Varios son los retos que tiene por delante la alianza que han planteado el tricolor, el blanquiazul y el amarillo, en especial si quieren cumplir con el objetivo de arrebatarle la mayoría en la Cámara de Diputados a Morena y sus aliados, y no nos referimos únicamente a superar las críticas de que se trata de una coalición electoral contranatura –como si la del Verde y Morena fuera tan natural–, sino que para contar con el voto ciudadano se necesita mucho más que un simple anuncio.
Los desafíos
La alianza que se ha dado a conocer entre el PAN, PRI y PRD en busca de construir una mayoría legislativa en 2021, va a enfrentar una serie de retos que bien vale la pena explorar.
Y es que no sólo hablamos de un ejercicio inédito en el cual los tres partidos –eso de grandes parece que quedó en el pasado–, deben superar sus propias contradicciones y ofrecer a la ciudadanía algo más que la simple intención de ganar al lopezobradorismo la mayoría en San Lázaro.
Así, el primer reto será ofrecer una disculpa por todo lo que sucedió en el pasado reciente, desde la corrupción institucionalizada por el tricolor en décadas pasadas, la complicidad e ineficacia panista a la hora de cogobernar, así como el desastre que como partido de izquierda representó el sol azteca.
Un necesario deslinde del pasado sería deseable si lo que se desea es escribir una nueva historia que busque resolver las crisis que ahora nos ha traído la 4T.
El segundo reto será ofrecer candidaturas atractivas, caras nuevas en la política, alejadas de las viejas cofradías que controlan los partidos, algo que ya quedó en entredicho con la posibilidad de que Jorge Hank Rohn sea el candidato a la gubernatura de Baja California.
Si las candidaturas en los distritos federales para la Cámara de Diputados son sólo para los presidentes municipales, funcionarios de partido o diputados locales que sólo buscan continuar sus “carreras políticas”, la decepción puede ser mayúscula y los votos quedarse guardados en casa, por mucho que argumenten que se trata de funcionarios con eficacia probada.
Otro reto tiene que ver con la oferta de campaña, pues no es posible que todo se reduzca a quitar la mayoría a Morena o algunos puntos poco claros por lo que toca a cómo lo van a lograr o que utilidad tiene, como cancelar Dos Bocas o el Tren Maya.
Ante una de las peores crisis económicas, de salud e inseguridad, conviene que se dé a conocer, con lujo de detalle, que medidas tomarán, que programas impulsarán, cómo van a resolver los problemas que han derivado de la destrucción de instituciones como el Seguro Popular o como revertirán cifras que muestran un aumento en delitos como los feminicidios, por citar un par de ejemplos.
Un cuarto reto implica mostrar una agenda legislativa convincente y el compromiso de que ésta saldrá adelante durante la próxima legislatura, pues la alianza no puede ser un fin en sí misma, como tampoco el obtener la mayoría de diputados el único objetivo.
En otros países, como Alemania, la izquierda y la derecha se han unido para un escenario electoral complicado, pero proponiendo una agenda que específica que temas sí y que temas no serán abordados en lo legislativo, generando con esto la certeza de que no se trata de un ejercicio coyuntural y que se busca reencauzar a México, como lo indican sus promoventes.
Un quinto reto tiene que ver con la manera en que pidan el voto, pues sí el lema de campaña alude a sacar al lopezobradorismo del poder, tendremos un diálogo de sordos entre los candidatos. La alianza debe ser la oportunidad de ofrecer algo más que el simple hartazgo a la 4T y sus resultados, algo que se debe mencionar, pero sin que sea lo único a comunicar.
Es necesario que se haga un ejercicio de análisis, se defienda lo logrado en sexenios anterior, se reconozcan los errores y se plantee que es necesario hacer para mejorar como país, lejos del discurso maniqueo que ha caracterizado a López Obrador y sus fanáticos.
La alianza entre partidos tan opuestos entre sí, que incluso se miraban como enemigos históricos y se ubican en los extremos de la geometría política, es una buena oportunidad para mostrar que cuando se desea trabajar por el bien del país se pueden hacer a un lado las diferencias y encontrar puntos de coincidencia, algo que sin duda contrastará con la polarización que se promueve diariamente desde Palacio Nacional.
Que es criticable que los panistas se unan con los priístas, traicionando su discurso histórico y con los perredistas que tanto se diferencian en temas como los derechos reproductivos, es algo totalmente cierto, al igual que Morena se una con un partido de honestidad cuestionable como el Verde o uno que reta el legado de Juárez que se trata de ensalzar en cada conferencia mañanera como es el PES, pero esta alianza aunque poco criticada también puede demostrar que la contienda electoral en 2021 puede ser sobre proyectos de país y no un simple “quítate tú para ponerme yo”.