Aunque de manera formal la alianza opositora PRI-PAN-PRD-Coparmex-USAID no ha facilitado la construcción de una lista de aspirantes presidenciales, algunos líderes sociales no partidistas y desconocedores de las reglas del juego están buscando posicionarse con ventajas. Del sector empresarial aparece Gustavo de Hoyos, un líder del sector privado que no pertenece al sector productivo, sino que se ha desarrollado en el área del derecho de la empresa privada.
De hoyos trataría de reproducir el modelo de Manuel J. Clouthier en 1988, cuya candidatura presidencial tuvo que pasar por cuando menos tres etapas decisivas: el choque Estado-empresarios en 1982 por la expropiación de la banca, la captura del PAN por la derecha empresarial y la ruptura en el PRI con Cuauhtémoc Cárdenas que llevó a una reorganización de los enfoques de los empresarios.
La otra candidatura empresarial a la presidencia de la República estuvo a cargo de Vicente Fox Quesada, un alto ejecutivo de la empresa Coca Cola con amplia participación política en el PAN. En términos electorales, Clouthier obtuvo 17% de votos, y Vicente Fox logró la victoria con 45%, pero en el entendido de que Fox era más político qué empresario y ya había sido diputado y gobernador.
La candidatura de Gustavo de Hoyos a la presidencia por el bloque opositor ha estado cantada desde la construcción del grupo, porque fue una alianza promovida por otro importante empresario e hijo de empresario: Claudio X. González, de la industria papelera. La Coparmex se convirtió en un trampolín político a partir de su concepción original como sindicato patronal y no como cámara productiva con reconocimiento constitucional; es decir, en un fermento de partido político empresarial, aunque con mayor incidencia en el debate social y político desde la representación de empresarios, aunque con la aclaración de qué hay dos tipos de poderes empresariales: el productivo que representan los dueños de empresas del sector de transformación y el ejecutivo que está formado por altos empleados de empresas privadas o despachos de asesoría empresarial. El primero configura la verdadera burguesía mexicana y no participa de manera directa en confrontaciones de poder electoral con el gobierno y su partido, sino que prefiere la negociación porque las empresas funcionan en el sistema productivo administrado por el gobierno.
Los tres partidos de la alianza opositora han reconocido como factor fundamental de la presencia empresarial en la configuración del grupo, pero no han dejado claro que vayan a aceptar un candidato empresarial. La posibilidad de la candidatura de Gustavo de Hoyos estará en el PAN, aún en manos de los grupos empresariales que lo capturaron en 1972, aunque con liderazgos políticos regionales no provenientes de la empresa privada que han participado en la lucha política contra el poder del Estado y se sienten con mayores condiciones de conseguir la candidatura presidencial.
El PRI experimentó una candidatura externa no creíble en la figura de José Antonio Meade Kuribreña, un miembro de la alta burocracia político-económica que había trabajado de manera institucional en el gabinete del gobierno panista de Felipe Calderón y en el gabinete del gobierno priista de Enrique Peña Nieto. Sin embargo, Meade Kuribreña siempre se asumió como priista, pero el presidente Peña quiso desorientar a la opinión pública diciendo que se trataba de una candidatura ciudadana, no proveniente de los bajos fondos del PRI.
Y en el PRI no existen condiciones para acceder a la candidatura presidencial de un externo y menos de un líder empresarial de un grupo patronal que fue adversario histórico del proyecto político priista de la Revolución Mexicana, aunque sí podría participar en una alianza en la que Gustavo de Hoyos pudiera tener la bendición del PAN, el PRD y el gobierno de Estados Unidos. De todos modos, el actual presidente priista Alejandro Moreno Cárdenas ya se autodestapó como pre-pre-precandidato presidencial para el 2024 por el PRI. Asimismo, no se descarta que algunos exgobernadores priistas con aprobación mediana pudieran alzar la mano por la candidatura presidencial.
El abogado empresarial Gustavo de Hoyos ha lanzado el primer desafío para una verdadera reorganización sistémica del poder político todavía priista. En el gobierno de Vicente Fox participó Carlos Abascal Carranza como secretario del Trabajo y como secretario de Gobernación, a partir de una figura construida en un sólido liderazgo en la Coparmex. Pero en el ejercicio político cotidiano, Abascal trabajó para construir un proyecto político de gobierno social a partir de los valores empresariales, algo que no tiene ni se ha preocupado por presentar el aspirante Gustavo de Hoyos.
La potencial candidatura presidencial de un expresidente de la Coparmex como parte de tres partidos hoy opositores conducirá a un debate sobre, ahora sí, la reforma del régimen, porque los gobiernos del PAN y hoy de Morena han seguido funcionando sobre el proyecto nacional priista, aunque un poco deslavado por el neoliberalismo salinista de corte empresarial.
En este sentido, las presidenciales del 2024 podrían ser una elección de fin de régimen.
@carlosramirezh
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