Vox, Cuba, populismo, OEA y la derrota del imperio en Afganistán

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En una visita más simbólica que real y de hecho poco efectiva, la presencia del presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez en México carece hasta de significado político. La revolución cubana murió con Fidel Castro y la dictadura de Raúl Castro se está desmoronando a pedazos por las movilizaciones sociales sin liderazgos.

Del lado contrario, Estados Unidos como imperio mundial también vive su decadencia: al agotamiento de su control militar con Irak y Afganistán como los “dos, tres, muchos Vietnam” que pedía el Che Guevara antes de ser traicionado por Fidel; y la dominación estadunidense comienza a desmoronase desde dentro: el terrorismo doméstico, la represión policiaca, el racismo criminal, el consumo de drogas, el aumento de la pobreza callejera y la polarización riqueza-pobreza.

En medio, los países latinoamericanos abandonaron la idealización del comunismo cubano y optaron por el camino del populismo caudillista y bonapartista –de presidentes a emperadores, según Marx–, aunque dependientes de la economía estadounidense y ésta ya sin capacidad para ayudar a financiar el crecimiento económico de las naciones de la región.

Y entre iniciativas para desconocer las funciones de la OEA, las propuestas de crear un nuevo organismo bolivariano 2.0 con el espíritu de Chávez y sin EU y la ausencia de una estrategia latinoamericana de seguridad nacional de la Casa Blanca por la arterioesclerosis geopolítica de Biden-Harris, México y América Latina aparecen como campo de batalla entre dos opciones: la Carta de Madrid del partido ultraderechista y posfranquista Vox y su aliado el PAN y el Grupo Puebla que aglutina a gobernantes, expresidentes y partidos populistas de América Latina.

En este contexto, el reposicionamiento populista parece querer sentar las bases de un nuevo reaglutinamiento de gobiernos y fuerzas políticas coincidentes con el sentimiento anti estadounidense, las políticas públicas sociales y la articulación continental y europea de experiencias políticas. Ante la ineficacia de la Internacional Socialista europea, el Grupo Puebla ha sido formado para contrapesar a la ultraderecha europea en América Latina.

Formado en 2019, el Grupo Puebla fue firmado por importantes figuras: Cuauhtémoc Cárdenas, el expresidente boliviano Luis Arce, el expresidente ecuatoriano Rafael Correa, el dirigente del partido lopezobradorista Morena Mario Delgado, el expresidente brasileño Luis Ignazio Lula Da Silva, el presidente argentino Alberto Fernández,, el chileno José Miguel Insulza, el chileno Camilo Lagos, el expresidente paraguayo José Mújica, el expresidente boliviano Evo Morales, la ministra española Irene Montero, el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, la expresidenta brasileña Dilma Rousseff, el expresidente colombiano Ernesto Samper, entre otros.

El conflicto político electoral entre neoliberales y populistas está llevando a alienaciones políticas de emergencia, sólo que la dispersión de liderazgos populistas y la falta de una locomotora que invierta y lidere –como lo hizo Chávez con la Iniciativa Bolivariana o Fidel Castro en sus mejores momentos de líder de plaza pública–, las posibilidades de un nuevo organismo latinoamericano que sustituya a la OEA son nulas y al final de cuentas siempre habrá que suponer la participación de la Casa Blanca y sus intereses geopolíticos de dominación imperial.

El desprestigio del liderazgo cubano, la negativa de López Obrador de erigirse en un líder continental –al menos por ahora, pero como escenario viable al terminar su presidencia– y el agotamiento histórico del modelo de populismo por la oscilación pendular electoral plantean un escenario geopolítico que tiene desorientada a la casa Blanca y a sus mediocres estrategas del geopoder mundial forman parte del contexto que ilustraría el fin de la dominación imperial estadunidense en una especie de crisis como la soviética en 1989-1991.

Cuba, Colón, la revisión de la conquista de América, el aterrizaje de la ultraderecha fascista europea de la mano del PAN y el Grupo Puebla son parte de la geopolítica latinoamericana que tendrá un asentamiento en el México de la segunda mitad del sexenio lopezobradorista y de muchas maneras influirá en el 2024 presidencial.

 

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