— Es hora de tomarnos un mezcal. Ya tenemos un borrador del plan.
— ¡Propio! Traiga una botella de mi vino español, la especial.
— Cada quien que brinde con lo que le apetezca. Aquí, en mi tierra, mezcal.
— Comprendo, don Vicente. Yo le invito una copa de este vino tinto.
— Lo importante, Agustín, es que quedó un plan con las ideas de las dos fuerzas. Sólo así se alcanzará la paz, después de más de diez años de guerra.
— Agradezco su generosidad. Sin su propuesta y sin su apoyo, yo no podría encabezar lo que queremos: la lucha final.
— Que será pacífica. Ya son trescientos años de dominación española, de esclavitud, de explotación. Nos han quitado nuestras tierras, nuestro oro, plata, perlas, pero vamos a recuperar lo nuestro. No sé cuándo, pero así será. Ya llegará el tiempo de la justicia y la democracia.
— Ahora nos toca terminar con la guerra por la independencia de América.
— No, Agustín: independencia de México.
— Tiene razón. Brindo por usted, don Vicente
— Agradezco la cortesía, pero no me gusta la adulación. Brindemos por consumar la lucha por la independencia.
— ¡Brindemos!
— Sabe que mañana por la tarde tengo que partir. Pero antes, Agustín, escuche usted algunos cantares que desde hace años se entonan por todo el país.
Fue Callejas para Quautla
con su Exercito marchando,
a las horillas llego
pero á las trincheras cuando.
Rema yndita de mi vida
Yo te alludaré a Remar
que las Glorias de Morelos
es preciso Selebrar.
Viva Morelos
Viva su nombre
al mundo asombre
su gran Valor.
Guerrero fuerte
Gran militar
Sabio Político
Heroe sin Par.
Viva Morelos &
La causa es justa
de Religion
Es el Escudo
de esta Nacion.
Viva Morelos &
Se han combencido
de esta verdad
y asi Gachuzos
temblad temblad.
Viva &
Fuistes al Norte y venciste
y en Quautla te estan Zurrando
jugaran con la cadena
pero con el mono cuando.
Rema yndita de mi vida
mientras yo te significo
q[ue] el balor de estos Campeones
Solo es Jarave de pico.
Vallanse los gachupines
á Noramala
que no volvera á ser de ellos
la Nueva España.
Divina Guadalupana
con esos preciosos dedos
Echale tu bendición
al S[eñ]or cura Morelos
Donde estan tropas al Rey
vuestro denuedo y valor
si los han de hacer correr
los q[ue] gritan Carbon siva.
Con las valas que tiran
los Chaquetones,
hacen los Mexicanos
Tiravuzones.
Mas de quatro feligreses
No han querido comprar Bula
Yo se los preguntare
en viniendo el S[eñ]or Cura.
Con las balas q[ue] tiran
los de lobera
Juegan los Insurgentes
á la rayuela.
— ¡Viva Guerrero! ¡Viva Agustín! ¡Viva la América Mexicana!
— Mire qué contentos se ponen cuando cantan.
— Esta canción, ¿de quién es?
— La cantaban los insurgentes iniciada la causa; la escribieron, y ha recorrido toda la nación. Un insurgente acusado de infidencia la entonó en los entresuelos de la cárcel de Corte de la Ciudad de México. Domingo Pérez Marañón, hacia 1813, la anotó para el juicio, quedó en los papeles, y en el futuro estará en los archivos, que ya no serán llamados del virreinato; serán de la Nación, del México libre e independiente.
— Dios lo escuche, Vicente, y nos dé vida y salud.
— Sin faltar a la cortesía, ¿qué edad tiene usted, Agustín?
— 38 años. ¿Y usted?
— 39. Esto significa que, con el triunfo, podremos instaurar el sistema mexicano.
— Comparto su opinión. He preparado “planes que fluyen del actual sistema para la Junta, para las Cortes, para el ejército” que, desde Teloloapam, el 25 de enero, envié para que un amigo los corrigiera. Ya estamos haciendo proclamas y “un manifiesto que funde el grito”. En mi mensaje incluí ideas suyas, Vicente.
— Sepa usted, Agustín, que el conducto que envió fue vigilado y protegido por nuestros hombres.
