Se ha escrito mucho recientemente de la gran narrativa (discurso político) que tiene el presidente y su éxito en comunicar esperanza al pueblo de México. Se dice que el presidente genera confianza al pueblo y, sobre todo, esperanza de que las cosas van a cambiar. Los niveles de aceptación presidencial siguen siendo altos. El jefe del Ejecutivo federal día con día transmite en sus conferencias matutinas ese sentimiento de calma al pueblo de que las cosas van mejor que cuando los gobiernos anteriores al actual gobernaban al país.
Sin embargo, quiero preguntarme si ese sentimiento empático hacia el presidente existe en las personas que recientemente han perdido a un ser querido como resultado de la falta de atención médica oportuna en algún hospital saturado por la pandemia del Covid-19, o como consecuencia de la falta de medicamentos o de insumos para llevar a cabo alguna operación quirúrgica. También me pregunto si ese sentimiento de calma y esperanza existe en las personas que ya perdieron su trabajo o que les redujeron sus jornadas como consecuencia de la pandemia, o a las madres que batallan todos los días para conseguir a algún pariente, comadre o amiga para que les cuiden a sus hijos mientras ellas trabajan, cuando antes tenían la solución de las estancias infantiles. Me pregunto qué opinan las miles de familias que diariamente pierden a sus seres queridos como consecuencia de la inseguridad.
No obstante esto, es una realidad de que la mayoría de la gente que se encuesta no le han llegado los problemas o tragedias antes expuestas. Pero de lo que sí estoy seguro es que se dan cuenta de que las cosas no van bien y de que se están deteriorando rápidamente las condiciones de gobernabilidad del país. En orden descendente: la seguridad pública, la atención a la salud, los servicios públicos municipales, las condiciones de las empresas, las pérdidas de empleo y la reducción de oportunidades para poner negocios nuevos y para hacer crecer a los existentes.
El presidente ha sido muy exitoso en polarizar al país, en dividirnos entre malos, perversos, explotadores y pobres, sin oportunidades, sufridos y explotados. Se ve claramente que la propaganda tanto del gobierno como la de Morena, tiende a polarizar aún más a la población y a insistir de que los gobiernos anteriores al actual nos heredaron todos nuestros males y que la oposición quiere regresar al pasado para continuar explotando y abusando del pueblo.
Para poder contrarrestar lo anterior, la oposición debe de desarrollar un nuevo discurso político (narrativa), que hable con la verdad, pero que llegue a las fibras sensibles del pueblo. No basta con criticar al actual gobierno, porque eso pone a la oposición en el foco que tiene el presidente de decirle a la gente que lo que se quiere es recuperar privilegios para seguir con la explotación del pueblo.
Es por eso que necesitamos:
- Hablar siempre con la verdad.
- Unir a los mexicanos para salir adelante.
- Ofrecer orden y paz, a través del fortalecimiento de las fuerzas policiales locales.
- Ingreso básico universal.
- Que se respete la ley, anteponiendo al poder del Estado para evitar abusos de los extorsionadores económicos de siempre (leer nuevo libro de Luis de la Calle La Economía de la Extorsión).
- Apoyar a las empresas para su subsistencia.
- Bajar cargas fiscales y eliminar trámites administrativos innecesarios.
- Adelgazar al gobierno.
- Cancelar los proyectos faraónicos del presidente.
- Exhortar a la Suprema Corte a que resuelva los litigios pendientes en contra de las absurdas reformas de Morena.
- Realizar el plan de infraestructura promovido por los gobiernos estatales y la iniciativa privada, para fortalecimiento de la infraestructura municipal.
- Completar el sistema nacional anticorrupción y aplicarlo sin distingos.
- Fortalecer a los órganos autónomos.
- Reimpulsar los proyectos de la reforma energética.
Nada más hace falta ponerlo en lenguaje comprensible para dar a conocer los efectos positivos que lo anterior traería para el bienestar del pueblo.
@CarlosAnguloP