diputados por la coalición con Morena, pero con apenas 2.2 millones de votos/ 3.9% de votos por sí mismo en 2018. En estos tres años, el PT se fue desinflando, el Verde entró en un proceso de descomposición delictiva y el PES apenas arañó las cifras mínimas para su segundo registro en el INE.
La oposición asistirá en tres carriles: la alianza PRI-PAN-PRD en distritos, Movimiento Ciudadano de nueva cuenta en solitario y PES, PVEM, FM, RSP y PT como aliados morenistas. Para junio de 2021, Morena no contará con la figura de López Obrador en la boleta y algunos indicios revelan que su participación desde las conferencias de prensa matutinas no tendrá la fuerza de encabezar una gran coalición. Podrá, sí, minar a la oposición, pero no será el dinamo de la elección.
La oposición ha perdido identidad como oposición. Los dirigentes del PRI, PAN y PRD carecen de legitimidad y fuerza moral, el reparto de plurinominales está ahuyentando votantes y es la hora en que no ha definido un discurso formal y serio contra el proyecto nacional de López Obrador. Al carecer de figuras visibles, esa coalición opositora se refugió bajo las alas de la organización empresarial-elitista Sí X México, pero sin cumplir los requisitos de seriedad y de cesión de espacios reales de acceso a la cámara a figuras ciudadanas.
En los hechos, el objetivo de la oposición no parece ser ganar posiciones legislativas, sino desalentar votantes, obligar a un desgaste a Morena y a sus aliados y disminuir la mayoría absoluta de Morena. Nada más.
@carlosramirezh
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