Como me hubiera gustado que nuestro presidente nos hubiera dado a los mexicanos lo que nos prometió; ayudar a los pobres, pero sacándolos de su pobreza con dignidad, otorgando oportunidades para su crecimiento como personas, a través de la educación para el crecimiento de su ser, de capacitación para la realización de trabajos que requieran destreza no solo mecánica sino intelectual; haciendo que la economía creciera a través de la inversión privada dándole reglas claras del juego y seguridad jurídica, con trámites gubernamentales sencillos, a la mano de los empresarios, descentralizando los procedimientos a través de oficinas locales en los principales centros de población del país; haciendo inversiones públicas en carreteras, puentes, pasos a desnivel, puertos marítimos y fronterizos eficientes, aeropuertos de primer mundo, túneles y supercarreteras; en seguridad pública, otorgando recursos a los municipios y estados para subir considerablemente los sueldos de los policías, capacitándolos adecuadamente, hacer al 100% los exámenes de confianza, otorgando seguridad social de calidad, con vivienda, seguros de gastos médicos mayores y de vida, becas para sus hijos hasta la universidad; estableciendo policías de proximidad con la intervención de los vecinos de cada barrio y colonia; invirtiendo en la justicia, capacitando jueces y entrenando a ministerios públicos de forma de excelencia para que trabajen en las diversas fiscalías del país, otorgándoles sueldos adecuados a su investidura; respetando la división de poderes y los órganos autónomos, otorgándoles plena libertad operativa para el cumplimiento de sus funciones; invirtiendo en la salud, con un sistema completo de vacunación adecuado, aplicando eficazmente la medicina preventiva y la educación de la población en el cuidado de su salud, invirtiendo en hospitales, clínicas, dispensarios y demás infraestructura médica; restructurando a las instituciones que otorgan vivienda popular a los trabajadores, para que no sea la más cara del país, sino que se cobren intereses que permitan el pago adecuado de los abonos de la vivienda sin que se vuelva una carga catastrófica para los trabajadores; haciendo que México participe en los principales foros y organismos internacionales de tal forma que nos ponga en un lugar prestigiado en el orden mundial, que haga que se nos tenga confianza como país e incentive la transferencia de capitales extranjeros para la inversión, en manufacturas, turismo e investigación y desarrollo.
Todo lo anterior el presidente de la República lo pudo haber hecho, con el gran entusiasmo que infundió a los mexicanos con su triunfo electoral, pero, por desgracia, no nos dimos cuentas de las incapacidades fenomenales que tiene el presidente para gobernar, y, sobre todo, de la gran carga emocional que trae como equipaje que carga desde, probablemente, su niñez.
No nos dimos cuenta de su facilidad para la destrucción y su insensatez en reconocer errores y de visualizar los costos sociales, económicos y políticos de sus malsanas decisiones en múltiples políticas públicas, como las de poner inconmensurables recursos públicos en obras improductivas como el Tren Maya, la refinaría Olmeca en Tres Bocas, el Aeropuerto Felipe Ángeles, en invertir más de un billón de pesos en PEMEX para, literalmente, tirarlos a la basura, en destruir el proyecto del Aeropuerto de Texcoco, en mal invertir cientos de miles de millones de pesos en “programas sociales” que no ayudan al crecimiento de los seres humanos, en destruir al servicio civil de carrera con su absurda “austeridad republicana” y ahora “austeridad franciscana”.
Pero, ahora, tenemos el colmo de que el presidente va a “invertir”, no sabemos, cuántos cientos de millones de pesos en una contramarcha para llenar su ego afectado, para confrontarse con los mexicanos que no estamos de acuerdo con todo lo que no hizo, y, sobre todo, que ahora quiere crear un nuevo régimen en el que nos quitaría nuestro poder de decisión de quienes sean nuestros gobernantes, destruyendo a nuestro Instituto Nacional Electoral que tanto trabajo nos ha costado construir, a fin de mantener su influencia de poder en los mexicanos.
Se equivoca presidente, no queremos una regresión democrática en México, no se confronte con el pueblo que, aunque, usted no lo crea, ahora somos mayoría que desea terminar con esta pesadilla y estamos dispuestos de luchar para evitarla.