Los partidos políticos en México nunca han sido canales de movilización o de concientización de la sociedad. Los diferentes modelos de sistemas de partidos obedecieron al funcionamiento de un presidencialismo predominante. Y la sociedad ha encontrado en el partido del presidente de la república en turno sólo un camino para la toma de decisiones legislativas.
A largo de la vida independiente, los partidos políticos en México han carecido de activismo real. El especialista Arturo Villalpando, en su magna obra 200 Años de Vida Político-Partidaria en México (cuatro tomos disponibles en Amazon-Kindle), ha revisado la relación partidos/realidad del poder y los partidos han sido sólo estructuras funcionales a los ejecutivos en turno.
El sistema de partidos arrancó el ciclo Morena con siete partidos y el año pasado se unieron tres más y otros tres se rechazaron por razones políticas. En este sentido, la planta de partidos se amplió a diez. Pero los siete registrados en el INE suman un total de apenas 5.5 millones de militantes acreditados, con padrones inflados del PRI y del PRD. Esa cantidad es apenas el 5.8% del total de la lista nominal de electores.
De 1929 a 1978 hubo en el país un sistema de partidos formado por cuatro con ofertas ideológicas claras: el PRI como partido del gobierno posrevolucionario, el PAN como la derecha, el PARM como los carrancistas sobrevivientes y el PPS como la izquierda cardenista y luego marxista y siempre aliada al PRI. La reforma política de 1977 hizo estallar un boom de partidos. Los partidos sobrevivientes representan grupos de poder: el PRD comenzó siendo priísta-cardenista, luego lopezobradorista y ahora es un aparato electoral de la tribu de Los Chuchos; el PT fue invento de Carlos y Raúl Salinas de Gortari; el Verde nació como apéndice del PRI; Movimiento Ciudadano fue otro desprendimiento del PRI; y Morena nació del PRD-PRI.
En los hechos, todos los partidos políticos de 1929 a la fecha han sido meras agencias de colocaciones de seguidores en cargos de elección popular. Salvo en la experiencia 1997-2000, los partidos en la Cámara de diputados fueron funcionales al presidencialismo. La alianza opositora de 1997 le puso condiciones al gobierno de Zedillo, pero la oportunidad la aprovechó Fox para ganar la presidencia en el 2000 y mantener al PAN alejado del poder.
Todos los partidos tienen una ideología registrada, pero sus militancias se mantienen sólo por el número de cargos políticos y públicos que ofertan. El IFE-INE ha operado solo como policía de crucero político para beneficiar al partido en turno en la presidencia de la república, pero la justificación en sencilla: el organismo electoral fue creado sólo para organizar elecciones más o menos limpias y reguladas, pero no para ser el garante de la democracia porque la democracia no es un concepto sino un ejercicio del poder basado en reglas, comportamientos e instituciones bastante alejadas del control electoral del instituto electoral.
De los siete partidos que funcionaron en 2018, el PRI acreditó 2.1 millones de militantes, cuando llego a decir que tenía más de veinte. El PRD, que nació del vicio de masas priístas, entregó un padrón de 1.2 millones de militantes. El Verde que ha oscilado en tasas electorales de no más de 8% dijo tener 660 mil militantes. Y con 30 millones de votos para su candidato presidencial, Morena ha funcionado con una militancia declarada de 447 mil personas.
En este sentido, los partidos aparecen como intermediarios entre la sociedad y el poder y son los garantes de la acreditación de votos para distribuir las posiciones políticas. El PRI ha sido el único partido que exigía militancia para estar en el gobierno (una de las veintidós reglas que reveló Peter Smith en su investigación Los laberintos del poder, en 1982, editado por El Colegio de México). Los demás partidos eludieron el costo productivo y de responsabilidad de afiliación obligatoria. El dato está a la vista: López Obrador y su coalición dirigida por Morena ganó 30 millones de votos con 467 mil militantes registrados, el 1.5% de su padrón.
Ahora la competencia estará entre diez partidos que participarán en las elecciones de junio próximo, de los cuales sólo dos tienen votaciones superiores a 10% (PRI y PAN), todos con ideologías definidas en el papel, pero opacas en la práctica. De ahí que los partidos vayan por votos en función más bien de alianzas, no de militantes o ideas.
Política para dummies: La política en México es poder, no militancia.
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