Como cada inicio de año, la definición de la agenda por desarrollar ayuda un poco a acomodar las piezas del escenario gubernamental. El gran tema que hará girar a su alrededor todos los asuntos pendientes será la gestión del proceso de sucesión presidencial por el cual el presidente de la república definirá al candidato de Morena, sólo que ahora con el agregado de que el candidato escogido gane la presidencia y las mayorías absolutas en las dos cámaras federales.
Como ha ocurrido desde la institucionalización de la sucesión presidencial desde 1884, el presidente saliente de la república se moverá dentro de tres vértices de la continuidad: la personal, la de grupo y la de proyecto. Como no hay modelo político ideal e inamovible, una de las leyes naturales del sistema/régimen/estado priísta que ha funcionado como estructura de poder aún antes de haber fundado el PRI establece que el poder presidencial es intransferible, único y temporal, aún en circunstancias de sucesiones tersas y amigables.
Obregón y Elías Calles sobretensaron la capacidad de ejercicio del poder después de su periodo constitucional y terminaron mal su aventura caciquil. El caso de Salinas de Gortari-Zedillo mostró la continuidad absoluta de grupo y proyecto, pero las circunstancias de Lomas Taurinas condujeron a la ruptura de la interpretación del “beneficiario del crimen”.
Todos los presidentes salientes han jurado y perjurado que gobernaran hasta el último día de su sexenio y ni un minuto más, pero todos han ejercido de una u otra manera una especie de supervisión extransexenal para vigilar la continuidad de su proyecto. El problema del presidente López Obrador radica en el hecho de que el proyecto de Cuarta Transformación no existe como programa estructural y se ha quedado en decisiones coyunturales.
El año de 2022 será clave para lo que debería considerarse como la gran propuesta del presidente López Obrador: la reconstrucción de la preponderancia económica, política y social del Estado ante un proceso creciente de participación de las sociedades civil y empresarial en temas de gobernabilidad y gobernanza. Pero el problema central de este proyecto se encuentra en una política económica con restricciones presupuestales de ingreso y gasto y la imposibilidad de que el Estado pueda cubrir subsidios suficientes a la mitad de la población que padece restricciones sociales.
Los otros dos temas centrales del 2022 estarán en la reconstrucción imperial de Estados Unidos y la colocación de México bajo sus intereses de la seguridad nacional americana y el PIB bajo y desordenado que estaría condenando al sexenio a una tasa promedio de crecimiento anual de 0% y de apenas 2% en los próximos diez años. La pandemia destruyó las posibilidades de modernización productiva de México para aumentar los beneficios del Tratado de Comercio Libre, con el problema adicional de que la reconstrucción del poder económico del Estado requiere de inversiones que no se tienen, de una inexistente planta productiva estatal y de un dinamismo bajo del mercado interno.
A favor de la estrategia gubernamental existe un escenario político favorable a la reconstrucción del centralismo presidencialista: la oposición tiene bajas tendencias electorales y unida podría construir una mayoría, pero las definiciones particulares de cada partido han impedido una alianza de proyecto nacional y solo se han beneficiado de la suma de votos en elecciones legislativas.
En el aspecto político, las elecciones de gobernador de 2022 estarían beneficiando a Morena en cinco estados y la fragmentación del PAN en Aguascalientes estaría ayudando al partido del presidente. Sin embargo, la lucha política no se dará en la zona territorial de los gobiernos estatales, sino en el Congreso federal donde Morena tiene mayoría absoluta de diputados solo con la suma de sus aliados verdes y petistas y esa coalición es primera minoría en el Senado.
En este contexto, la agenda de la sucesión presidencial tiene dos áreas de prioridad política: la conquista de tres gobiernos estatales priístas, entre ellos el del Estado de México en 2023, y la meta definida de ganar más del 50% en diputaciones y senadurías federales en 2024. De ahí que la variable del perfil personal del candidato presidencial morenista vaya de la mano de las candidaturas legislativas asociadas.
Por los temas de la agenda nacional, el 2022 será casi un año de final de sexenio.
Política para dummies: La política es la disputa por el poder como la dominación del otro.
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