En Europa, el gobierno del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador es visto como un galimatías al que ya ubican dentro del ratio del populismo latinoamericano.
Han pasado dos años del autodenominado gobierno de la 4T y no precisamente digital, como muchos suelen pensar del otro lado del Atlántico, cuando la prensa reproduce las noticias del país azteca.
En este primer bienio, el análisis no escapa de que algunos vean el vaso medio lleno y otros medio vacío; para el gobierno federal se ha avanzado en “justicia social, en soberanía, en recuperación del Estado de derecho y de fortalecimiento a la democracia”.
Los ecos que trascienden hacia el exterior en la esfera internacional no corresponden a ningún avance trascendental en alguno de los renglones arriba mencionados.
Las noticias siguen difundiendo cifras de muertos que no dejan de crecer, unos por venganza del narco, otros por disputas con las mafias y una inmensa mayoría víctima de la industria del crimen; tampoco han menguado las estadísticas de desaparecidos ni de trata de personas.
En estos dos últimos años no ha llegado una buena noticia que hable de algún avance en concreto realizado por la administración encabezada por López Obrador.
Además, lo que ha quedado en evidencia es el interés en particular de hacer un circo mediático de la persecución a los funcionarios del sexenio que formaron equipo con el entonces mandatario Enrique Peña Nieto, y muy seguramente será una constante hasta el último día de gobierno al que todavía le quedan largos cuatro años.
La rifa del avión presidencial y otros dislates como el solicitar que España pida perdón por la Conquista y quizá el más grave de todos: la negativa de López Obrador de felicitar a Joe Biden, como presidente electo, se han interpretado primero con cierta sorna y después como una auténtica falta de seriedad.
La misma seriedad que en su conferencia de prensa, Tedros Adhanom, titular de la Organización Mundial de la Salud (OMS) achacó desde Ginebra, Suiza a México por su gestión de la pandemia.
Adhanom dijo abiertamente a los medios de comunicación que hay dos países que preocupan por la gestión de la pandemia refiriéndose a México y a Brasil.
De la nación azteca destacó su falta de seriedad y pidió que “se tome más en serio” la pandemia recordando las tres recomendaciones de la OMS al respecto del coronavirus: “Usar cubrebocas, higiene constante de las manos y mantener el distanciamiento físico”.
Han sido contados con los dedos los mandatarios en el mundo que han mantenido una postura casi negacionista frente al SARS-CoV-2 y han sido los más radicales como Donald Trump, Víktor Orbán, Jair Bolsonaro y Boris Johnson… para sorpresa también López Obrador se alineó.
Como se alineó con otros dignatarios de línea dura para evitar felicitar a Biden tal y como aconteció con Hungría, Eslovenia, Rusia, China, Brasil y Turquía… México está en dicha lista.
A COLACIÓN
Muy seguramente vendrán más dislates en la arena internacional así se aventura con una política de bajo perfil al respecto de los países europeos y no se diga, del vecino del norte que es y sigue siendo el principal socio comercial de México.
España intenta dilucidar la relación que podrá establecer con López Obrador, un político al que ven entre el peronismo, la transfiguración de Evo Morales y con cierto temor hasta una especie de Chávez. Hay preocupación por las inversiones europeas en México y restan cuatro años.