Los ciudadanos han advertido que su voto no sólo cuenta para elegir a las autoridades que los gobiernan, sino también para definir el futuro de los partidos políticos. El PRI es el espejo en el que deben verse todas las fuerzas políticas, pues de ser el partido hegemónico ha pasado a ser uno más en el concierto político nacional y hasta con riesgo de desaparecer. Pero para el PAN y para Morena el porvenir podría ser distinto.
¿Se atreverán?
Los resultados de las pasadas elecciones para definir la Cámara de Diputados mostraron claramente que los dos partidos más votados son Morena y el PAN, en ese orden.
Serán las bancadas más grandes y las únicas que superan el centenar de legisladores, por lo que no es de extrañar que en los siguientes comicios encabecen sus respectivas alianzas electorales en busca del triunfo.
Pero para seguir siendo los referentes y rivales en las votaciones que tendrán lugar en el futuro, dichos institutos políticos deberán asumir una seria reflexión y autocrítica para continuar adelante.
En Morena, hay indicios de que podría iniciar próximamente una depuración. Las protestas y movimientos para evitar que el secretario de Gobierno en Tabasco, José Antonio de la Vega Asmitia, quedará en sustitución de Adán Augusto López Hernández luego de que este último fuera llamado a ser el nuevo Secretario de Gobernación en el gabinete federal, por el simple hecho de que tiene un pasado panista, así como algunas inconformidades ante el nombramiento de Sergio Gutiérrez Luna –por los mismos motivos azules–, muestra que en dicho partido no todos piensan que fue una acierto formar un movimiento que lo mismo agrupara a viejos comunistas, expriístas, experredistas y expanistas con tal de hacer que López Obrador llegara al poder.
Asimismo, la nota publicada el pasado 24 de agosto en la que se da cuenta del diálogo entre el Frente Nacional de la Familia y Morena en el Estado de México para que no avance la propuesta de despenalizar el aborto, es una muestra de las contradicciones internas que vive el movimiento creado por el actual presidente y que en el marco del proceso de sucesión adelantada que vivimos podrían provocar no sólo fracturas, sino una derrota en la siguiente elección federal.
Otro punto que debe analizarse es qué pasará con dicho movimiento una vez que López Obrador deje la presidencia y si podrá sobrevivir a la ausencia de su conducción.
Para el PAN el panorama luce distinto, pues no depende de un liderazgo que pueda encasillarse en lo que para muchos ya es un cacicazgo político.
El blanquiazul necesita una verdadera sacudida para modernizarse y dejar atrás esa imagen de partido conservador. En una entrevista con EmeEquis, el dirigente del panismo en la CDMX pidió a su partido acercarse a la comunidad LGBT, reconociendo que hay militantes con una orientación sexual diversa y que el partido debe atender esa realidad.
De igual manera, hay una serie de debates internos en el panismo que, aunque no salen a la luz pública tan comúnmente, sí demuestran que hay quienes pugnan por un cambio en distintos temas.
Uno de esos debates se da con relación al aborto, pues hay panistas que han pedido que se deje de sancionar penalmente. Federico Ling Altamirano, ex director de la revista Palabra –órgano doctrinario del partido– llegó a proponer que la pena fuera como el caso del IVA tasa cero, es decir, que se reconociera que se hizo mal, pero sin que eso implicara cárcel.
Otro debate tiene que ver con la definición misma del partido. Las páginas de otra de las revistas panistas, Bien Común, ofrecieron a sus lectores en 2012 un interesante debate acerca de si el PAN debe seguir siendo un partido humanista –de acuerdo a las ideas de uno de sus fundadores, cercano a la doctrina social de la Iglesia Católica, Efraín González Luna–, o si debe ser un partido liberal –en consonancia con las ideas de su otro fundador, Manuel Gómez Morin–, algo que se quedó en el tintero ante, en palabras de González Luna, la escaramuza electoral continúa.
Las recientes alianzas electorales con el PRD mostraron también que en el panismo se resisten a abrirse a nuevas ideas y avanzar en una modernización que les ayude a ganar nuevos votantes. Daba pena escuchar a militantes azules decir que no votarían por los candidatos en la alianza por ir junto a los abortistas del sol azteca, cuando en la oportunidad en que fue gobierno su partido no propuso alguna política pública para proteger a jóvenes embarazadas, facilitarles la vida si era expulsadas de sus casas o amenazadas con perder su trabajo, mucho menos programas de educación sexual, aunque se sigue manteniendo el discurso de “a favor de la vida” que está totalmente alejado de las nuevas generaciones, incluso de las que provienen de familias panistas.
Si bien en México cada año hay elecciones, para estos dos partidos cada cita con las urnas es una oportunidad de que han aprendido la lección y están dispuestas a dar el paso necesario para sobrevivir, la pregunta es si se atreverán a tanto.