Don Polo

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¿Qué pasó don Polo, ya no se acuerda de mí? Sí, efectivamente yo soy el cabroncito que venía después de la escuela y, sin falta, casi religiosamente le birlaba un par de Gansitos o unas papas… Lo que son las cosas, en aquel entonces me sentía un chingón creyendo que usted ni se las olía.

¿Se acuerda de la última vez que vine? era el último día de clases y yo para variar me desafané de los cuates para venir y cerrar con broche de oro la tradición. Entonces usted asumió un aire paternal y comenzó a platicarme de su falta de estudios, decía que le echara ganas a la universidad, que si un día regresaba y le decía que me iba a titular usted pondría lo de la fiesta. Palabras que se lleva el viento, lo sé. Pero bueno, a fin de cuentas, ni me titulé… Lo que sí es que me hizo sentir un poco muy mierda por los atracos: como quien dice fue una cachetada con guante blanco…

¿Que qué ha sido de mi vida? Nada, nada concreto, unos bisnes por aquí, otros por allá, hasta anduve en provincia una temporada, ya sabe, quesque buscando la oportunidad. Ahora trabajo en una agencia de seguros, muy trajeadito como ve…

Ya hasta casi soy gente y me pagan más o menos bien. ¿Qué si me casé? No, ya ve que siempre fui más bien un poco bastante pendejón para eso de la conquista. Es curioso, mi última intentona hasta estudiaba por aquí… Pero bueno, eso ya que importa. Varias veces pensé en pasar a saludarlo y me decía “no, qué se va a acordar” y además si se acordaba ahí estaba lo del título y aunque no me crea, en ese tiempo todavía me podía. Ahora, bueno, uno se da cuenta que hay cosas más importantes, y si se encuentra un trabajo pues ya se resigna y mira la escuela románticamente, como un sueño bonito…

No se crea, a veces no es fácil, hay momentos en que uno se echa sus copitas de más y cómo pesa lo que se le escapó a uno por no echarle todas las ganas… No sé, será que esta zona me trae tantos recuerdos que si me tomo otra chela hasta puedo decirle que la extraño, sí, a la que le conté, si hasta vine aquí a ver si de casualidad…

Pero ya ve, me encontré que ni su tienda. Por pura curiosidad pregunté y los nuevos, nuevos, dueños me contaron que hace dos años se mudó al panteón más cercano…

Y ahora aquí estoy platicándole a una cruz toda mi vida.

Pero bueno, no me puedo quejar, hay cosas que no cambian y ahora me regreso a esa tienda y le juro que me birlo aunque sea un Gansito… ¡En su honor don Polo!

Te invito a escuchar mi podcast: El Tren sin pasajeros
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