Morena: la gran derrota fue en CDMX, pero por conflictos internos

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El gran avance del cardenismo perredista arrancó con la toma política del DF como capital de la república en 1997 y ha comenzado a declinar con la derrota de Morena en Ciudad de México. Pero no por la reconstrucción del PRI o del PAN, sino por rupturas internas en la coalición morenista.

El eje del perredismo en la capital no fue algún proyecto de reconstrucción urbana de la capital, sino la creación de una estructura de poder urbano de masas beneficiadas por el asistencialismo a cargo nada menos que de René Bejarano y Dolores Padierna, quienes operaron con Manuel Camacho la creación de grupos sociales alrededor de la reconstrucción de la Delegación Cuauhtémoc devastada por los sismos de 1985.

Casi un cuarto de siglo después, Padierna fue aplastada por la alianza PAN-PRI-PRD en la Delegación Cuauhtémoc y la mitad de las alcaldías-delegaciones capitalinas pasaron a la oposición quebrando la estructura de poder de Morena. Lo malo, sin embargo, fue que el desmoronamiento de Bejarano-Padierna en Cuauhtémoc también demolió el proyecto de ellos de construir una estructura partidista de poder para la elección presidencial de 2024: contribuir a dañar a Morena para imponer el Movimiento Nacional por la Esperanza como el aparato social asistencialista que le querían ofrecer a López Obrador en CDMX y en varios estados de la república para 2024.

Bejarano y Padierna fueron dos pivotes en 1999 para impulsar la candidatura de López Obrador al gobierno del DF, inclusive con el dato legal de la residencia tabasqueña del entonces presidente nacional del PRD. En buena parte de la gestión de López Obrador en el gobierno capitalino estuvo Bejarano como secretario particular o jefe del aparato político de la entidad. Para el 2024 los dos se estaban moviendo para apoyar la candidatura presidencial desde CDMX.

En este contexto, Morena en la capital de la república entró en una zona de conflicto, agravada por la falta de decisión y autonomía relativa de la jefa de gobierno y su papel como regenta de Palacio Nacional. La estructura urbana de sectores beneficiados por el asistencialismo careció de manejo electoral, sin existir vasos comunicantes entre los programas de gobierno, las bases organizadas y los grupos bejaranistas-padiernistas.

En la gestión de CDMX se atravesaron las figuras del 2024 –nadie alcanza aún la categoría de precandidato– de la propia Sheinbaum como consentida de Palacio Nacional, pero también el papel clave de Marcelo Ebrard Casaubón en las gestiones presidenciales y la capacidad organizativa de Ricardo Monreal Avila. La inexistencia de Morena como partido, como estructura territorial, como liderazgos intermedios o como grupos organizativos desamparó la gestión de la regenta.

La carencia de comunicación política de Sheinbaum con la ciudadanía capitalina, la administración sin sentido político del gobierno capitalino, la incapacidad para definir una autonomía relativa de Palacio Nacional, la mala gestión de crisis como la seguridad y sobre todo el accidente del Metro que se redujo a su negativa de renunciar a la directora Florencia Serranía, la ausencia de su figura política en la vida urbana desvincularon las actividades de gobierno de la acción política y separaron el gobierno local respecto de Morena como partido dominante fueron los elementos que cocinaron la derrota de Morena en las elecciones legislativas y municipales locales.

A ello contribuyó, por si fuera poco, el alejamiento de la figura presidencial de la vida política capitalina, la falta de giras locales y la inexistencia de programas sociales magnificados.

De ahí que el señalamiento de que la derrota de Morena en CDMX fue por “guerra sucia” local y sólo podía entenderse en función de la lucha por el poder dentro de Morena con miras a la candidatura presidencial de 2024 en la que Sheinbaum tiene un sitio privilegiado por decisión de Palacio Nacional, no por The Economist. Y si Morena quiere tener una mejor oportunidad en el 2024, necesita rescatar la gestión política de Morena en CDMX con enfoques de fondo y con nuevos liderazgos hasta ahora no visibles o hasta inexistentes.

La prioridad uno de Morena es CDMX. Y ahí se requiere de una nueva estrategia de reconstrucción del poder.

 

Política para dummies: La política es un juego de tensión dinámica entre poderes reales.

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