Hay que ser muy mal intencionado, desmemoriado o de notable cortedad de luces para criticar que se hable de la sucesión de 2024. ¿Porque lo hace López Obrador? Pues como cualquiera. El tema no es tabú y mucho menos la ley lo prohíbe. Ni que estuviéramos en la época priista para censurar la libertad de expresión, como sucedía. Han criticado el punto como si hablarlo fuera pecaminoso o una tontería. ¡Por favor! mentecateces y falsos pudores, a otra parte. Ahora, lo que sí se puede es darle, para variar, otro giro, otro cariz al tema y a eso procederemos.
Porque ni el tapadismo es monopolio de un partido ni mucho menos es temprano para hablar del tema. Estamos bastante a tiempo. Al panismo que critica acremente por boca de Marko Cortés que López hable de 2024como si nunca el PAN hubiera desgobernado, se le olvida convenencieramente el madruguete del gobernador de Guanajuato Vicente Fox que en 1997, 3 años antes de su triunfo, al día siguiente de las elecciones intermedias del sexenio Zedillo que derrotaron al PRI, se lanzó de presunto candidato y amagó con hacer campaña desde ¡ya! como la hizo. Sí, entonces el priismo lo criticó acremente y afortunadamente el tricolor fue derrotado de manera contundente en 2000.
En cuanto al priismo, que no se confunda nadie: ¿es tapadismo el que hable López? bueno, lo de López Obrador hablando del 2024 sería tapadismo priista solo si no se supieran nombres, si los nombres morenistas fueran solo de priistas activos, si el PRI tuviera los derechos reservados del término y sobre todo, solo si la ignorancia política priista fuera de tal magnitud (se presume que sí) que creyera que el ratón cree que todos son de su condición. ¿Que el tapadismo de otros es como el priista? No, porque para serlo requeriría un amagar e imponer al candidote priista –tan faceto, hierático, distante y endiosado (ya no digamos inepto, el priista)– como lo hacía el priismo entre 1929 y 1999. Nada más lejos de ser lo que se ve en Morena y ojo, se lo tengo dicho en esta columna: nunca pierda de vista a los electores. Con el PRI su tapadismo no cuenta ni en lo democrático ni mucho menos en la voluntad popular porque jamás ha sido democrático. Por eso la cosa no admite comparación.
Ahora bien, en efecto, son buenos tiempos para hablar de la sucesión presidencial y es ridícula la postura del PRI y del PAN (del PRD no hablamos porque ya se sabe, el PRD con el impresentable de Zambrado, es un chiste mal contado. Como lo es Alito). El PRI y el PAN deberían de estar de plácemes y cacarear menos quejumbrosos, porque hablar de sucesión presidencial implica en principio, que López Obrador sí se irá cuando los tiempos constitucionales lo marcan, no cuando FRENAAA le chasquea los dedos de manera tan majadera y burda, por no decir antidemocrática como es ese movimiento. Y como a ambos partidos y a sus seguidores les da tirria que López se quede y se reelija, no se entiende entonces sus quejas por hablárseles de tal sucesión que implica poner fin legal al sexenio de López Obrador. Si se insinúa quedarse, se quejan. Si se habla de irse, se quejan. Eso no es ser oposición. Eso se llama ser de otra forma, peyorativa. Como puede haber niños rondando leyendo esto, nos abstenemos de la palabra adecuada. Algo es verdad: nos topamos de nuevo con una oposición de quinta.
Y a todo esto, ¿las mujeres? la clase política a la que la ley ha forzado a candidatearlas porque si no, ningún partido de renombre se atrevería, esta vez (2024) ¿si apostarán por candidatas a la presidencia de México? O se harán patos los partidos otra vez y las frenarán, como suelen hacerlo. Y no hablamos de candidatas perdedoras y de dudoso apoyo popular (Margarita Zavala, Vázquez Mota) sino de impulsar a aquellas con arrastre, con propuestas reales, que las candidaturas se construyen. Y que nadie lo olvide.
Si ya sabemos que las campañas se construyen y no se imponen (a lo Ricardo Anaya o el tapadismo priista) y la ley electoral no prevé paridad de género en candidaturas presidenciales, ya que ahí no cabe 50 y 50 ni en el puesto ni en los partidos, y eso torna endeble la posibilidad de tener presidenta en 2024, luego entonces sume usted la clase política incapaz de buscarlas o de quererlas, aunque digan que sí quieren a a una mujer, afirmándolo de dientes para afuera.
Si acaso 2024 fuera una interesante elección entre mujeres, en su sí o sí definitivo, sobrarían la necedad de Anaya, así como el más absoluto extravío priista, que sueña con grisuras e incompetencias como Del Mazo, Beltrones, Fayad y hasta Enrique de la Madrid, a quien no se le conocen méritos. Ni el PRI ni el PAN tienen mujeres con que catapultar al género en 2024. No en 2021. Brillan por su ausencia en ambos partidos con miras a candidatear una presidenta y en vez de pensárselo, prefieren decir que la caballada está flaca en Morena, cuando ni PRI ni PAN tienen candidatos triunfadores a estas alturas, ya no digamos mujeres presidenciables.
Marko Cortés, en su irredento e infinito extravío aseguraba al periodista Guillermo Ortega que contara con que presentarían al mejor candidato. Como no se estuviera autopromoviendo, no se le ve cuál. Y de mujeres panistas con proyección nacional, fuera del panismo y reconocida trayectoria por resultados…cero. ¿Eso hace mejor a Claudia Sheinbaum? convendría medirlo como lo que es: en Morena hay mujeres a título de candidatas. En el resto, hoy no las hay ni se las espera.
Mientras el mundo elije mujeres, otra vez México se verá a la saga en la materia. 2024 no pinta para una campaña interesante donde las mujeres resalten para buscar la presidencia de México. Es más fácil oír la burrada del “no estamos preparados” (presenten el país que tomó un propedéutico para estarlo o que por ser mujeres precipitó a una guerra civil por encumbrarlas al triunfo y no obedecerlas) que favorece ver una caballada flaca en todos los partidos en pos de mujeres gobernantes. Así se ve en 2021. La oposición que se preocupe. Carecen de un Vicente Fox y su folklorismo y de un guapo pero tonto como en 2012. Así que a buscarle, señores opositores a Morena, que el camino lo tienen complicadito.
Si por una vez hay el compromiso de buscar candidatas mujeres con ánimo de que ganen, sí, no basta ser mujeres, es verdad, pero serlo que no sea impedimento para presidenciarse, porque sí, las requerimos capaces y dispuestas, también y las hay. Las hay. Pero hay que construir candidatura y quitarse telarañas de la cabeza. No todos los partidos tienen ni el ánimo ni la capacidad para impulsarlas. Eso está más que probado, desafortunadamente, y merecen que el electorado les de la espalda por negarse a apoyar candidatas a la presidencia.