No existen protocolos ni reglas precisas para operar el proceso de sucesión presidencial o designación del candidato oficial del partido en el poder al siguiente sexenio, antes con el PRI, luego con el PAN y ahora con Morena. La primera lista es tentativa, pasa por el desorden editorial en los medios y se decanta a partir de quién la define. El presidente en turno apenas la induce y se sienta a esperar.
La primera lista la dio a conocer el presidente López Obrador como sacando nombres de una chistera. NI estaban todos los que podrían ser ni podrían ser todos los que estaban. Al final, la lista sucesoria es un juego lúdico muy parecido al juego de las sillas: siempre sobra uno que no alcanza y el número de sillas se va reduciendo hasta quedar sólo la Silla del Aguila y el seguro sucesor.
Los tiempos son los mismos: después del resultado electoral de las legislativas federales de medio sexenio y al lomo de la definición abierta o secreta de la agenda presidencial para la segunda mitad del sexenio. A partir de ese resultado, el proceso político se le va escapando de las manos al presidente en turno, el juego comienza con hilos del poder sueltos y el presidente tiene apenas el segundo semestre del tercer año en ir acotando y fijando su espacios de autoridad.
La primera lista del presidente López Obrador ha comenzado a ser ajustada en medios y expectativas: a partir de ese primero indicio se puede ir armando la primera lista no oficial de diez aspirantes con posibilidades, mayores o menores, dentro o fuera del espacio presidencial. No es la oficial, sino la que se le pudiera adivinar al presidente de la república. El orden no es por posibilidades:
1.- Marcelo Ebrard Casaubón, canciller, operador político lopezobradorista y sucesor leal en el gobierno del DF en el 2006. Es un político con capacidad y autonomía dentro del proyecto oficial.
2.- Claudia Sheinbaum Pardo, hoy jefa de gobierno de Ciudad de México, creció en el gabinete capitalino lopezobradorista, jefa delegacional y política subordinada de manera total al presidente.
3.- Ricardo Monreal Avila, político con formación autónoma, aliado leal y sólido en el proyecto lopezobradorista, mantiene capacidad de autonomía relativa con subordinación marcada por la lealtad, pero con mayor espacio de autonomía política.
4.- Esteban Moctezuma Barragán, funcionario del zedillismo, exsecretario general el PRI por razones de circunstancias, exsecretario de Gobernación, disciplinado, leal, no juega por la libre, secretario de Educación y hoy embajador de México en Washington, sin duda una de las plazas clave de poder del presidente López Obrador.
5.- Juan Ramón de la Fuente, político sin ser del PRI, pre-precandidato presidencial en 2000, exrector de la UNAM, funcionario en la agenda de primer nivel del presidente de la república, hoy representante de México en la ONU. López Obrador pensó en él como secretario de Gobernación en el 2012. Psiquiatra de profesión.
6.- Adrián Augusto López Hernández, político local de Tabasco, amigo directo del presidente, figura como de hermano menor, gobernador, hoy secretario de Gobernación con facultades políticas. Llegó a la operación presidencial del gabinete y de la política interna después del tropiezo de Morena en las elecciones legislativas del pasado 6 de junio.
Fuera de los espacios de las listas filtradas desde el poder aparecen cuatro figuras que ha cumplido un papel estratégico en el proyecto de gobierno de López Obrador y que podrían tener lugar en la primera lista informal:
7.- Alfonso Durazo Montaño, un político experimentado y forjado en la disidencia de gabinetes priístas y panistas, operador del proyecto clave de seguridad pública y la Guardia Nacional, ganó la gubernatura de Sonora contra todos los pronósticos y jugará un papel decisivo en el espacio político regional del proyecto presidencial. Se forjó con Luis Donaldo Colosio y salió perseguido por Zedillo. Se cinceló en los juegos de poder del viejo PRI.
8.- Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es visto como un externo a todo el entorno lopezobradorista, aunque su papel ha sido construir un modelo de democracia participativa desde el poder judicial. El presidente lo potenció como la única persona honesta en el área de derecho público, aunque su batalla se perdió en la inexperiencia de los juegos de poder. Ha comenzado a ser evaluado como parte de la lista.
9.- Rogelio Ramírez de la O, economista, asesor de grandes empresas, fue presentado por el presidente López Obrador como un economista con sentido social y moral, justo el eje de la propuesta de proyecto posneoliberal. Es visto como lo fue en 1973 José López Portillo cuando ascendió a secretario de Hacienda del gabinete echeverrista y llegó a la candidatura contra todo pronóstico. Ramírez de la O no es un tecnócrata, aunque tampoco un político. Su tarea es darle viabilidad y continuidad a la política económica lopezobradorista antineoliberal.
10.- Lázaro Cárdenas Batel, jefe de asesores del presidente de la república, exgobernador de Michoacán, de apellido de poder, no aparece en público, pero se encarga de mantener los equilibrios presidenciales de autoridad. Puede decirse que tiene un perfil de gobernante social igual al de López Obrador y su apellido le acreditaría de arranque un buen porcentaje de votos porque opera en el inconsciente colectivo histórico nacional. Carece de compromisos de poder. No ha sido observado como pre-precandidato, pero no hay que perderlo de vista.
Esta lista de diez pre-precandidatos presidenciales lopezobradoristas mantiene las características indispensables para ser considerados; habrá otros nombres que podrían ser incluidos, pero su papel, será de relleno o de patiños o de ineficaces maniobras de distracción.
El proceso de sucesión presidencial apenas ha comenzado, pero las reglas originales de los viejos protocolos de poder del régimen priísta como sistema político están creando las condiciones para la operación política de cuando menos dos años. Ningún presidente se ha sacado a algún candidato sobrepasa de la bolsa, los nominados deben tener relaciones de poder y constituir por sí mismos un bloque de poder. Y todos tendrán que pasar por las pruebas hercúleas de poder, aunque la regla de oro del sistema priísta de poder señala que el primero de diciembre de cada nuevo sexenio –y a veces antes– comienza una nueva figura que dominará de manera absoluta el gobierno presidencialista en turno e iniciará un nuevo reinado cesarista sin someterse a compromisos previos.
@carlosramirezh
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