Retomemos: ¿Por qué la catedral metropolitana de CDMX carece de una placa por Francisco?

0
5
En efecto, a propósito del fallecimiento del sumo pontífice romano, tenemos un momento apropiado para recordar otra vez la ausencia injustificada, casi grosera, de una placa de gran formato, es más, de grandísimo formato por Francisco, como la que sí existe conmemorando la primera visita de Juan Pablo II a tan significativo templo en su primer viaje de 1979. Está colocada al polaco en los muros que soportan el órgano derecho del coro, visto desde la Puerta Santa, digamos. Y otro dato: cuando Juan Pablo II entró a la catedral, él mismo develó la placa. No se colocó después.
Francisco estuvo presente allí en su único viaje a México, el sábado 13 de febrero de 2016. Y no hay rastro visible a los fieles, de tan importante ocasión con similar deferencia, o sea, de una placa que recuerde esa visita en los muros de los pasillos procesionales de la catedral metropolitana de la capital mexicana. ¿Hay alguna razón? Bueno, hagamos historia.
Habían transcurrido un par de meses desde aquella visita. Y de la placa alusiva ni sus rastros. Pregunté quitado de la pena a un guía de turistas que atendía como parte del personal acreditado ante ese sitio y con punto fijo, atril incluido, quien a mi pregunta, seco como suelen ser cuando no les contratas el recorrido por los techos del lugar, accedió a darme detalles de tal ausencia. Sí había una historia, sí había intención.
Pues bien, a pregunta expresa me dijo: uhhhh, no, eso no va a suceder. El Cardenal y el Papa no hicieron química. Bueno, pensé yo, pero el Papa es el Papa y es verdad que el Cardenal es el titular de esta sede. Corresponde a él y no al Papa, autorizar cualquier colocación en primera instancia, supongo.
Pero no. No la había colocado y hasta 2025 no existe tal. Es que hubo roces, fue una visita mal aspectada. Me contó aquel buen hombre que el Papa de por sí estaba molesto ese día. Rivera intentó hacerle de guía de turistas y él lo detuvo tajante indicando que venía a lo que venía, a hablar con todos los obispos mexicanos que requirió reunirlos allí. Iba para un jalón de orejas, no para hacer turismo y ese jalón de orejas después pudimos constatarlo.
Luego le molestó al vicario de Cristo ver a la prensa ahí reunida. Rivera quería la foto con un pontífice con el que no, simplemente, no. Y el Papa lo riñó por esa presencia no invitada cuando había precisado que sería una reunión a puerta cerrada. O sea, sin prensa.
Al final, el discurso hasta se televisó y vimos las fuertes llamadas de atención a los obispos de zonas controladas por el crimen organizado. Se arremolinaban en sus bancas, incómodos, me contó el sujeto. “Capellanes del dinero y adoradores del dinero”, luego señaló a otros. López Dóriga afirmó el lunes 21 de abril de 2025 que uno de los aludidos de esa frase era Rivera Carrera.
Así que por eso cuando usted acuda a la catedral no verá una megaplaca que recuerde aquella feliz visita de Francisco. Sí la de un Papa conservador como Juan Pablo II, tan del gusto de Rivera y contrastará frente al silencio hacia el otro que tenía tanto o más méritos para contar con una placa: era hispanoamericano, americano, cercano a los pobres después de todo, de nuestra cultura y, pues, no, simplemente no se le extendió tal reconocimiento y sabemos cómo se las gastaba aquel prelado mexicano. Qué dios lo perdone al cardenal retirado.
Un dato más. Personas cercanas a la Iglesia, fieles que ayudan en parroquias, me contaron que no se promovió como en otras ocasiones, no se organizó a la gente para salir a hacer vallas en 2016. Se notaba en los grandes vacíos en los recorridos. Que la cosa la fraguó Rivera. ¡Santos boicots, Batman! Dios lo perdone.