La decisión del presidente López Obrador de cambiar el tono del discurso oficial del 16 de septiembre tuvo un escenario diferente al que la mayoría de los analistas refiere: la decisión de desdramatizar los conflictos que se negocian en tribunales del Tratado fue tomada por el presidente Joseph Biden por así convenir a sus intereses políticos y electorales estadounidenses.
La principal prioridad Biden es evitar que los republicanos se apoderen de la mayoría de las dos cámaras del Congreso y de las gubernaturas. En esa lógica, muy a la mexicana, Biden ha echado mano de todos los instrumentos políticos y de poder de la Casa Blanca para beneficiar a los demócratas: las requisas de documentos en la casa de Donald Trump, mayores presiones judiciales contra el expresidente, aumento irresponsable del gasto para comprar votos y la decisión de evitar confrontaciones con México para sortear la polarización que impacta en voto antidemócrata de los electores de origen mexicano.
En la Casa Blanca han comenzado a entender el perfil de funcionamiento estratégico del presidente mexicano respecto de Estados Unidos y tomaron la decisión de pasar de la confrontación o la exigencia estricta del cumplimiento del Tratado a dar un paso lateral de los conflictos para que sean los tribunales quienes decidan el rumbo de las propuestas. En este escenario se registra también la decisión de sacar al embajador Ken Salazar de la línea de conflicto con México y movilizarlo en los espacios geopolíticos de la amistad bilateral.
El presidente López Obrador estaba preparando un discurso de confrontación directa con Estados Unidos para el 16 de septiembre como respuesta al bloque de poder empresarios-Capitolio que estaba presionando al gabinete de Biden para obligar a México por la vía de las amenazas políticas a regresarle espacios productivos a empresas estadounidenses desplazadas por la restauración en México a la preponderancia en los sectores energético y eléctrico del Estado.
El presidente de Biden leyó con sentido político las últimas encuestas que están desplazando el sentido del voto de los republicanos a los demócratas, sobre todo la campaña de Estado en contra de Trump. Y en este contexto, en Washington también ya entendieron que Trump está formando parte del discurso político de contrapunto del presidente López Obrador para obtener ventajas en las negociaciones con EU.
En este sentido, muchos datos indican que fue Estados Unidos el que dio un paso lateral al rumbo de confrontación en choque de trenes entre el presidente López Obrador y el presidente Biden, con los indicios de que México estaba aprovechando la debilidad política de Biden frente a Trump para aminorar las presiones de los legisladores conservadores más poderosos contra las negociaciones mexicanas en los conflictos por algunos contratos congelados.
Muy a su estilo, el presidente López Obrador había sobrecalentado el ambiente político con el anuncio anticipado público de que el discurso del 16 de septiembre por la conmemoración de un aniversario más de la independencia de México sería el principio de una ruptura de los acuerdos comerciales y posiblemente el agotamiento de la actual fase del tratado comercial. López Obrador sabe usar con mucha astucia política el ambiente público para provocar ventajas en las posiciones radicales de sus adversarios.
De ahí que la lectura del anuncio de que no habría confrontaciones en el discurso del 16 de septiembre no fue un repliegue derrotista del presidente mexicano, sino un movimiento de estrategia política interna del presidente de Estados Unidos, incluyendo el dulcecito de la invitación a México a incorporarse a nuevos proyectos de coinversión en productos que antes tenía pactados Estados Unidos con China y que ahora han tenido que reorientarse por la larga lucha geoestratégica que viene entre Washington y Beijing. En los hechos, la capacidad productiva de México para entrarle a asociaciones sobre productos de alta tecnología no será significativo, sobre todo por el deterioro de la capacidad productiva y tecnológica de México que anda deficitaria para satisfacer las necesidades actuales de las líneas de producción del T-MEC.
La prioridad número uno de la Casa Blanca es mantener la mayoría en la Cámara de Representantes, alcanzar la mayoría en el Senado y derrotar a Trump en sus gubernaturas necesarias para su candidatura presidencial en el 2024. Y México no será un obstáculo.
Política para dummies: La política es, decía Lenin, la habilidad para escuchar el sonido de las hojas al moverse.
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