Tras dos días de trabajo entre los países reunidos en el marco del G20, los dignatarios coincidieron en signar un documento que aborda de manera conjunta una serie de desafíos actuales, desde el tema de la paz hasta el impacto del cambio climático en los países más pobres.
Entre lo más destacado de la Declaración de Bali, los países miembros reconocen que el mundo está enfrenando una crisis multidimensional sin precedentes: “Hemos experimentado la devastación provocada por la pandemia de Covid-19 y otros desafíos, incluido el cambio climático, que ha causado una recesión económica, aumento de la pobreza, ralentización de la recuperación mundial y que ha obstaculizado el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.
A ello, se añade, la guerra en Ucrania con un “mayor impacto adverso” en la economía mundial y si bien cada país miembro del G20 ha votado de manera distinta en la ONU al respecto de su posición ante Rusia y Ucrania, en la cita de Bali todos los líderes presentes han pedido lo más pronto posible una negociación para la paz entre Rusia y Ucrania.
“Es fundamental defender el derecho internacional y el sistema multilateral que salvaguarda la paz y la estabilidad. Esto incluye defender todos los Propósitos y Principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y adherirse al derecho internacional humanitario, incluida la protección de los civiles y la infraestructura en los conflictos armados. El uso o amenaza de armas nucleares es inadmisible. La resolución pacífica de los conflictos, los esfuerzos para hacer frente a las crisis, así como la diplomacia y el diálogo, son vitales. La era de hoy no debe ser de guerra”, de acuerdo con la Declaración de Bali.
Los países miembros del G20 han acordado tomar medidas para promover la seguridad alimentaria y energética y apoyar la estabilidad de los mercados, brindando apoyo temporal y específico para amortiguar el impacto de los aumentos de precios, fortaleciendo el diálogo entre productores y consumidores e incrementando el comercio y las inversiones para las necesidades de seguridad alimentaria y energética a largo plazo.
Además los mandatarios piden a los Bancos Multilaterales de Desarrollo que presenten acciones para movilizar y proporcionar financiamiento adicional para apoyar el logro de los Objetivos del Desarrollo Sostenible.
El grupo ha reconocido a Turquía y a la ONU por los Acuerdos de Estambul del 22 de julio de 2022 que han permitido el transporte de granos y de productos alimenticios desde los puertos de Ucrania hacia el mundo. El acuerdo acaba de ser renovado con el aval de Rusia.
Y por último el grupo da la bienvenida a la puesta en funcionamiento del Fideicomiso de Resiliencia y Sostenibilidad (RST) para ayudar a los países de bajos ingresos, los estados pequeños y los países vulnerables de ingresos medios a abordar los desafíos estructurales a largo plazo que plantean riesgos macroeconómicos, incluidos los derivados de pandemias y cambio climático.
A COLACIÓN
Hasta Indonesia arribaron 17 mandatarios del grupo formado por: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, Sudáfrica, Turquía y la UE. Faltaron los mandatarios de Rusia, México y Brasil que enviaron a sus respectivos ministros de Exteriores.
A dichas delegaciones se unió un contingente internacional de 3 mil 300 empresarios e inclusive algunos mandatarios llegaron acompañados por sus respectivos ministros de Exteriores; algunos llevaron a su ministro del Interior y hasta al de Defensa. Para China, marcó el retorno del mandatario Xi Jinping a un gran cónclave global, tras más de dos años sin viajar fuera de su nación por la pandemia.
Había expectación en torno al encuentro del pasado 14 de noviembre, entre Jinping y su homólogo estadounidense –previo a los trabajos del G20 del 15 y 16 de noviembre– sobre todo por los acontecimientos de los últimos años que han enfriado las relaciones bilaterales.
China y Estados Unidos tienen visiones equidistantes en asuntos torales como la forma de hacer política, el respeto a la democracia; los separan además culturas e ideologías distintas pero tienen algo en común: les gusta hacer dinero y la guerra de Putin está justamente perjudicando los intereses económicos de ambos países y en obvias circunstancias afectando al PIB global.
En el último informe de Perspectivas Económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI) de octubre pasado, el organismo rebajó las expectativas de crecimiento tanto de Estados Unidos como de China para 2022 y 2023; según sus previsiones, el PIB norteamericano crecerá este año 1.6% y el siguiente 1%; y para China, las proyecciones son de una clara desaceleración, su PIB cerraría este año con un crecimiento del 3.2% y en 2023, del 4.4 por ciento.
A la cita en el hotel Mulia ha llegado un Biden conciliador: “Presidente Xi, estoy muy contento de poder verlo nuevamente en persona. Pasamos mucho tiempo juntos en los días en que ambos éramos vicepresidentes y es genial verte”.
No se habían visto las caras desde 2017, esa última vez sucedió en el Foro de Davos, Biden era vicepresidente en el gobierno de Barack Obama y Jinping ya dirigía los destinos de China desde 2013. La verdad es que solo China y Estados Unidos, uniendo esfuerzos, pueden sentar a Putin y a Zelenski a negociar. ¡Todos queremos la paz ya!
@claudialunapale