Alejandro Moreno Cárdenas, el Anaya priista

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Diego Martín Velázquez Caballero

Aunque el PRIANRD y/o MC consideran acompañarse hacia la presentación de una candidatura común en el 2024 por la presidencia de la república, en los hechos las cosas son diferentes y bizarras respecto a lo que tienen en mente los oligarcas neoliberales. Existe el proyecto, pero no hay un hombre o mujer candidat@. En el pasado, las cosas eran al revés: primero el candidat@, luego el proyecto. Quizá por ello, mal metidos en el juego de las corcholatas, la oposición a la Cuarta Transformación no encuentra un denominador común para adquirir cohesión, fuerza, dinamismo, un personaje autorizado pues, para confrontar al lopezobradorismo.

Alejandro Moreno está monopolizando el PRI en forma indebida y está llevándolo al suicidio, como en su momento lo hizo Ricardo Anaya con el PAN. Si bien es cierto que los partidos políticos tienen una disputa interna radical por las designaciones de las candidaturas más fuertes, uno de los elementos que peso en la derrota de Anaya en las elecciones de 2018 fue la decisión de ser juez y parte. La simulación que hizo el anayismo de generar un proceso de designación interno abierto y democrático en el PAN, que es lo que pretende hacer Moreno Cárdenas en el PRI, resulta peor que los partidos del América y los arbitrajes a modo. Hasta el dedo de la tómbola morenista y de las encuestas es más discreto.

Alejandro Moreno no está comportándose como el dirigente de un partido, no está buscando a los mejores perfiles ni tiene propuesta alguna para oponerse a MORENA en modo serio. Está haciendo del PRI su franquicia personal y violentando los procesos, inhibiendo a otros aspirantes como el gobernador oaxaqueño y provocando la muerte del PRI por anemia. Probablemente, Moreno busca guardar un espacio para negociar por su camarilla independientemente del PRIANRD.

Alejandro Moreno, como Ricardo Anaya en 2018, no puede ser juez y parte del proceso para designar candidato a la presidencia de la república por la coalición opositora. Si está constituyéndose como un perfil competitivo para confrontar al candidat@ de Morena en el 2024, es indispensable su renuncia y generar un proceso de renovación del PRI donde otras voces y facciones participen.

El dirigente nacional del PRI no existe como líder opositor al presidente López Obrador. Carece de discurso, imagen, convicción y responsabilidad. Como Ricardo Anaya, o el INE, es un arbitro americanista. Pero todavía hay tiempo para reconsiderar su probable candidatura, puede disminuir su protagonismo y buscar a los mejores perfiles del PRI para proyectarlos en el futuro, o bien, renunciar a la dirigencia del antiguo Partido Oficial para competir de modo abierto, honesto y plural frente a otros candidatos del PRI y de los partidos que intentan alimentar el Bloque Neoliberal.  La experiencia del anayismo debe ser asimilada por el PRIANRD, la crisis de las militancias en todos los partidos históricos se deben a un abuso de las dirigencias, verdaderos círculos negros de nepotismo y corrupción.