Abrió los ojos para verla, para saber cómo era su cara:
la cara de la mujer que amaba.
Pero en el rostro sólo tenía un par de lágrimas,
unos botones descosidos a manera de ojos,
su nariz de mercería tipo N-3
y una sonrisa agridulce hecha de estambre…
Y sucedió lo que nadie esperaba:
por una fracción de segundo la logró ver tal como era
y no sintió ganas de abrazarla,
ni de babear la tela suave de su cara.
Aterrado volvió a cerrar los ojos
pero sólo para ver como la mujer de fieltro
avergonzada le decía adiós mientras se alejaba
colgada de un globo rojo.
Entonces, por primera vez, el niño péndulo
se sintió solo en ese cuarto acolchonado.
Ese día, en algún lugar de su locura,
entendió que había comenzado a crecer…
@OSKRgcm
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