Cada día que pasa me encuentro más molesto con lo que hace y deja de hacer nuestro presidente. Más molesto estoy aún, con los grados de aceptación que él tiene con nuestro pueblo. Francamente, me da mucha vergüenza salir al extranjero y ver como nos ven en el mundo con un presidente así.
El presidente nos ha mentido, no ha engañado y nos ha traicionado. No se puede decir una sola cosa en donde se vea la buena fe del presidente en su actuar y en su desgobierno.
Pero en donde realmente el presidente se ha volado la barda, es el que haya permitido la formación de un real Estado paralelo conducido por el peor lumpen que pueda haber: que es el crimen organizado, que se conduce como otro gobierno paralelo al oficial, ejerce la fuerza, cobra “impuestos” para dejar operar, a través de los “cobros de piso”, establece condiciones para los negocios y subyuga a la población.
Lo que ha estado pasando en los últimos días en Jalisco, Guanajuato, Chihuahua (Ciudad Juárez), Baja California y Colima, es una clara muestra de músculo del crimen organizado para evidenciar el poder que tiene, que últimamente se ha derivado de los abrazos que cotidianamente le da el mismísimo presidente con su cómplice política.
Cuando acontecieron el pasado 11 de agosto los actos terroristas de Ciudad Juárez, de manera cautelosa interpreté que ellos se dieron en apoyo a una política de militarización del país propuesta por el presidente. En cualquier otro lado del mundo esto se hubiera interpretado exactamente al revés. Es decir, los actos terroristas son para disuadir al presidente de militarizar al país porque ello implicaría atacar a los criminales de una manera contundente.
Pero en México, es exactamente lo contrario. Me explico:
- El presidente ataca principalmente a capos de carteles distintos al Cartel de Sinaloa, aunque se detuvo a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo Guzmán, se le soltó de inmediato, aduciendo que se evitaría una masacre. No obstante que se acaba de recapturar a Rafael Caro Quintero con el fin de extraditarlo a Estados Unidos, un juez federal suspendió el proceso de extradición.
- Las frecuentes visitas del presidente a Baridaguato (que ya suman tres), no tienen justificación alguna, en vista del tamaño de la población, por lo que la conclusión más certera es que hay compromisos con el Cartel de Sinaloa.
- El inesperado viraje en el resultado electoral de los Estados de la costa oeste de México: Colima, Michoacán, Nayarit, Sinaloa y Sonora, así como los amplios testimonios narrados por investigaciones realizadas, nos arrojan una fuerte sospecha de una colusión entre el gobierno federal y los integrantes del Cartel de Sinaloa.
- Los múltiples mensajes de franco apoyo del presidente a los integrantes del crimen organizado. El minimizar eventos delictivos llevados a cabo por los carteles.
- El bajísimo decomiso de drogas.
- El gran aumento en el número de muertes dolosas.
Ante los acontecimientos de violencia sincronizada de hace dos semanas, parece ser que se está orquestando una crisis de seguridad tendente a causar terror entre la población para crear un ambiente propicio hacia la propuesta militarización del país.
Los actos y omisiones del presidente en lugar de acciones de gobierno y de Estado son en realidad actos de concentración de poder, que, aunados a la aparente colusión con el crimen organizado, van dirigidos a que el presidente llegue a las elecciones del 2024 preparado para responder con violenta fuerza para el caso de que Morena pierda las elecciones.
El presidente nunca ha reconocido una derrota, está obsesionado por destruir al INE, en querer quitarle al órgano electoral los recursos suficientes para llevar a cabo unas elecciones ordenadas. Ya hemos visto que el presidente claramente promueve el incumplimiento de las leyes electorales, y todo intento del INE de poner la situación en orden la considera como un ataque a la democracia.
Así, que debemos de estar preparados para afrontar tiempos turbulentos, porque, a partir del inicio del proceso electoral del 2024, debemos de esperar del presidente, de su gobierno y de Morena, toda clase de violaciones a las leyes electorales (que muchas de ellas serán causal de anulación de la elección), a fin de sacar ventaja de su posición de poder; haciendo uso de recursos públicos, abusando de su poder y cometiendo toda clase de arbitrariedades para “ganar” la elección, incluyendo la violencia realizada por el crimen organizado.
Será la última oportunidad para salvar nuestra democracia, luchemos por ella. ¡México lo necesita!