Si la vicepresidenta Kamala Harris llegó a México sin entender al país y sólo a lucirse y a estrenarse como jefa alterna de Estado, regresó a Washington sin comprender cuántas bolas rápidas le pasaron. Su declaración de que le había cantado sus verdades al presidente y luego su aclaración de que había sido al de Guatemala fue celebrada con malicia por republicanos.
Lo de menos es que la política exterior geopolítica, migratoria y militar de Biden sea la misma que la del presidente Donald Trump. Lo grave radica en el hecho de que Biden y su gabinete mostraron un nivel estratégico bajo, una evidente falta de malicia y una incomprensión sobre como ser imperial sin ser malvado.
La propia vicepresidenta se enredó con sus justificaciones en Washington, pero cuarenta y ocho horas después de regresar. “dejé claro a México”, dijo, enérgica, ejecutiva, imperial, a la agencia española EFE (EFE de Franco, su fundador); pero luego de la declaración del canciller mexicano Marcelo Ebrard Casaubón que no le había dicho lo que dice que le dijo, la subjefa de Estado de EE. UU. aclaró que su manotazo en la mesa había sido con el débil presidente de Guatemala, ah, claro, cómo no, así cualquiera.
Lo único que dejó nítido la vicepresidenta fue la certeza de que México no le importa al presidente Biden, que el escenario mundial estratégico de la Casa Blanca hoy es Europa y la OTAN y ahí continuar la estrategia del presidente Trump de obligar a los países europeos a involucrarse en el fortalecimiento militar de los países de la zona para contener a una enclenque Rusia y a una China mucho más inteligente y estratégica que el Pentágono.
Los enfoques estratégicos se asumen en las circunstancias. El éxito del viaje a México de la vicepresidenta y subjefa de Estado dependía del avance opositor en las elecciones mexicanas del domingo 6. Pero la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y las casi once gubernaturas ganadas por Morena desinflaron el papel de la Casa Blanca como pivote de la alianza PRI-PAN-PRD-COPARMEX-ONG´s financiadas por EE. UU.
Si el nivel estratégico de México en la estructura del poder de Washington es la vicepresidenta y los secretarios del gabinete con rango administrativo y experiencias menores, entonces no hay mucho que preocuparse. El verdadero riesgo para Mexico en sus relaciones con el imperio radica en la fuerza no institucional que tengan las agencias de inteligencia y seguridad nacional, sobre todo la CIA, la DEA, la DIA del Pentágono, el espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional y el gabinete semiclandestino del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Y a partir de enero, el factor de equilibrio de los republicanos de Trump en el Senado y su supervisión de las oficinas de inteligencia y seguridad nacional de la Casa Blanca.
La gran pregunta que definirá las acciones de seguridad nacional de EE. UU. hacia Mexico es sencilla de plantear: ¿cuántos gobiernos han derrocado los nuevos funcionarios de las áreas estratégicas de la Casa Blanca y cuántos estarían dispuestos a derrocar? Porque una cosa es “dejar claro” cosas en charlas de alto nivel y otra ejercer la fuerza del poder para dominar a los otros. Al final de cuentas, gobiernos disfuncionales como los de Honduras, Guatemala y El Salvador son más utilizables a los intereses de Washington que democracias con bases populares determinadas de manera histórica por la lucha contra el imperio y los ricos y simpatizantes de la guerrilla centroamericana del pasado reciente.
Lo peor que le puede pasar a un imperio es negociar sin malicias con gobiernos de países determinados por sus malicias del poder. En Honduras y México le dijeron a la subjefa Kamala que sí a todo porque la cultura latinoamericana prueba que prometer no empobrece. Pero cambiar relaciones de fuerza y de poder para temas como corrupción y seguridad en sociedades políticas conflictivas precisaría de mayores ejercicios de fuerza estadunidense.
Y después de una visita de seis y media horas, el mensaje estratégico del presidente López Obrador fue muy sencillo: EE. UU. necesita más a México para encarar el colapso en América Latina que México a EE. UU.
Política para dummies: La política es el arte de enredar al adversario.
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