Dos sobresalientes poetas y un historiador legitimaron en el siglo XX la crítica más severa contra el presidencialismo absolutista mexicano: Octavio Paz, Daniel Cosío Villegas y Gabriel Zaid, quien hoy cumple 90 años en la plenitud de su pensamiento, su lenguaje, su sensibilidad, su sentido del humor y su capacidad de observación crítica de la realidad mexicana.
Paz renunció al cargo de embajador de México en la India basando su indignación en la información difundida por agencias sobre el saldo de estudiantes asesinados, heridos y arrestados en Tlatelolco la tarde del 2 de octubre, en Austin presentó en 1969 una conferencia que quedó como el más profundo y brillante enfoque politológicos sobre el presidencialismo autoritario mexicano y en febrero de 1970 circuló su contundente ensayo Posdata para alertar el escenario político mexicano como el dilema entre dictadura y democracia.
Cosío Villegas utilizó la tribuna que le abrió en Julio Scherer García en el periódico Excélsior para desarrollar la crítica más severa con ese mismo presidencialismo absolutista, fue presionado por el Gobierno de Echeverría, renunció a escribir como acto de protesta y revalidó el periodismo que buscó que la vida pública fuera en verdad pública.
Zaid ha dejado en el mundo intelectual y periodístico una huella imborrable que ha quedado como ejemplo: le dijo a Carlos Fuentes que el único criminal histórico era Luis Echeverría y esa opinión fue censurada por Carlos Monsiváis en el suplemento La Cultura en México de la revista Siempre, desde Plural utilizó una columna breve para desmontar los mecanismos culturales de las trampas verbales de los políticos, acusó al presidente Luis Echeverría de intentar reelegirse y publicó un ensayo titulado “El 18 brumario de Luis Echeverría”, le reclamó públicamente a Carlos Fuentes su apoyo a Echeverría y lo desafió a poner un plazo para refrendar sus razones o criticar al poder, planteó para furia priista en 1985 los escenarios sobre el fin del PRI, en 1981 reveló las trampas de la izquierda salvadoreña para aliarse con la ultraderecha fascista, provocó que Aguilar Camín en la revista Nexos lo acusara de vocero del Departamento de Estado sólo por presentar las argumentaciones que mostraban a enemigos vueltos colegas políticos.
Como Octavio Paz, Zaid fue un poeta que utilizó el instrumental de la observación intelectual a través del ensayo para mostrar que la política mexicana era una comedia y que los reyes priistas y todas sus cortes estaban desnudos. Pero lo hizo cuando el periodismo mexicano formaba parte del aparato ideológico del régimen priista y los intelectuales progresistas irrumpieron en las páginas de los diarios para abrir las ventanas que había cerrado el autoritarismo del presidencialismo absolutista.
Con la carga del 2 de octubre en la espalda por sus funciones como secretario de Gobernación y responsable de la política interna en el movimiento estudiantil del 68, Echeverría dio un giro político-retórico y se convirtió en un presidente crítico y amigo de intelectuales críticos, liberó con restricciones a los presos políticos del 68 –entre ellos a José Revueltas, acusado de ser el cerebro del movimiento estudiantil con su propuesta de “autosugestión educativa” (era autogestión), pero sentenciado por el juez de consigna Eduardo Ferrer MacGregor— y logró el apoyo de Fernando Benítez y Carlos Fuentes, quienes comprometieron su prestigio deslindando Echeverría de los abusos autoritarios, aunque 1999 Fuentes aceptó que Zaid había tenido razón en el reclamo que le hizo por apoyar a Echeverría en el caso del halconazo del 10 de junio de 1971.
El perfil de Zaid como intelectual –además de poeta, ensayista, historiador cultural, analista económico, ingeniero y empresario y promotor de empresarios– no ha sido estudiado a fondo, pero la realidad política de la crítica al poder hoy no existiría sin las aportaciones de Paz, Cosío Villegas y Zaid; y como en el caso sobre todo de Paz, la Academia politológica les debe el estudio crítico del sistema analítico de esos intelectuales que abrieron apunta de palabras el aparato ideológico del Estado priista y contribuyeron a minar las bases del presidencialismo como la estatua de Lenin y el priismo como el muro de Berlín del régimen autoritario del PRI que no fue derrotado en las urnas y que sigue prevaleciendo en las figuras de los gobiernos neoliberales priistas, panistas y morenistas.
Si la tarea central de Zaid ha sido la poesía, de todos modos debe reconocerse su contribución histórica a la crítica política al poder.
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Política para dummies: la política también es un oficio intelectual.
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