Las migajas de la elección panista

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Lejos de los ideales que dieron vida al partido, ahora la elección del presidente nacional del PAN despierta suspicacias y deja muchas dudas acerca de la honestidad del proceso. Lo que sucedió en esta ocasión, con la reelección de Marko Cortés, es una muestra más de que esa escuela de ciudadanía que soñaron los fundadores ha derivado en una federación de cacicazgos azules en los estados, que son los verdaderos dueños del partido.

 

Dudoso proceso

En la presidencia de Gustavo Madero, la manera en que elegía al presidente del partido dejó de hacerse mediante el Consejo Nacional ­­–organismo que ha ido perdiendo facultades— para hacerse a través de una elección con militantes panistas.

Pero en lugar de que esto favorezca la legitimidad de los dirigentes azules, ha provocado una serie de dudas acerca de lo que implica que grupos de intereses al interior del partido, que controlan la afiliación y a la militancia, sean los que verdaderamente impongan su voluntad para definir quien dirige al blanquiazul.

El hecho de que tanto Ricardo Anaya como Marko Cortés puedan presentar más de 150 mil firmas de apoyo sólo para registrar sus respectivas candidaturas –con un padrón de poco más de 300 mil integrantes, quienes acuden en un 50% a la elección interna–, no sólo muestra quién sería el seguro ganador, sino una capacidad de movilización que despierta muchas dudas.

Esto debido a que muchos de quienes han intentado competir en contra de los candidatos que pueden presumir tal nivel de apoyo, se quejan de dificultades para ubicar a los panistas que se encuentran listados en la copia del padrón que se les proporciona, además de otros “problemas” con los que se encuentran al momento de buscar apoyos para alcanzar el registro.

Así, lo que sucedió este año réplica estas críticas y se presenta un resultado que se veía previsible desde inicio de la contienda.

Tanto Marko Cortés, que buscaba la reelección, como la senadora Adriana Dávila y el presidente de la comisión de ética del partido, Gerardo Priego Tapia, anunciaron sus intenciones de participar en el proceso para renovar la jefatura nacional del partido.

No tardó Cortés Mendoza en empezar a presumir el apoyo de militantes en sus redes sociales, como a perfilar la entrega de firmas a la usanza de su antecesor, con un número apabullante de firmas de apoyo.

De esta forma, todo apuntaba a una elección interna con un resultado previsible.

Pero los dos aspirantes azules prefirieron no servir de comparsas y no seguir adelante en el proceso, pues como denunció Adriana Dávila en un mensaje a militantes panistas del Estado de México, “en el primer paquete de firmas que presentamos, nos fueron regresadas o rechazadas más de 200 firmas que a su criterio no cumplían con lo requisitado sin dar una explicación más clara sobre su rechazo”.
Asimismo, agregó: “solicitamos una audiencia con el pleno de la CONECEN, para conocer la postura y la respuesta de la comisión respecto a las quejas interpuestas; y solo hubo desdén y desprecio de la comisión ya que solo fueron recibidos por la secretaría técnica de la misma, ni siquiera nos merecimos la atención del Presidente de la comisión, desde un inicio nos pusieron diversas trabas para impedir el registro”.

Para Adriana Dávila, el objetivo para obstaculizar a los otros aspirantes era claro, “para Marko Cortez resultaba más cómodo que no hubiera candidatos o contrincantes, para que no hubiera elección y él fuera ratificado por el Consejo Nacional donde tiene casi por completo el control del mismo. Hoy sabemos que lo que previmos así fue. Y por eso Marko mencionó que iba al refrendo de su cargo porque siempre lo trabajó para que la comisión así lo llevara por ese camino”.

Como señala Adriana Dávila, el pasado 2 de octubre el Consejo Nacional ratificó a Marko Cortés, quien se había convertido en único participante del proceso interno, como presidente del partido.

Gerardo Priego, por su parte, impugnó el proceso –de acuerdo a una nota de hojaderutadigital.mx— ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación por “irregularidades que se presentaron durante el proceso de registro y porque no ha sido exhaustivo en confirmar el cabal cumplimiento sobre el apoyo de la militancia, es decir si las firmas corresponden a los militantes inscritos en el padrón, si se cumplen los porcentajes por estado”.

En un video, el aspirante aseguró que los procesos internos del PAN “deben ser libres, equitativos y confiables, condiciones que no se cumplieron en el proceso de registro”, como consignó el citado portal.

Queda claro que por ahora el PAN no puede presumir un proceso interno impoluto, además de no dar información oportuna para conocer cómo se procesan los conflictos internos, aunque –eso sí— a cada escándalo que enfrentan se apresuran a decir que es una campaña de desprestigio.

@AReyesVigueras