OMS celebra Día Mundial de la Salud bajo cinco nuevos ‘mandamientos’

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La pandemia de Covid-19 golpeó a unas personas con más dureza que a otras de forma injusta, lo que ha exacerbado las desigualdades en materia de salud y bienestar dentro de los países y entre estos. Por ello, con ocasión del Día Mundial de la Salud, que se celebró el 7 de abril de 2021, la Organización Mundial de la Salud anunció cinco mandamientos urgentes a la acción para mejorar la salud de todas las personas.

Según el organismo, en los países, la enfermedad y la muerte causadas por la Covid-19 han afectado en mayor medida a los grupos que sufren discriminación, pobreza y exclusión social, y han de hacer frente a diario a unas condiciones de vida y de trabajo sumamente adversas, en particular, en las crisis humanitarias.

Se estima que el año pasado entre 119 y 124 millones de personas más se vieron arrastradas a la pobreza extrema a causa de la pandemia. Además, existen pruebas convincentes de que esta situación ha hecho que aumenten las diferencias entre hombres y mujeres en lo que respecta al empleo, ya que las mujeres han abandonado la población activa en mayor número que los hombres en los últimos 12 meses.

Esas desigualdades en las condiciones de vida de la población, los servicios de salud y el acceso al poder, el dinero y los recursos vienen de largo. A resultas de ello, las tasas de mortalidad de los niños menores de 5 años de las familias más pobres duplican las de los niños de las familias más ricas. La esperanza de vida de la población de los países de ingresos bajos es 16 años inferior a la de la población de los países de ingresos altos.

De acuerdo a Tedros Adhanom Ghebreyesus, director General de la OMS, “Es fundamental que los Gobiernos inviertan en el fortalecimiento de sus servicios de salud y eliminen los obstáculos que impiden a tantas personas utilizarlos, a fin de que una mayor parte de la población tenga la oportunidad de disfrutar de una vida sana”.

Por consiguiente, la OMS hace cinco mandamientos a la acción:

  1. Agilizar el acceso equitativo a las tecnologías contra el Covid-19 entre los países y dentro de ellos.

Por una parte se han creado y aprobado vacunas seguras y eficaces a una velocidad sin precedentes. Ahora el reto reside en garantizar que estén disponibles para todos los que las necesiten. Para ello, será clave el respaldo adicional que reciba el mecanismo COVAX, el pilar de las vacunas del Acelerador del acceso a las herramientas contra la Covid-19 (Acelerador ACT), que se espera que en los próximos días haya llegado a 100 países y economías.

  1. Invertir en atención primaria

Al menos la mitad de la población mundial sigue sin tener acceso a servicios de salud esenciales; más de 800 millones de personas emplean al menos el 10% de sus ingresos familiares en atención sanitaria, y los gastos por cuenta propia hunden en la pobreza a casi 100 millones de personas cada año.

A medida que los países vayan superando la crisis del Covid-19, será fundamental evitar todo recorte en el gasto público destinado a la salud y a otros servicios sociales. Esos recortes podrían aumentar las dificultades a que se enfrentan los grupos desfavorecidos, socavar el buen funcionamiento del sistema sanitario, acrecentar los riesgos para la salud, agravar la presión fiscal en el futuro y poner en peligro los logros alcanzados en materia de desarrollo.

  1. Priorizar la salud y la protección social

En muchos países, las repercusiones socioeconómicas del Covid-19 derivadas de la pérdida de puestos de trabajo, el aumento de la pobreza, las alteraciones sufridas en el ámbito educativo y las amenazas a la alimentación son mayores que los efectos del virus en la salud pública.

Algunos países ya han puesto en marcha planes de protección social de mayor alcance destinados a mitigar los efectos negativos generados por las dificultades sociales, y han iniciado un diálogo sobre cómo seguir prestando apoyo a las comunidades y a la población en el futuro. Sin embargo, son muchos los que se enfrentan a la dificultad de encontrar los recursos necesarios para llevar a cabo actuaciones concretas. Es fundamental garantizar que esas valiosas inversiones beneficien al máximo a los más necesitados y que las comunidades desfavorecidas participen en la planificación y ejecución de los programas.

  1. Crear barrios seguros, saludables e inclusivos

Los dirigentes municipales han sido con frecuencia grandes promotores de la mejora de la salud, por ejemplo, mediante el mejoramiento de los sistemas de transporte y los servicios de abastecimiento de agua y saneamiento.

Sin embargo, muy a menudo la falta de servicios sociales básicos en algunas comunidades hace que estas se vean atrapadas en una espiral de enfermedad e inseguridad. El acceso a una vivienda salubre, en barrios seguros, con servicios educativos y recreativos adecuados es esencial para lograr la salud para todos.

  1. Fortalecer los datos y los sistemas de información sanitaria

Aumentar la disponibilidad de datos actualizados y de alta calidad, desglosados por sexo, riqueza, nivel educativo, origen étnico, raza, género y lugar de residencia, es fundamental para determinar dónde hay desigualdades y atajarlas. El seguimiento de las desigualdades en materia de salud debería formar parte de todos los sistemas nacionales de información sanitaria.

Según una evaluación de ámbito mundial realizada recientemente por la OMS, solo el 51% de los países prevén un desglose de los datos que publican en sus informes de estadísticas sanitarias nacionales. El estado de salud de los distintos grupos suele quedar desdibujado cuando se aplican las medias nacionales. Es más, a menudo son las personas vulnerables, pobres o discriminadas las que tiene más probabilidad de no aparecer en los datos.