— Retomé sus palabras; coincidimos en ideas, en especial para cambiar, como usted ha dicho, de sistema. Usted está bien instruido de lo que sucede en la Metrópoli; reitero unirme a ustedes para que culminemos la independencia. Falta definir qué tipo de gobierno tendremos…
— Hasta estos parajes montañosos llegan las noticias, los libros y algunos pensadores de las Europas. Como le escribí el 20 de enero, el sistema nuestro es “libertad, independencia, ó muerte”, pues “cuando se trata de la libertad de un suelo oprimido, es acción liberal en el que se decide a variar de sistema”. Usted aceptó nuestra causa, que vengo exponiendo por cartas a varios mandos españoles y criollos que no se decidieron por ella. Así se lo expresé a los coroneles Armijo y Moya el año próximo pasado. Sólo usted, Agustín, aceptó nuestra divisa y el sistema que he propuesto desde hace años, diferente al que usted y otros planearon en secreto.
— Por eso le respondí, el domingo 4 de febrero, que juntos acordáramos un plan bien sistemado…
— … sistema del que ya tenemos un borrador con nuestros principios ordenados en 23 puntos. Debe quedar claro en el punto 2 “la absoluta independencia”…
— …“la absoluta independencia de este Reino”…
— O de la Nueva España: “La Nueva España es independiente de la antigua y de toda otra potencia”. Tenemos que pensar y precisar. ¡Escribano! ¿está anotando? Tache y anote. O anote en ese pedazo de papel.
— En el 12, que “todos los habitantes de Méjico, sin otra distinción que su mérito y virtudes, son ciudadanos idóneos para optar por cualquier empleo”.
— Precisemos: “sin distinción alguna de europeos, africanos ni indios, según su mérito y virtudes”.
— Tiene usted razón. Que se prepare otro borrador para la próxima vez que nos veamos.
— Por lo demás, hágase como conviene para evitar más sangre. Una vez lograda la consumación de la independencia, habrá monarquía, para transitar pronto a un gobierno republicano. Usted no puede fallarnos, pues aceptamos que, mientras se resuelven los conflictos con la Metrópoli, sea emperador.
— Si así será, tendré que firmar el plan y encabezar el nuevo ejército.
— Ni realista ni insurgente, con los batallones suyos y las tropas mías que, como usted sabe, los superan en número. Ejército que refleje los fundamentos de la nueva nación: religión católica, independencia y unión, ejército que garantizará estos tres principios que están en nuestro plan.
— Escribano: ¡anote! Ejército que sostendrá al nuevo gobierno y sin que se tolere ninguna otra religión.
— Pensemos estos días cómo se organizará el nuevo gobierno, el inmediato, que será temporal. En eso estamos de acuerdo. Ahora, amigo Agustín, descansemos. Mañana domingo continuamos, en cuanto nos traigan de Teloloapam el papel que nos hace falta. Luego partiremos para atender cada quien sus asuntos. Un muchacho irá de madrugada a caballo; el río de bodoques está bajo. A la hora del almuerzo estará aquí.
— Admiro la resistencia de los miembros de su tropa.
— Lo despertaremos al rayar el sol para irnos a bañar al ojo de agua de Acatempam, al otro lado del carrizal. Usted verá la belleza de estas tierras escondidas.
— No sin antes tomar un buen café, el que recibe en las montañas el aire húmedo del Océano, del que ustedes beben, y si se pudiera, un pan de agua…
— Aquí sólo hay pan de maíz, pero quizá traigan empanochadas y hojaldras.
— Nos veremos en tres días, el 21. Que cada uno revise el plan. Si hay algo que usted quiera cambiar, que así sea.
— Acepto reunirme con usted cuantas veces sea necesario para corregirlo. Ya me he asegurado de sus sentimientos. Para demostrárselo, lo invito a visitar la tumba del gran señor Cuauhtémoc, en Ixcateopan, a unas 40 leguas.
— Agradezco la invitación. Ya veremos… Brindo por usted, Vicente. Démonos otro abrazo frente a nuestros soldados, uno de tantos, luego del primero que expresé le daría en mi correspondencia del 4, y que, querido amigo, nos dimos el 11 bajo el cielo y las nubes de lo que ya nombran La Concordia. Que esta muestra de unión se repita en cada encuentro y quede en la memoria.
— Que en cada encuentro haya un nuevo abrazo, del que sean testigo, como hoy, las montañas de esta Sierra del Sur, nuestras tropas y el “Dios de los Ejércitos, que lo es también de la paz”.
— Brindemos por la independencia de este Reino. “¡Viva la unión que hizo nuestra felicidad!”
— “¡Viva la América Septentrional independiente de todas las naciones del Globo!”